ELENA BIALOSTOCKY Y MIRIAM BALEY PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO

 “El terrorismo no es cualquier clase de violencia y tampoco se define como mucha violencia”.

El domingo 8 de febrero se realizó en el Centro Cultural Monte Sinaí una mesa de análisis sobre terrorismo, donde Mauricio Meschoulam inició explicando que “el terrorismo no es cualquier clase de violencia y tampoco se define como mucha violencia”. A veces se le da una connotación peyorativa al término porque generalmente es utilizado políticamente y, por ende, se termina llamando ‘terrorista’ al enemigo o, bien, al Estado que está cometiendo cierta violencia y, por ello, cualquier clase de violencia se convierte en terrorismo y el término deja de definir algo en particular.

El experto en el tema dijo que “el terrorismo es una categoría específica de la violencia que funciona como una estrategia muy completa, generalmente utilizada en conflictos asimétricos, es decir, conflictos en los que un actor menos fuerte pelea con un actor más fuerte. El terrorismo es enormemente eficaz generando un daño psicológico a una sociedad entera a partir de la proyección de determinada imagen, de manera tal que el actor pequeño puede, normalmente, golpear los intereses del actor grande. El terrorismo es, en esencia, un acto comunicativo que va a utilizar la violencia exclusivamente como un instrumento”.

“Por supuesto que siempre vamos a lamentar a las víctimas directas de un ataque terrorista”, enfatizó, “pero las víctimas que suman millones son las víctimas indirectas que se convierten en víctimas psicológicas de un acto específico, en virtud de que se va a matar a determinado número de personas con el fin de que otros millones más sientan miedo y pánico”. Como siguió explicando, esas personas empiezan a pensar diferente y sus opiniones, actitudes y conductas comienzan a cambiar: “Se cuidan de a dónde van, de dónde salen, sospechan del vecino, temen estar en un avión o en un auditorio”, y en ese momento da inicio la guerra psicológica, en la que, por lo regular, los actores terroristas terminan ganando.

En palabras de Mauricio Meschoulam, el fenómeno del terrorismo “es uno que no hemos terminado de comprender porque pensamos que la solución es atacar materialmente a quien realiza el acto terrorista y, sin embargo, la guerra no es material, sino psicológica.

Como ejemplo de lo anterior, mencionó las consecuencias y cambios que trajeron consigo los atentados del 11 de septiembre de 2001 que trastocaron a la sociedad estadounidense, generando un estado de conmoción que avanzó hasta la necesidad política de responder a esos actos. Y esa respuesta se dio en dos niveles: a nivel interno y externo. “A nivel interno, se creó legislación muy específica para atender los actos terroristas o contrarrestarlos, así como un cuerpo administrativo burocrático enorme que empezó a chupar los recursos estadounidenses a un grado que antes no se tenía planeado, y se originaron crímenes de odio porque ahora todos los musulmanes eran culpables, etcétera. A nivel externo, se modificó la política exterior al grado de moverla completamente; se da un viraje a ésta, lo cual impacta en el erario y en las metas a largo plazo de la superpotencia y eso es justamente lo que el terrorismo busca”.

Según Meschoulam, el atacante terrorista tiene un grado de planeación y premeditación tal, que comprende que el acto realizado tendrá una respuesta, o sea, que está calculado para terminar como una trampa; un ejemplo es el asesinato del piloto jordano que, naturalmente, suscitó una respuesta por parte de Jordania. “Lamentablemente no hemos sido lo suficientemente eficaces para terminar con el fenómeno. De hecho, de 2001 a la fecha, tenemos aproximadamente cinco veces más ataques terroristas en el mundo y cinco veces más la cantidad de víctimas como resultado de los mismos”.

El ponente continuó hablando de cómo el tema va más allá de estar en contra de Israel o de las políticas de determinado Estado. Incluso habló del lenguaje, mencionando que cometemos errores al hablar de ‘árabes y judíos’, en virtud de que no hay una relación equivalente. “En todo caso, deberíamos decir ‘judíos y musulmanes’ o, si hablamos de los israelíes, mencionar que no todos ellos profesan la religión judía”.

Comentó que un acto violento en contra de individuos, normalmente civiles o no combatientes, se realiza con el fin de proyectar un determinado mensaje para impactar audiencias. El ejemplo que dio es el siguiente: “voy a quemar una sinagoga en determinado sitio y diré que estoy defendiendo la causa palestina. Mucha gente dirá que no está a favor de quemar una sinagoga y de que mueran inocentes; sin embargo, ‘ya que el tema salió a la luz, estoy a favor de la causa palestina porque Israel esto y lo otro’. Es como decir que se lo merecen, como si las mujeres que utilizan minifalda merecieran ser violadas por usarlas”. “Ese mensaje”, aclaró, “es lo que llega a los medios de comunicación y, entonces, la discusión ya no es si personas fueron asesinadas dentro de una sinagoga, sino si es o no justo que el Estado Palestino no sea reconocido. Es un manejo mediático manipulado y violento en favor de determinados intereses”. Lo importante es entender cómo funciona y poder reincidir al revés en los espacios comunicativos, sin tratar de defender a una de las partes.

“Hay que entender que la discusión no es el origen de Israel ni la resolución de 1947, sino el hecho de que acaban de asesinar a seis rabinos que estaban rezando en una sinagoga”, es decir, el tema es “el uso de un acto violento en favor de una determinada discusión”. Hay una capacidad manipulativa: “hace una semana se mostró un video tremendo y verdaderamente horrible de un piloto jordano que fue quemado vivo a manos del Estado Islámico y todos los medios de comunicación retomaron el tema; algunos reprodujeron el video y otros no, pero todos hablaban de eso. Y, ¿de qué no hablaban? De que justamente el fin de semana pasado, ISIS tuvo que reconocer su derrota en la ciudad de Kobani, una ciudad kurda ubicada en la frontera entre Siria y Turquía que era realmente estratégica, tanto para ISIS como para la coalición liderada por Estados Unidos, ya que demostraba la eficacia o no de la estrategia de Obama. ISIS perdió y tuvo que retirarse, sin embargo, casi nadie tocó ese tema en los medios”. Al lograr que la gente solamente hable del horror de ISIS por lo sucedido con el piloto jordano, se ve el manejo comunicativo porque se habla de ese tema, se genera un temor sobre lo que pasaría si uno cayera en manos de estos “salvajes, delincuentes, crueles, sanguinarios” y, además, se evita discutir la cuestión de Kobani.

Si se utilizara correctamente esa información, se le podría “darle en la torre al mismo concepto del Estado Islámico”, ya que éste- o ISIS- pretende ser conocido ante el mundo no como un grupo u organización terrorista, sino como un Estado. Las características de un Estado son territorio, población y gobierno pero, “¿qué pasa cuando le muestras al mundo que dicho Estado se está haciendo chiquito, que está perdiendo territorio y que no se está expandiendo? Pierde el atractivo de aquella bandera con la cual se está vendiendo en el planeta”. Por esa razón, era muy importante para ISIS que se minimizara el tema de Kobani; sacaron a la luz el video y fue como un distractor.

Mauricio terminó diciendo que expertos opinan que ese video es de hace un mes y explicó que, “en caso de ser cierto eso, se está hablando de manipulación, incluso, de tiempos”. El punto no es cuándo se perpetró la violencia, sino “cuando la difundieron para ocasionar determinadas discusiones. Es importante entender que las discusiones originadas por los grupos terroristas son de manera inducida”.