AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – El ataque de relaciones públicas contra un aliado dio al discurso mucha más atención e importancia.

Discurso - Enlace Judio MexicoPongan a un lado las implicaciones políticas del enérgico discurso del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu ante el Congreso el martes pasado, y las duras consecuencias si el Presidente Obama echa a perder sus tratos con Irán.

En su lugar, consideren cuan mal ha manejado las cosas el gobierno de Obama durante las seis semanas, desde el 21 de enero, cuando el Presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, invitó al Sr. Netanyahu a hablar ante el Congreso. El Sr. Obama y su equipo se enorgullecen de su habilidad de comunicación, pero ellos han hecho un desastre de la situación.

El vocero de la Casa Blanca, Josh Earnest, dio la respuesta inicial, sugiriendo una violación de protocolo y dando a entender que el Sr. Netanyahu necesitaba el permiso del Sr. Obama para venir a los Estados Unidos. La administración estaba claramente indignada. Eso pronto dio camino al enojo—y a una serie de medidas para intensificar la confrontación con nuestro más firme aliado.

Al cabo de días, la Casa Blanca anunció que el presidente no se reuniría con el primer ministro israelí. Al cabo de una semana, un funcionario de alto rango no nombrado expresó “indignación” al New York Times, diciendo que la Casa Blanca estaba “enojada” con el Sr. Netanyahu. El Times encontró esto como “una crítica inusualmente dura”.

A principios de febrero, el Vicepresidente Joe Biden anunció que él no asistiría al discurso y la administración según se informa alentó a los demócratas del Congreso a boicotearlo. Por último, cerca de 60 congresistas y senadores demócratas se negaron a asistir al discurso.

Lo anterior, ni siquiera fue el final de eso. La Casa Blanca entonces orquestó un ataque de tres días.

El 23 de febrero, los demócratas del Senado exigieron una reunión privada con el Sr. Netanyahu, diciendo que su visita “sacrifica la cooperación profunda y bien establecida con Israel” y advirtiendo de “repercusiones duraderas” si él rechazaba su invitación.

En una entrevista en “Charlie Rose “, al día siguiente, la Asesora de Seguridad Nacional, Susan Rice, declaró que la aparición del primer ministro fue “destructiva en la relación” entre los Estados Unidos e Israel.

Y en testimonio ante el Congreso al día siguiente, el Secretario de Estado, John Kerry, cuestionó el juicio del Sr. Netanyahu por haber apoyado la invasión de Irak del año 2003, diciendo, “Todos sabemos lo que sucedió con esa decisión”. El Sr. Kerry olvidó mencionar que como senador de los Estados Unidos en el año 2003, él votó por la guerra.

Lo que el gobierno de Obama tuvo éxito en hacer con su ataque incesante contra el Sr. Netanyahu fue hacer mucho más significativo su discurso y el escenario mucho más importante que de otra forma. Ellos tomaron un discurso importante y lo convirtieron en un evento imperdible. Con el escenario establecido, el primer ministro israelí, después de comenzar su discurso con un generoso elogio acerca del apoyo pasado del presidente a Israel, procedió a demoler los argumentos del Sr. Obama uno por uno. Fue un desmantelamiento devastador.

Era obvio de antemano cómo la Casa Blanca debió haber manejado al Sr. Netanyahu. En vez de golpearlo, debió haber restado importancia a su aparición. En lugar de incitar a los exaltados del partido en el Congreso a decir cosas estúpidas, la Casa Blanca debió haber desalentado públicamente un boicot por parte de los demócratas del Congreso. En vez de desairar al Sr. Netanyahu dejando el país en un acto sin gracia y mezquino, el Sr. Biden debió haber ocupado su banca y aplaudir ocasionalmente.

Debieron haber estado funcionarios del gobierno en la Cámara de Representantes, aún cuando el Sr. Kerry tenía negociaciones en Ginebra a las que debía asistir. El rechazo del Sr. Obama a enviar siquiera al embajador estadounidense ante Israel al discurso del Sr. Netanyahu fue de estrechez mental. Así lo fue su rechazo a ver al Primer Ministro mientras estaba en Washington. En su lugar, el Sr. Obama programó en forma deliberada una reunión con demócratas del Congreso sobre cuestiones comerciales para que coincida con la aparición del Sr. Netanyahu en la Colina del Capitolio.

Los intentos del Sr. Kerry la semana pasada de tranquilizar a todos que “la administración no está buscando politizar esto” fue una admisión que la Casa Blanca lo había echado a perder, pero ya era demasiado tarde.

Un presidente que llegó al cargo prometiendo reparar las relaciones con nuestros amigos, las ha empeorado—y no sólo con Israel sino con nuestros aliados árabes, todos los que están temerosos de un Irán nuclear. La administración ha dicho y hecho cosas que no puede revertir y que han unido a Israel y a las naciones árabes clave—contra nosotros.

Es interesante que la antipatía del Sr. Obama haya estado concentrada recientemente no en los regímenes más malvados del planeta, incluyendo a Irán, sino en el aliado más confiable de Estados Unidos, Israel, una nación vibrante que es abanderada de la libertad y los derechos humanos y un faro de libertad en un mar de opresión.

El comportamiento del presidente ha ofrecido amplia prueba adicional que el carece de las habilidades y paciencia para tratar con aliados con los que discrepa. El y su equipo de genios de las relaciones públicas no podrían haber arruinado peor este asunto de haber tratado.

Fuente: The Wall Street Journal

Karl Rove, ex jefe adjunto del gabinete del Presidente George W. Bush, ayudó a organizar el comité de acción política American Crossroads.

Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México.