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FERNANDO ITURRIBARRÍA

El vídeo dura poco más de minuto y medio. Se titula ‘Diez horas de paseo silencioso por las calles de París con una kipá’. Es el resumen de la experiencia filmada con cámara oculta por el periodista Zvika Klein, corresponsal del digital israelí NRG, los días 3 y 4 de febrero en la capital francesa y su periferia.

Insultos, escupitajos, amenazas, actitudes hostiles, miradas agresivas. La grabación, colgada en YouTube, quiere ser un espejo callejero del antisemitismo cotidiano.

« ¡Viva Palestina!», exclama a su paso un grupo de estudiantes. «Eh, tú, con tu kipá ¿Qué haces aquí?», le interpelan en otra calle. «Judío» le llama un desconocido que le acompaña a su altura durante varios metros. «Ese tío ha venido a que le den por culo», le increpan según los subtítulos de la película, no siempre fiables. Por ejemplo, cree que le dicen «homo» (sexual) cuando es ‘Marlboro’ lo que vocean vendedores de tabaco de contrabando.

« ¿Es esto lo que tiene que soportar un judío día tras día mientras va a su trabajo o utiliza el transporte público?», se pregunta el reportero en un artículo anexo. «Hoy en París existen barrios prohibidos a los judíos» o «los judíos prefieren no salir por la noche, están más seguros en casa» son algunas de sus sorprendentes afirmaciones. Incluso compara París con Palestina: «Me digo que se debe sentir la misma sensación en pleno corazón de Ramala. La mayoría de las mujeres lleva burka y los hombres son de tipo musulmán. Se oye hablar árabe por todos lados».

En el 2013 se registraron en Francia 423 actos antisemitas; en el 2014 fueron el doble, 851

Pese a los defectos del reportaje y las exageraciones de su autor, que fue de 2003 a 2004 portavoz del ejército israelí, el testimonio fílmico tiene el mérito de sintonizar con el sentimiento de angustia, temor y hasta miedo instalado en la comunidad judía de Francia, la primera de Europa con 500.000 miembros. Es la consecuencia del antisemitismo galopante en un país donde las franquicias autóctonas del terrorismo yihadista se ceban sistemáticamente con las sinagogas, las escuelas y los comercios hebreos.

El doble de actos antisemita

Las cifras oficiales reflejan que los actos antisemitas se han duplicado en un año al pasar de 423 en 2013 a 851 en 2014, aunque sin llegar a los picos de 2002 (936 casos) o 2004 (994). Por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial se ha gritado «muerte a los judíos» en las calles de París con motivo de manifestaciones pro palestinas. Sus cementerios registran profanaciones de una amplitud devastadora desconocida en los últimos 25 años, los 717 centros escolares y lugares de culto judíos del país están protegidos por militares armados hasta los dientes y hasta socialistas históricos se permiten insinuar que la izquierda gobierna influida por Israel.

En este clima de ecos históricos siniestros, François Hollande ha declarado la lucha contra el racismo y el antisemitismo gran causa nacional en 2015. «Es en primer lugar a través del verbo por donde se preparó el exterminio», recordó el presidente francés a finales de enero en el Memorial de la Shoah en el marco de un homenaje a los 76.000 judíos deportados de Francia durante la ocupación nazi. «No nos hemos indignado bastante», lamentó Manuel Valls en su vibrante discurso a los diputados tras los atentados de comienzos de año que causaron 17 víctimas mortales, entre ellas cuatro rehenes en un supermercado judío.

Ante las 250 sepulturas profanadas en el cementerio alsaciano de Sarre-Union, el jefe del Estado anunció el martes la presentación de un plan de lucha contra el racismo y el antisemitismo que, prevista en principio en marzo, ha sido adelantada a los próximos días a la vista de la escalada de las violencias antijudías. Detalló que el dispositivo se basará en cuatro pilares esenciales: la sanción, la educación, la transmisión de los valores de la República y la erradicación de los mensajes de odio, en especial a través de internet.

«El hecho de que los actos antisemitas sean acogidos con una relativa indiferencia y que no haya reacción necesita una sacudida nacional», ha declarado Gilles Clavreul, delegado interministerial encargado de la elaboración del plan. «El estado preocupante de la sociedad francesa estaba ya presente en el ánimo del Ejecutivo desde hace meses, pero los atentados han mostrado la amplitud del problema», añade en el diario Le Monde.

20% de regresos

En la semana siguiente a los ataques yihadistas del 7, 8 y 9 de enero se triplicaron las llamadas a la centralita telefónica de la agencia judía que gestiona en Jerusalén la ‘aliya’, la emigración hacia la ‘tierra santa’. Más de 2.000 personas se inscribieron en las reuniones informativas organizadas en París cuando la afluencia en una semana normal oscila entre 100 y 150. Algo parecido ocurrió en Toulouse cuando Mohamed Merah asesinó en marzo de 2012 a tres niños y un profesor en una escuela judía. Al final 30 judíos de esa ciudad meridional se mudaron a Israel en 2013 y otros cien lo hicieron en 2014 cuando entre 2010 y 2012 no se había registrado ninguna salida.

Las estadísticas son similares a escala francesa. De 1.907 judíos que hicieron la ‘aliya’ en 2012, se pasó a 3.295 en 2013 y se llegó a 7.231 en 2014, año en el que Francia se ha convertido en el primer país de emigración a Israel. Esa cifra récord representa más de la cuarta parte de las 26.500 migraciones totales, por delante de Ucrania (22%), Rusia (18%) y Estados Unidos (15%). El Gobierno israelí pronostica que este año llegarán otros 10.000 nuevos franceses. El porcentaje de regresos se calcula en torno al 20% debido a problemas de integración social o dificultades económicas.

Fuente:cciu.org.uy