SILVIA SCHNESSEL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Actualmente soy estudiante de Derecho en una universidad palestina, y todavía no he visto que la palabra “Holocausto” se mencione en ningún sitio.

Por Ahmed Maswadeh

Estudiantes en la Universidad Al Quds durante las elecciones de estudiantes 2011 (Crédito de la foto: SETH J. FRANTZMAN)
Estudiantes en la Universidad Al Quds durante las elecciones de estudiantes 2011 (Crédito de la foto: SETH J. FRANTZMAN)

Oí hablar por primera vez del Holocausto cuando tenía unos seis años. “¡Papá, he oído una sirena! ¿Hay guerra? “Recuerdo sentirme aterrorizada mientras esperaba una respuesta. 

Afortunadamente, la respuesta de mi padre fue “no”, pero continuó explicando que “esta sirena es en memoria de los judíos que murieron en la guerra. Detienen sus vehículos en medio de las calles, expresando su dolor. Todo el mundo paraliza todo“.

Recuerdo haber tenido sentimientos encontrados sobre eso. Para mí, los judíos eran los que detuvieron a mi abuelo. 

Pero entonces, como mi abuela siempre decía: “La guerra no tiene ganadores“.

Yo odiaba la guerra y ¡amaba a mi abuelo! Para los judíos tenía sentimientos encontrados. Odiaba a los soldados que veía en los puestos de control y me encantaban los amigos judíos de mi padre y la gente judía que conocí en Jerusalén. 

EN LA ESCUELA no había leído ni una sola línea sobre el Holocausto. En el grado 12 había lecciones sobre la Segunda Guerra Mundial, pero ni aun ahí se hace mención del Holocausto. 

De hecho, no existe el “Holocausto” en los libros de historia palestinos. Actualmente soy estudiante de Derecho en una universidad palestina, y aún así, la palabra “Holocausto” no se menciona en ningún lugar. 

Ayer, por primera vez, tuve el privilegio de conocer a un sobreviviente del Holocausto. 

Estaba de pie junto a su hija Suzi Nunes. Una cineasta israelí llamada Yasmine Novak hizo una película sobre la historia de la madre de Suzi llamada Diarios de amor perdido. Es la historia de la madre de Suzi, Elise, y un hombre llamado Bernie. La Segunda Guerra Mundial los separó, y 65 años más tarde Elise decidió leer los diarios de Bernie y hacer un viaje para descubrir su destino. Yo no suelo ver películas románticas, pero ésta no era una historia de amor como las otras, ni tampoco una mera película. 

En ella se documenta el dolor de los millones de personas que sufrieron y murieron, y de los que sobrevivieron. 

A pesar de que mis colegios y la universidad no me enseñaron nada sobre el Holocausto, he leído sobre él en Internet, y revisé algunos libros. 

Pero debo admitir que lo que he leído no era lo suficientemente bueno para darme una imagen clara.

La educación sobre el Holocausto no es sólo una cuestión judía, es un tema para la humanidad. 

Está siendo enseñado en la mayoría de las escuelas y universidades en el mundo, pero no en el lugar donde se debe enseñar primero. Educar sobre el Holocausto es la mejor manera de aumentar la empatía entre palestinos e israelíes. No pude evitar yo mismo derramar lágrimas por los mártires de toda la humanidad, los mártires del Holocausto, y esas lágrimas me recordaron a las que derramé por los mártires civiles en Palestina, Siria, Yemen, Vietnam, Japón, y todo el resto del mundo.

Al final de la proyección de la película, enviando sus preguntas a través de Facebook a un amigo mío israelí los palestinos de Gaza tuvieron la oportunidad de hacer a Elise algunas preguntas sobre su experiencia – y yo tuve la oportunidad de hacer una pregunta que hace mucho tiempo había querido preguntar: “¿Por qué crees que es importante para los palestinos escuchar las historias del Holocausto?”. Elise respondió: “¡Tenéis que sentaros con nosotros y hablar! ¡No queremos vivir [a través de] otra guerra! “Para resolver este problema tenemos que crear la narrativa del Holocausto y círculos educativos para los palestinos cada año y trabajar juntos con el fin de crear cursos de educación en línea sobre el Holocausto como un primer paso para dar a los palestinos una vista más amplia del Holocausto y ayudar a difundir ese conocimiento. 

¡El conocimiento es empatía!

El autor es un estudiante de derecho palestino y activista por la paz que vive en Jerusalén Este.

Fuente: The Jerusalem Post