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CLIFFORD D. MAY

El rechazo a la solución de dos estados fue una distorsión deliberada de los medios de comunicación.

¿Qué hay acerca de Israel en general, y del Primer Ministro Benjamín Netanyahu en particular, que lleva a tanta información descuidada y comentario tendencioso?

Comiencen con The New York Times, el marcador de tendencias que publicó este titular el 16 de marzo: “Netanyahu Dice No al Estado para los Palestinos.” Un editorial luego se refirió al “rechazo absoluto de un estado palestino” por parte del primer ministro. El columnista Thomas Friedman se plegó, acusando a Netanyahu de haber “declarado” que él “nunca permitiría una solución de dos estados entre israelíes y palestinos.”

Aquí está lo que dijo realmente Benjamín Netanyahu a un periodista israelí poco antes de la elección de la semana pasada: “Pienso que cualquiera que va a establecer un estado palestino hoy y va evacuar tierras, está dando terrenos de ataque al Islam radical contra el Estado de Israel.”

¿Puede haber alguna explicación benigna para transformar mágicamente la sugerencia de Netanyahu de que el estado palestino no es asequible “hoy” en la acusación que él rechaza “de plano” un estado palestino y ha prometido que “nunca” será permitida una solución de dos estados?

Consideren, también, la historia a partir de la que Netanyahu ha aprendido lecciones: En 1982, Israel se retiró del Sinaí después de firmar un tratado de paz con Egipto. Hoy, ese territorio está siendo utilizado como una “base de ataque” por parte de Ansar Bait al-Maqdis, un grupo que ha jurado lealtad al Estado Islámico. (Importante destacar: El actual gobierno de Egipto está combatiendo a estos yihadistas — en cooperación estrecha con Israel.)

El sur de Líbano, del que Israel se retiró hace 15 años, es controlado por Hezbollah, representante terrorista de Irán, el que ha instalado en forma ilícita decenas de miles de cohetes — todos ellos apuntando a los israelíes.
Gaza, de la que Israel se retiró hace 10 años, es gobernada por Hamas — yihadistas auto-declarados comprometidos abiertamente con el exterminio de Israel.

En cuanto a la Margen Occidental, lo que casi todos saben — aunque la mayoría es reticente a decir — es que si los israelíes fueran a retirarse hoy, el Presidente Mahmoud Abbas de la Autoridad Palestina probablemente sería depuesto por Hamas, el Estado Islámico o milicias respaldadas por Irán.

Permítanme hacer hincapié: Esta es la situación hoy. No estoy diciendo — tampoco lo estuvo haciendo Netanyahu — que palestinos e israelíes “nunca” podrán vivir como vecinos, en estados independientes.

Después de la elección, Netanyahu trató de aclarar que él no ha cambiado su posición — una posición expuesta en detalle en un importante discurso en el año 2009. Los israelíes, dijo entonces, apoyarán un estado palestino — si los palestinos corresponderán aceptando al estado judío y aceptando terminar el conflicto.

Esta formulación es prácticamente idéntica a las ofertas de estado palestino hechas por otros primeros ministros israelíes en los años 2000, 2001 y 2008. Los líderes palestinos las rechazaron todas. “Quiero una solución de dos estados sostenible y pacífica”, dijo la semana pasada Netanyahu. “Pero para eso, las circunstancias tienen que cambiar.”

La mayoría de los medios de comunicación llamaron una “marcha atrás” a la aclaración del primer ministro. Los portavoces del gobierno de Obama se negaron a conceder eso siquiera. En su lugar, el secretario de prensa de la Casa Blanca, Josh Earnest, insistió en que los israelíes se estaban “retirando de sus compromisos con la búsqueda de este objetivo.”

Y agregó: “Significa que tenemos que repensar cuál va a ser nuestra estrategia”, una amenaza implícita de terminar el apoyo que gobiernos demócratas y republicanos anteriores han proporcionado a los israelíes contra los que intentan usar el poder de Naciones Unidas para debilitarlos y, finalmente destruirlos.

Mientras emitía esa amenaza, el Sr. Earnest llamó “nuestro aliado más cercano en la región” a Israel. Considerando la aparente voluntad del Presidente Obama de ofrecer a la República Islámica de Irán un camino a la capacidad de armas nucleares, la retirada de sus propias líneas rojas luego de la utilización de armas químicas por parte del dictador de Siria, el surgimiento del Estado Islámico a raíz de la retirada de las tropas estadounidenses de Irak y la situación que se está deteriorando en Yemen justo después de que  Obama lo declaró un éxito gracias a sus políticas, ¿es ir demasiado lejos temer que Estados Unidos se haya vuelto, como advirtió el profesor Bernard Lewis, “inofensivo como enemigo pero traicionero como amigo”?

Una controversia adicional requiere un poco de contexto: El intento de Netanyahu por empujar a sus votantes  advirtiendo que “los votantes árabes están llegando en manadas a las urnas. Las organizaciones no gubernamentales de Izquierda los traen en autobuses.”

Aunque difícilmente un comentario  estadista se compara con el  del Vicepresidente Joe Biden diciendo a los líderes afroamericanos que saquen su voto en el año 2012 porque si gana el candidato republicano Mitt Romney, “va a encadenarlos a todos ustedes nuevamente”.  Vamos a estipular que, en el calor de una campaña dura, los candidatos a veces dicen cosas que no deben. ¿No es hipócrita que la administración Obama se juzgue a sí misma según una norma y al primer ministro israelí de otra diferente y mucho más estricta?

Benjamín Netanyahu desde entonces se ha disculpado por su comentario, que él reconoció, “ofendió a algunos ciudadanos de Israel y  lastimó a los ciudadanos árabes.”  También intentó aclarar su intención, diciendo que los ciudadanos israelíes, “judíos o árabes” deben votar “como les parezca apropiado” pero que “lo que no es legítimo es la financiación” — una referencia al hecho de que dinero extranjero apoya a las “ONGs izquierdistas” en Israel. Y One Voice, una ONG con base en Estados Unidos manejada por un aliado de Obama, ayudó a los partidos de Izquierda y a la Lista Conjunta Árabe tratando de derrotar a Netanyahu. Esa coalición árabe incluye tanto a islámicos como a comunistas auto-identificados.

Al final, la asistencia de votantes árabes fue elevada y, como resultado, aumentará la representación árabe en la Kneset. Esto demuestra una vez más cuan democráticos y tolerantes siguen siendo los israelíes en una región llena de tiranía, opresión y barbarie.

No es probable que ese punto sea enfatizado por la Casa Blanca o la mayoría de los principales medios de comunicación. Atribuir tal lapso sólo al descuido y tendenciosidad puede ser demasiado caritativo.

*Clifford D. May es presidente de la Fundación para la Defensa de las Democracias y columnista de The Washington Times.

 

 

Fuente: The Washington Times

Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México