JAIME RENNER PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO

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Los historiadores se preguntarán en un futuro cómo es que Obama llegó a ocupar la presidencia de Estados Unidos.

La verdad es que Obama ha causado más daño a la política exterior de EEUU que cualquier otro presidente estadounidense antes que él. Ello, como resultado de su insólita negligencia al dejar de actuar ante situaciones que exigían asumir una postura firme y de su persistente y obstinada adopción de políticas contraproducentes que han menguado seriamente la hegemonía de los Estados Unidos en el mundo.

Obama nunca estuvo calificado para ocupar una posición de liderazgo como la que conlleva la presidencia de EEUU, pero lo que es inusitado es que una vez elegido, tampoco haya sabido crecer en el puesto para ejercer un encargo de tal trascendencia y actuar en concordancia con la responsabilidad que ello entraña. 

Se encaramó en la política estadounidense sin experiencia ejecutiva careciendo de la más mínima noción en materia de política exterior. Su limitada experiencia se concretaba al encargo de haber servido  durante un breve período en el Senado de Estados Unidos, consistiendo su cometido en la resolución de asuntos  legislativos de escasa repercusión.   

Se postuló para presidente en una etapa por la que casualmente atravesaba EEUU y que resultó perfecta para él –su campaña tuvo lugar en momentos en que la economía estadounidense atravesaba por una gravísima crisis y por añadidura, se enfrentó a un candidato republicano –John McCain– sumamente débil.

El electorado norteamericano exigía un cambio y ese desasosiego le resultó fatídicamente favorable.

De buenas a primeras, se posicionó en la presidencia de EEUU un individuo incompetente y narcisista. Un megalómano con mentalidad vengativa y mezquina.

Su incompetencia  más manifiesta se demuestra en su ineptitud para negociar: perdió ante el Comité Olímpico Internacional la nominación de Chicago como sede para la celebración de los Juegos Olímpicos de 2016. Al igual que en ésta, se ha distinguido por soslayar todas y cada una de las negociaciones internacionales donde ha intervenido.

Obama no sabe cómo negociar. Reabrió las relaciones de Estados Unidos con Cuba -una decisión política perfectamente defendible medio siglo después de que las tensiones con La Habana llegaron a un punto de ebullición durante la crisis de los misiles de Cuba – pero sin  conseguir nada a cambio. Restringió la capacidad de Polonia y la República Checa de contrarrestar la ofensiva aérea rusa sin lograr a cambio un reacomodo en la postura  antagonista de Vladimir Putin.

Notificó a los talibanes que se retiraría unilateralmente de Afganistán, y anunció la completa retirada de las tropas norteamericanas de Irak dejando atrás todos los logros que EEUU había alcanzado tras las dos guerras del Golfo Pérsico. Cuando el Estado Islámico –ISIS– surgió de la nada para llenar el vacío que Obama había dejado, los tildó de “J.V” –junior varsity– expresión norteamericana que denota «bola de mocosos», “nada de que alarmarse”.

Putin entretanto aprovechó la indecisión de Obama para apoderarse de la Crimea e incitar un levantamiento en Ucrania a favor de la población predominantemente rusa en ese país mientras los opositores a los designios de Putin eran brutalmente asesinados o encarcelados por décadas.

Con el beneplácito y complacencia de Obama, Egipto encumbró a Morsi y su Hermandad Musulmana –organización patrocinadora de Hamas y que aboga por la destrucción de Israel– a expensas de Mubarak quien fue depuesto y encarcelado. Providencialmente y para sosiego de Israel y del Medio Oriente, el general Al-Sisi se erigió como líder egipcio enterrando el espectro de una Hermandad Musulmana –para desencanto y frustración de Obama. 

Bajo la apatía de Obama, EEUU permaneció impávido mientras los iraníes arriesgaban sus vidas en las calles para protestar contra las elecciones fraudulentas y la coerción de la libertad en su país. De igual modo, ante la misma inacción de EEUU, Libia vio caer a un dictador loco y trastornado para ser sustituido por terroristas todavía más locos y trastornados que se jactan de secuestrar a los occidentales y de haber asesinado al embajador estadounidense en Bengasi. Bajo la indolencia de Obama, toca ahora el turno a Yemen convertirse en un país atizado por las llamas.

