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ESTI PELED PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO

Por Jeffrey Fleishman

La bestia encantadora – la novela

“No se trata de ideas, conceptos, tramas o intrigas, sino de palabras,” comentó Amos Oz, uno de los escritores más reconocidos de Israel, sobre cómo se gana la vida. “Esto nunca es fácil porque las palabras no tienen color. No producen sonidos ni olor. Son muy abstractas. Si utilizo la palabra “sol” en uno de mis libros, tendré que confiar en usted el lector para que logre extraer de su memoria experiencias relacionadas con el sol a fin de que algo suceda.

Hizo una pausa. “De lo contrario, estas palabras son simplemente hormigas negras en un campo blanco cubierto de nieve.”

Oz escribe a mano. Utiliza dos bolígrafos, uno negro y otro azul, siempre esperando sobre el escritorio de su casa en Tel Aviv. Su mejor obra es creada antes de las 9 a.m. Sus palabras brotan como hilos elocuentes, pueden ser tersas también, o agudas. Pueden bailar, absorben y emiten luz. Las que omite incluso poseen un profundo significado. Amos Oz comenzó a escribir de niño y ahora, a los 76 años, es una de las voces más provocadoras contra la política de Israel con respecto a los palestinos. El reconocido escritor cobra energía ajustando las palabras a las tribulaciones y alegrías de una tierra llena de cicatrices.

Sus novelas y ensayos han sido traducidos a decenas de idiomas y es a menudo mencionado como candidato para el Premio Nobel de Literatura. Su obra de ficción – un término que no le gusta – incluye “Mi Mijael,” la historia de un matrimonio que se desintegra, y “Una paz perfecta”, sobre las pasiones y luchas ideológicas en un kibutz antes de la Guerra de los Seis Días en 1967. La versión cinematográfica de su autobiografía, “Una historia de amor y oscuridad” fue dirigida por Natalie Portman y se espera que sea proyectada este año.


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Oz
viajó a Los Ángeles la semana pasada, donde fue galardonado con el Premio de Estudios Israelíes en UCLA por contribuir a una “mayor comprensión de Israel.” Durante la ceremonia, Portman elogió al escritor por “poner palabras a nuestros anhelos, por nunca rendirse al cinismo y por su insistencia en la paz, incluso cuando esa tendencia no es tan popular como debiera ser.”

Nacido en Jerusalem, Oz ha vivido y escrito a través de la fundación de una nación, en torno a guerras, intifadas, el ascenso de Hamas, las ambiciones nucleares de Irán y el panorama de Oriente Medio, perturbado por los levantamientos árabes. Al mismo tiempo que es un firme defensor de la solución de dos estados para poner fin al conflicto palestino-israelí, Oz es considerado un sionista de izquierda quien critica a todo aquel que cuestiona el derecho de Israel a existir.

“Nadie sugirió esta pregunta en la Alemania de Hitler o en Rusia bajo Stalin,” dijo Oz. “Pero el tema surge más a menudo en relación a Israel, y eso no me gusta. “Hay algo oscuro por debajo de este concepto, la antipatía hacia Israel que se basa en la idea que los judíos no son como todos los demás.”

Luego de vivir muchos años en un kibutz, Oz está acostumbrado a conflictos. Se irrita por la políticas de línea dura del Primer Ministro Benjamín Netanyahu y se opone a la expansión de los asentamientos israelíes en Judea y Samaria. En 2014, fue criticado por grupos de derecha y otros luego de comparar a colonos judíos militantes con neo-nazis. Otros han cuestionado su patriotismo, que en Israel se contrapone a maniobras políticas y preocupaciones cotidianas en torno a la seguridad.

“Para mi el título de traidor es un honor, y lo llevo como insignia porque estoy en excelente compañía,” dijo, señalando que Abraham Lincoln, el profeta Jeremías y muchos escritores e intelectuales fueron tildados de traidores. “Probablemente este sea un club más respetable que el de aquellos que nunca han sido llamados traidores.”

Oz es ligero. Se mueve como un luchador envejecido. Sus ojos azules brillan detrás de las gafas, el cabello gris es un poco desordenado, pero el rostro – evolucionando en fotos a través del tiempo como tallas en piedra – es acentuado y bien parecido. Su voz es firme y clara y, a veces, levanta un dedo para enfatizar frases que fluyen con deleite.

“Oz y sus contemporáneos fueron influenciados por los escritores americanos y europeos que creían en el arte por ser arte,” señaló Avraham Balaban, un autor y profesor de literatura hebrea moderna. “Al escribir en el Israel de finales de los años 50 y 60, no podía desprenderse de lo que estaba pasando en la sociedad y la política. Su trabajo está estructurado de manera que las poderosas luchas psicológicas personales corresponden a las luchas más amplias que caracterizan a la sociedad israelí.”

El escritor y su nación se entrelazan. Oz se entusiasma hablando de política como lo hace por las palabras, con sus matices y cadencias. Él es un realista; considera que muchos países, entre ellos Irán, construirán armas nucleares y que la disuasión mutua surgirá en base a un “equilibrio del terror”. Pero también detecta oportunidades – quizás ingenuamente – en una región acostumbrada a la lucha.

“Israel tiene una oportunidad única para alcanzar una paz global con los países árabes vecinos y la Palestina laica,” dijo. “No porque los árabes de pronto se conviertan en sionistas ni porque sus ojos han descubierto la luz del Estado judío, sino simplemente porque cada uno de los regímenes árabes tiene un enemigo más inmediato y peligroso en este momento. Israel es un aliado en la batalla de los gobiernos árabes contra el Islam fundamentalista.”

En un momento tan crucial, la relación de Israel con Estados Unidos se ha tensado, principalmente debido al rencor entre Netanyahu y el presidente Obama sobre el programa nuclear de Irán.

“Es una relación muy extraña,” comenta el escritor. “Israel adopta el rol del bebé que llora, de manera efectiva. Estados Unidos figura como el padre enojado, una función que no ha puesto en práctica totalmente, pero podría hacerlo algún día.”

Animosidad entre amigos, o una posible paz entre enemigos. Material para grandes historias. Oz señala que los escritores israelíes pueden estar escapando de la tradición judeo-eslava en la que poetas y escritores son considerados profetas “que aportan una cierta visión, muestran el camino.” Esta función se implementaba más fácilmente hace décadas, cuando Israel estaba en el proceso de convertirse en un país.

Los escritores israelíes se han normalizado. Ellos escriben acerca de la vida cotidiana: amor, celos, soledad, ambición, nostalgia, pérdidas, sobre temas grandes y simples. La vida cotidiana en Israel ya no es… la epopeya del nacimiento de una nación. El Estado ha nacido para mejor o para peor. Así que usted encontrará cada vez menos escritores israelíes que hablen del nacimiento de una nación o se pregunten hacia dónde vamos desde aquí.”

Amos Oz hizo una pausa y respiró. “En cambio usted se encontrará más y más tragicomedia de la vida cotidiana en un país asediado.”

Fuente: Los Angeles Times