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SAMI NAÏR

 

Se prepara un inevitable vuelco de alianzas ante la amenaza del EI.

La política es un campo de fuerzas: realismo y lucidez deben prevalecer, salvo exposición a derrotas temibles. Es ésta la imposición que la comunidad internacional afronta hoy día frente a la amenaza de Daesh (acrónimo en árabe de Estado Islámico de Irak y Levante) en Siria y en todo Oriente Próximo. Así pues, tres parlamentarios franceses han roto el consenso que se había forjado en los últimos cuatro años en torno a la condena del régimen de Bachar el Asad, y el rechazo a negociar con él por la represión feroz (más de 200.000 muertos y al menos dos millones de refugiados) que ha llevado a cabo contra la población siria y la oposición democrática e islamista. Tres hechos vienen, a partir de ahora, a contrariar las razones que han empujado a las potencias occidentales a luchar por la destrucción del régimen de El Asad.

Primero, el régimen ha podido resistir la ofensiva de la oposición militar islamo-democrática, que no ha sabido jamás, desde hace cuatro años, y a pesar de la ayuda internacional, crear una relación de fuerzas favorable y amenazar seriamente al ejército sirio leal. Segundo, Rusia, Irán y el Hezbolá libanés se han posicionado, por diversas razones, radicalmente a favor de El Asad, lo cual le vuelve prácticamente invulnerable y más teniendo en cuenta que las potencias occidentales y árabes que luchan contra él (EE UU, Francia, Arabia Saudí y sus aliados) rechazan una intervención sobre el terreno que supondría graves pérdidas humanas. Tres, el gran elemento novedoso es la amenaza que representa en adelante Daesh para la estabilidad regional (ya peligrosamente inestable) y para la paz mundial. Hoy día, el régimen de El Asad pretende ser el único adversario resuelto de Daesh, al combatirlo sobre el terreno, y está claro que la derrota del Estado sirio tendría consecuencias geopolíticas incalculables.

Frente a este peligro, se asiste a un vuelco de alianzas internacionales sorprendente, ya que enemigos tan enconados como Irán y Arabia Saudí e incluso Egipto se vuelven objetivamente aliados en la lucha contra Daesh. De ahí que desde EE UU hasta Europa, se observa en todas partes una toma de conciencia de esta nueva realidad, fundada en una constatación sencilla: El Asad puede ayudar a erradicar Daesh, si no, la organización terrorista seguirá devastando Oriente Próximo. En realidad, todo transcurre como si no hubiera más alternativa creíble que la defensa del Estado sirio con El Asad a su cabeza en las condiciones actuales. Los parlamentarios franceses que viajaron a Damasco, rompiendo con la política oficial francesa de contención del régimen sirio, tan sólo han calibrado esta realidad. Por supuesto, el presidente francés ha condenado esta visita, pero está claro que algo se está preparando a escala internacional para justificar un desagradable pero inevitable vuelco de alianzas, dada la amenaza superior y mucho más terrorífica representada por Daesh.

Fuente:elpais.com