Cuando el embajador estadounidense en Bengasi fue asesinado, Obama e Hillary Clinton –su entonces Secretaria de Estado– optaron por desviar la atención hacia la inocua figura de un pobre diablo quien había subido a YouTube un video de 10 minutos –por cierto mediocre y con muy escasa audiencia– que contenía escenas irrespetuosas de Mahoma. El hecho de que la aparición de este intrascendente video hubiera tenido lugar justo en la fecha en que se conmemoraba el undécimo aniversario de la tragedia de las Torres Gemelas en Nueva York, dio lugar a que Obama se pronunciara aduciendo que el asesinato de su embajador en Bengazi había tenido lugar en respuesta al deplorable acto de profanación de que había sido objeto el profeta.   

Aún frente a  sus aliados incondicionales da lugar Obama en repetidas ocasiones a situaciones irritantes y vergonzosas. Prueba de ello es su comportamiento en los funerales de Nelson Mandela en Sudáfrica y la falta de tacto que demostró ante la Reina Elizabeth y el Primer Ministro Gordon Brown durante una visita que hiciera a Inglaterra.

No consideró Obama importante asistir a la marcha multitudinaria que tuvo lugar en París tras el atentado a la revista Charlie Hebdo –a la que acudieron los mas prominentes estadistas del mundo –habiendo ordenado a John Kerry y a un cantante de música folk llamado James Taylor a que asistieran en su lugar.    

Y está a la vista por supuesto el doloroso caso de su animosidad a Israel y su desdeñosa y ofensiva actitud frente a Binyamín Netanyahu.

Es importante recordar que 6 años y tres meses se han cumplido ya desde la primera toma de posesión de Obama. Más de las tres cuartas partes de su plazo máximo de ocho años han transcurrido, pero restan aún 21 angustiosos meses más para que finalice su aciaga presidencia.  Es mucho el daño que ya ha ocasionado pero sigue siendo grave el daño que aún es capaz de hacer:

Está Obama muy próximo a firmar a ultranza y a toda costa un acuerdo con Irán mediante el cual se le faculta a dicho país a proseguir sin cortapisa alguna con su programa nuclear sin obtener a cambio la más mínima concesión por parte de Irán. Todo ello, a pesar de la enconada oposición de parte de los países mas allegados a EEUU tanto en Europa como en el Medio Oriente, quienes perciben con desasosiego la belicosidad de Irán como una amenaza creciente. Ni que decir de la aterradora amenaza que con la rúbrica de tal acuerdo se cierne sobre Israel.

El pueblo norteamericano por fortuna ha sabido descifrar la verdadera faz de este farsante y le ha mermado su capacidad de hacer daño al flanquearlo por ambos frentes con un Senado y una Cámara de Representantes con una aplastante mayoría republicana y haber elegido a una abrumadora mayoría de Gobernadores también republicanos.   

Su autoridad y capacidad de decisión están siendo seriamente  coartadas y el resto de su presidencia se acerca a un síndrome de atrancamiento y obstrucción agravado por el hecho de que muchos de sus otrora partidarios demócratas están también desencantados y deseosos de frenar tal profusión de errores y de enmendar tal política exterior errática. El histórico discurso de Netanyahu ante los legisladores estadounidenses proferido a espaldas de Obama en el mes de marzo advirtiendo sobre el peligro que entraña la posesión de armas nucleares en manos de un país con acentuada tendencia terrorista fue entusiastamente recibido y elogiado. Las repetidas ovaciones de pié de que fue objeto (43 para ser precisos) por parte de los legisladores norteamericanos son una clara demostración de equidad que enaltece las virtudes y los valores de ese gran país que es Estados Unidos de Norteamérica.    

Valga finalmente confiar en la profética visión contenida en el versículo 11 del Salmo 29:

בשלום עמו את יברךה  ,יתן לעמו עזה

Dios proveerá de fortaleza a Su pueblo, Dios bendecirá a Su pueblo con la paz.