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RODICA RADIAN GORDON

 

La necesidad de formar coaliciones es una de las características de la democracia israelí.

A tres semanas de las elecciones, lo desconocido sigue dominando el escenario político israelí. La votación no es obligatoria, pero el porcentaje estimado de votantes es bastante alto —de casi 70%, parte de éstos todavía indecisos por quién votarán—. Como ya mencioné hace algunas semanas, la gran sorpresa al principio de la campaña electoral fue la fusión entre el partido laborista (liderado por Itzhak Herzog) y el partido Ha-Tnuá (liderado por Tzipi Livni) formando así el Ala Sionista. Esta fusión resultó exitosa a juzgar por las encuestas que predicen a cada uno de los dos partidos principales, el Likud (encabezado por Benjamín Netanyahu) y el Ala Sionista entre 23 y 25 escaños en la Knesset (Parlamento), aunque ninguno de ellos podrá gobernar sin una coalición estable que tenga 61 o más representantes. Su reto es obtener la nominación de manos del presidente Rivlin para formar un gobierno, una vez que él esté convencido de que la persona elegida (sea Herzog o Netanyahu) logrará su meta.

La necesidad de formar coaliciones es una de las características de la democracia israelí, así que partidos de mediano tamaño pueden ser pivotantes para la formación de una coalición con orientación, tanto de centro-derecha como de centro-izquierda. En el caso actual estos son los partidos —Casa Judía (encabezada por Naftali Bennet), Kulanu (“todos nosotros” —encabezado por Moshe Kajlon)—, Yesh Atid (“hay futuro”—encabezado por Yair Lapid)— y el partido religioso Shas. Otra fusión reciente —esta vez entre los partidos árabes— resultó en otro partido mediano con una proyección de 12 escaños. En este último caso la gran duda es si dicho partido querrá ser parte de una posible coalición, ya que los partidos árabes siempre han sido de oposición. La situación se vuelve aún más compleja, ya que no todos estos partidos estarán dispuestos a sentarse juntos dentro de una misma coalición. Por el otro lado, dichos partidos, así como otros más pequeños podrán, en principio, formar un “bloque” táctico, lo cual les permitirá una mejor posición para negociar cuando llegue el momento de formar un gobierno.

La agenda dominante para estas elecciones tampoco está definida: sin duda, la situación volátil e inestable en las fronteras en el norte y sur de Israel, además del tema iraní, dominan el discurso político y público. Sería correcto afirmar que las posiciones de los partidos grandes no difieren tanto en los temas de seguridad nacional, reflejando un consenso bastante amplio dentro de la opinión pública; sin embargo, sí hay diferencias de opinión en partidos más pequeños que representan a la derecha o a la izquierda política. Por otro lado, en temas económicos y en especial en el de encarecimiento de la vida, que preocupan a una gran parte de la población, las diferencias en opiniones políticas parecen  estar más enfatizadas.

La atención política del público israelí está concentrada en el 17.3.2015, día de las elecciones, y hasta entonces el “deporte nacional” será seguir de cerca los sondeos que aparecen muy a menudo. Sin embargo, la parte crítica llegará al día siguiente, en el momento donde empiecen los esfuerzos para formar un gobierno estable.

Fuente:excelsior.com.mx