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GIULIO MEOTTI

 

No sé de otra nación en la tierra que desde su fundación, hace menos de setenta años, tuvo que sacrificar 23 mil soldados. No sé de otra nación en la tierra sin fronteras reconocidas.

No sé de otra nación en la tierra, cuya población vive bajo una tensión emocional perpetua.

No sé de otra nación en la tierra, amenazada de ser borrada del mapa.

No sé de otra nación en la tierra, tan amenazada por boicots en todo el mundo.

No sé de otra nación en la tierra donde los ganadores tienden a perder guerras.

No sé de otra nación en la tierra, que provee a su propio enemigo de agua, electricidad, alimentos, armas y tratamientos médicos.

No sé de otra nación en la tierra, donde sus huéspedes, en visitas oficiales, pronuncian palabras irrespetuosas y ofensivas en contra de su anfitrión.

Pero tampoco sé de otra nación en la tierra, que haya registrado tantos milagros.

Imaginen a un judío desnudo, indefenso en los hornos crematorios o cámaras de gas, frente a un oficial nazi, que solo piensa que va a deshacerse del cáncer judío, que va a deshacerse de este fenómeno único de 2.000 años.

¿Podría esa indefensa víctima judía, desnuda, imaginar que 50 años más tarde, otros judíos estén volando aviones F-16  en los cielos de Israel?

¿Podría esa indefensa víctima judía, imaginar que la población actual de judíos en Israel, sería nueve veces mayor que la de 1948, año de la creación del Estado?

¿Podría esa indefensa víctima judía,  imaginar que Israel es mucho más feliz que todos los países europeos?

¿Podría esa indefensa víctima judía,  imaginar que Israel tiene la mayor producción de publicaciones científicas per cápita en el mundo?

¿Podría esa indefensa víctima judía,  imaginar que Israel produce el mayor número de publicaciones de nuevos libros del mundo?

¿Podría esa indefensa víctima judía,  imaginar que Israel es la única nación del planeta que comenzó el siglo XXI con una ganancia neta en el número de árboles en su territorio?

¿Podría esa indefensa víctima judía,  imaginar que Israel tiene el mayor número de maestros de ajedrez por habitante, que cualquier país del mundo?

¿Podría esa indefensa víctima judía,  imaginar que Israel es la nación cuyos académicos producen más documentos científicos por habitante,  que en cualquier otra parte del mundo?

¿Podría esa indefensa víctima judía,  imaginar que Israel es la nación con la mayor proporción de títulos universitarios en su población general,  que todo el resto del mundo?

¿Podría esa indefensa víctima judía,  imaginar que Israel es el país que, en proporción a su población, posee el mayor número de lanzamiento de compañías de alta tecnología del mundo?

¿Podría esa indefensa víctima judía,  imaginar que Israel es el país con el porcentaje per cápita más alto del mundo de ordenadores domésticos?

¿Podría esa indefensa víctima judía,  imaginar que Israel es la nación con un modelo de absorción de inmigrantes único y más grande en la tierra?

Desafortunadamente, usted no va a encontrar artículos que hablen bien y de la superioridad de Israel en los medios de comunicación (tampoco israelíes),  porque eso no encaja con el estereotipo de ocupante sionista colonialista.

En la conciencia del mundo la palabra Israel, debe ser equiparada con miedo.

Israel acaba de salir de otra guerra contra terroristas, cuyo valor es inferior a la de los animales.

¿Sabe usted de cualquier especie animal que ante el peligro se refugie detrás de sus propios hijos?

Pero el Estado judío, a pesar de sus medios, sus políticos cínicos, una vez más demostró al mundo,  que es lo mejor que la humanidad tiene para ofrecer.

Esta esperanza está impresa en los rostros de los soldados heridos o caídos de Israel.

En esas caras hay gozo de vivir, no tristeza u odio.

Los terroristas y sus protectores occidentales quieren destruir a Israel porque es una luz para las naciones.

Es único en el mundo en que vivimos.

Fuente:Il  Foglio