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JOSHUA GELERNTER

 

Israel puede cambiar el mundo de la navegación, y eliminar su desierto.

 

En términos tecnológicos, Israel siempre ha sido absurdamente ambiciosa.

Irrigando su desierto, diseñando microprocesadores, desarrollando vehículos aéreos no tripulados, derribando cohetes, siendo – por lejos – el país más pequeño en lanzar sus propios satélites: Israel es una gran potencia de la ciencia e ingeniería. Entonces proponer que Israel emprenda proyectos de infraestructura absurdamente complejos no es del todo absurdo.

Israel está trabajando con China para construir un ferrocarril desde Eilat al Mediterráneo; tiene la intención de servir como una alternativa por tierra al Canal de Suez. Los barcos llegarán a un extremo y descargarán; la carga será llevada al otro extremo y cargada en otro barco para continuar su viaje alrededor del mundo. Ciertamente tiene sentido que Israel tenga un paralelo al Canal de Suez: no hace falta decir que a medida que el Mar Rojo se aproxima al Mediterráneo, se parte en dos puntas. Suez está en una punta, Eilat está en la otra.

Lo que debe hacer Israel es excavar su propio canal, desde Eilat a Ashkelon. Esto sería muy complicado, muy difícil, y muy, muy costoso.

Llevaría un largo tiempo. Pero es factible, y sería tremendamente positivo. El Canal de Suez tiene 193 km de largo; un canal trans-Israel sería unos 100 km más largo. Y no tendría el beneficio de una vía fluvial preexistente que dragar, como lo tuvo Suez, o un paisaje básicamente plano que cruzar, como Suez. Seguiría las tierras bajas junto a la frontera con Jordania y luego comenzaría a moverse al occidente unas 80 millas al norte de Eilat, cerca de Ein Yahav. Sería una tarea mucho mayor que lo que fue Suez.

El Canal de Suez fue construido por una corporación francesa; la construcción comenzó en 1859 y duró 10 años. Entonces la pregunta es, ¿cuanto más simple es la construcción en el año 2015 que lo que era en la década de 1860? Recuerden: el primer coche no fue inventado (por el judío austríaco Siegfried Marcus) hasta 1870 – un año después que fue completado el Canal de Suez. El arte de la construcción de canales ha cambiado más en los últimos 150 años que lo que podría haber imaginado la Compagnie Universelle du Canal Maritime de Suez. Vivimos en un mundo post-Canal; la excavación ha sido dominada.

El año pasado, pasaron unos 20000 barcos a través del Canal de Suez, produciendo un total de u$s5,5 mil millones en ingresos para Egipto. A medida que se expanden las economías asiáticas, y el déficit del comercio asiático de Europa comienza a equilibrarse, el tráfico sólo aumentará.

El nuevo ferrocarril Eilat-Med costará u$s4,9 mil millones; Egipto está excavando un canal secundario, que corre paralelo a la mitad del existente Suez, a un costo de u$s8,4 mil millones. Un canal trans-Israel sería mucho más caro. Pero podría emparejar la tasa actual de tráfico a través de Suez, su construcción podría costar u$s55 mil millones y se pagaría solo en 10 años.

Emparejar el tráfico de Suez no significa robar el negocio a Egipto: el Canal de Suez tiene apenas un solo carril de ancho, y puede manejar menos de 50 barcos diarios. Un canal trans-Israel sería un suplemento valioso, y podría hacer algunas de las cosas que no puede Suez, como apoyar a los buques petroleros que exceden la profundidad y ancho de Suez. Obviamente – un canal construido hoy podría ajustarse a las necesidades navieras de hoy mejor que un canal construido hace 150 años. Aumentaría la importancia de la vía de navegación del Mar Rojo para el comercio de petróleo; actualmente mueve el 2,5% del producido de petróleo mundial. Siendo un foco de tránsito aún mayor – con rutas que corren junto a ambos lados de la Península del Sinaí – beneficiaría tanto a la economía de Israel como a la de Egipto.

Sharm el-Sheikh, como el centro de las dos ramas de tránsito, podría devenir en un nuevo centro de navegación mundial. Los representantes egipcios deben ser invitados a sentarse en la junta del nuevo canal.

Y un canal trans-Israel, trans-Neguev podría desempeñar un rol crucial en el desarrollo separado por parte de Israel de la navegación – podría cambiar la cara de la irrigación israelí. Un canal artificial corriendo a través del corazón de la tierra seca y sedienta que queda en Sion, combinado con las técnicas de desalinización líderes en el mundo de Israel, podría hacer florecer al sur de Israel. Lo que será vital a medida que la población de Israel se extiende inevitablemente hacia el sur; la gente ama las montañas en tanto no sean áridas.

El canal podría incluso ayudar a rellenar el Mar Muerto. Una nueva línea de ferrocarril es linda, pero no es suficiente, no en el largo plazo. Un canal trans-Israel sería una empresa increíble e increíblemente difícil – pero Israel está equipada para manejarla. Israel misma fue una empresa increíble e increíblemente difícil. La economía de Israel, sus roles en el mercado energético, en comercio mundial, en tecnología globalizada se están expandiendo cada día.

Es hora que Israel se convierta en una nación bi-oceánica.

El autor es columnista de National Review Online; ha escrito sobre geopolítica para publicaciones tales como The Wall Street Journal y The Weekly Standard.

 

Fuente: Jerusalem Post

Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México