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AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO

 

Antonio Escudero Ríos  dialoga con  Esther Bendahan.

1 – ¿Le parece contradictorio que un pueblo tan definido como el judío se haya constituido sobre unos caminos hechos al andar?

El exilio forma parte de la misma formación de la conciencia de pueblo judío, no hay contradicción sino símbolo. La identidad se forma en el desierto ante la revelación de la Torá. De manera que hay dos claves: un pueblo que se organiza en el tránsito (indica que el hombre es siempre un extranjero, que desde allí hay que entenderse, esa es la estructura sobre la que se asienta la identidad, la idea de una humanidad común en la que: extranjero fuiste en Egipto); por otro lado la idea del testimonio, un pueblo testigo de la ley. Esto me parece fundacional del humanismo judío y un aspecto esencial a partir del que pensar a la humanidad.

2 – —Teniendo en cuenta que no hay pueblo como el judío que se haya constituido sobre las Escrituras como ley y mandato divino, ¿serían los profetas los primeros constructores de la historia –tal como la entendemos–no solo empujada desde atrás, sino reclamada desde delante, desde el futuro?

La pregunta me trae la imagen del Ángel de la historia del que habla Walter Benjamin. Los profetas alteran el tiempo, lo actualizan, por eso la historia judía es más que nada memoria, va más allá del dato o de los acontecimientos. Podría decirse que la historia comienza en cada judío.

3 —Parece que el pueblo judío, más que la reivindicación de un espacio, ha estado buscando el tiempo, su tiempo, su historia, ¿es también ese su parecer?

Desde el origen hasta hoy en día hay diversos movimientos en el mundo judío en tensión permanente que se alían con el pasado, se complementa configurando los diversos matices del pueblo. En efecto hay una relación peculiar con el tiempo, hay una sacralización de la dimensión tiempo que se expresa en el sábado, de modo que el tiempo se convierte en territorio de pertenencia, lo que no impide la dimensión espacial, la búsqueda del lugar.

4- —¿No cree que la historia, en el caso de los judíos, más que una historia basada en el progreso es una historia sagrada, es una historia ucrónica de la divinidad en los hombres, de la palabra de Dios hecha escritura, una y otra vez?

La ley se propone como verdad central en la historia, pero es sobre todo una ley de lo concreto, que, más que apuntar a la divinidad del hombre esa misma ley se refiere a su pertenencia a la tierra,  hay conocimiento de la naturaleza humana, y sólo en su dominio aparece lo sagrado, la búsqueda de la trascendencia forma parte de una aspiración que se expresa en el mesianismo,  que no es individual sino colectiva, el pueblo aparece como un cuerpo en movimiento en busca de su salvación, pero no se trata de la vuelta al paraíso. Ese ser a Imagen y semejanza, es sombra e imagen, semejante, pero no igual.

5 -— ¿Cómo se combina según usted la depurada individualidad judía con el sentimiento de colectividad de este pueblo?

Me sugiere su pregunta el Yo/ Tu de Buber. Creo que esa es la estructura básica. Para que exista lo colectivo tiene que haber un yo-tú básico. Es esencial la responsabilidad individual, la suma de las responsabilidades forman un sentimiento colectivo de pueblo. Digamos que es un organismo con  funciones diferenciadas pero que se entiende en su totalidad, aunque sin olvidar como señala Ana Harrent que nada  colectivo justifica la injusticia sobre un solo hombre, esa es la frontera.

6 -—Hay una ambivalencia contradictoria entre las gentes respecto al judío. Por una parte es un pueblo respetado y temido, por otra parte hay una actitud de rechazo hacia él, que se manifiesta en expresiones populares y despectivas, por ejemplo «perro judío», «hacer una judiada», «ser un fariseo», etcétera. ¿Qué opina de ello?

Creo, y me ha costado entenderlo, que se trata de una pasión destructiva de nuestra civilización (el origen puede estar o no en el cristianismo, hoy ya es un pozo oscuro, lo cierto es que se ha mantenido a lo largo de los siglos) el judaísmo representa aspectos de la responsabilidad y la libertad muy complejos a los que las sociedades reaccionarias combaten tradicionalmente.  Philip Roth en una de sus novelas aconseja a un personaje antisemita que vaya a una terapia de antisemitas anónimos. A veces  la discusión no tiene sentido, sería como convencer de la igualdad de la mujer, el hecho de la duda es terrible, y sin embargo, hoy hay lugares en los que es necesario hacerlo. Frente al antisemitismo únicamente cabe la defensa de los derechos de los hombres.  Como sucede a nivel individual, no hay que empeñarse en ser amados por quienes no quieren o pueden hacerlo, pero es esencial ser respetados y protegidos por las leyes, cuando estas se tergiversan y confunden, es cuando se enciende la señal de alarma y hay que combatir con la maleta lista, hoy en día debemos saber que puede pasar.

7 -Existe una penetración de lo judío en lo sagrado –incluso en el pensamiento de sus prohombres más modernos y racionalistas– como temor de Dios, como acatamiento del mandato divino, como escritura sagrada. Es curiosa, ¿no cree? Esa mezcla entre racionalismo científico y acatamiento de la divinidad.

Es cierto que no es necesario creer para ser judío, pero también que muchos judíos científicos y racionales creen sin contradicción. Vivimos en sociedades que se han desarrollado a partir del cristianismo que se queda en la base de la construcción de estas sociedades, de modo que  quienes no se definen entorno a lo religioso participan de la creencia cristiana de algún modo, por lo que no necesitan profundizar tanto en ello como un hombre judío que quiere mantener su identidad. Es diferente en Israel.

El acatamiento que llama a la divinidad no en el judaísmo puede ser igual de racional que el acatamiento a la ley social, al pacto social. De hecho el judaísmo se trata de un pacto (Berit). La ley pactada es una ley humana, que defiende al indefenso y busca la justicia, en este sentido, y ya lo demostró Mendelssohn, no entra en conflicto con la modernidad.  El judaísmo es como decíamos también pacto de tiempo y de futuro. Una civilización que no lanza su mano al futuro no perdura, por eso el judaísmo está vivo, porque pacta con el futuro.

Fuente: Revista Raíces