AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Rompiendo el silencio sobre Rompiendo el Silencio.

Por David Gross

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Es parte de la condición humana que nos guste que se nos reconozca fehacientemente que estamos en lo cierto. Lo más gratificante es que eso ocurra poco después de hacer una afirmación. En mi caso, después de publicar un artículo la semana pasada sobre el tema de la ley “Anti-Boicot”, que fue confirmada en el Tribunal Superior, el comportamiento de Rompiendo el silencio esta semana sirvió para demostrar lo acertado de mi punto.

Durante demasiado tiempo, organizaciones no gubernamentales de todo tipo lejos de abogar por una causa se han sentido atraídas por profesar posiciones políticas partidistas por completo. Esta práctica cuestionable es más turbia cuando uno se entera que las agendas que profesan ni siquiera son de cosecha propia, sino que son impuestas por grupos o individuos que no rinden cuentas.

No hay que adentrarse demasiado en el folleto de 170 páginas de Rompiendo el Silencio donde se detalla la supuesta mala conducta del ejército israelí antes de que llame la atención el hecho de que son dos gobiernos extranjeros, Noruega y Holanda, los que abiertamente financian el informe. Una búsqueda más profunda en Google revela que Trocaire es el brazo de ayuda exterior de la Iglesia Católica de Irlanda, que a su vez recibió el 30% de su presupuesto de funcionamiento del Gobierno irlandés. Si uno sigue indagando, encuentra muy rápidamente que la Comisión Europea, los Gobiernos de Bélgica, el Reino Unido, Suiza, Suecia y Dinamarca figuran como los principales defensores de diversas agencias de ayuda, tales como Christian Aid que financiaron la publicación.

No es que esto sea sorprendente. Al menos en este último caso, los gobiernos siempre han dado fondos a las agencias de ayuda humanitaria. Entre Nepal, Siria y la crisis del Ébola en África Occidental, es eminentemente razonable y de hecho digno de elogio que los países más ricos acudan a proporcionar socorro a los necesitados. También está fuera de toda duda que la situación del día a día en Gaza es desesperada, y que en un mundo ideal la reconstrucción habría comenzado de inmediato. Sin embargo, no vivimos en una utopía, y la capacidad de nuestro país para actuar se ve limitada por factores que escapan a nuestro control.

La ayuda exterior siempre ha servido al propósito de un gobierno de influir en un proyecto allí donde los métodos tradicionales como el comercio tuvieron menos éxito. De hecho, Israel ha apoyado miles de problemas existentes en diferentes partes de África desde la década de 1970 cuando Golda Meir era Primer Ministro y continúa haciéndolo en la actualidad. Pero esto no es ayuda extranjera humanitaria.

Im Tirtzu no se sorprendió al ver que el Fondo Nuevo Israel (Keren Jadashá Le-Israel) aparece en la lista de donantes. Nuestro trabajo documentando sobre sus actividades es bien conocido, en concreto su constante financiación de Rompiendo el Silencio. Lo más interesante es que el Fondo Moriah también financió el proyecto. Menciono esto porque ellos también han recibido dinero del Fondo Nuevo Israel, a la vez que han practicado el intercambio de directores comunes de sus respectivos consejos. Esta polinización cruzada no es la excepción a la regla. Por tomar sólo un ejemplo, la Fundación para la Paz en Oriente Medio cuenta con un director que trabajó anteriormente en B’Tselem y Voz Judía por la Paz.

Lo más preocupante es la enigmática Secretaría de Derecho Internacional Humanitario y los Derechos Humanos. Con sede en Ramallah y Gaza, con un presupuesto de funcionamiento financiado por cuatro de los países antes mencionados (Holanda, Suecia, Dinamarca y Suiza), probablemente establezca un récord al tratarse de una organización que publicó su primer boletín en noviembre pasado.

Todo esto es preocupante: individuos no electos, que no rinden cuentas a nadie y organizaciones que financian un esfuerzo para mancillar la reputación y degradar la moral de las FDI sólo merece nuestro desprecio y oprobio. Si esta publicación mostrara un mínimo de honestidad intelectual, tal como mencionar la palabra ‘Hamas’ en cualquiera de sus 170 páginas, uno podría haber sido capaz de soportarlo. Y el hecho de que el informe se presente de manera calculada para dañar la imagen de las Fuerzas de Defensa de Israel (lo hizo en toda la prensa internacional), conduce inevitablemente a la conclusión de que la agenda consistía en avanzar otros intereses, más siniestros.

En este caso particular, uno espera que estas personas entiendan que fueron engañadas. Una lectura profunda de estos testimonios confirma lo que el hombre ha sabido desde tiempos inmemoriales – la guerra es confusa, desconcertante y, ciertamente, no es bonita. Nuestras fuerzas armadas respondieron a retos muy reales que la compleja guerra urbana presenta hoy en día. Es de esperar que los partidarios de este informe pidan su dinero de vuelta.

Fuente: Arutz Sheva    

Traducción: Silvia Schnessel