León_Opalín_IMG_3486

LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

 

A un año de que las fuerzas del Estado Islámico (EI) conquistaran la estratégica ciudad de Mosul, la segunda más importante de Irak después de Bagdad, su ofensiva militar le ha dado el control de un vasto territorio de ese país y más del 50.0% del de Siria; más allá de su dominio en estas naciones, el EI ha establecido bases con grupos yihadistas de Yemen, Arabia Saudita, Nigeria, Egipto, Libia y Argelia. La ocupación de Mosul fue clave para el EI para tener acceso a recursos estratégicos que lo fortalecieron; agua (en esa localidad se ubica la presa más grande de Irak); electricidad (embalses) y petróleo (pozos en explotación y oleoductos); así, “lo que ayer era un conjunto de grupos armados, fruto de la descomposición de Siria y de la ingobernable situación interna de Irak, hoy se configura como una realidad política con vocación de Califato”.

El EI estableció la capital de su Califato en la ciudad Siria de Raqqa, situada en la parte occidental de la región históricamente llamada Yazira, en el presente ubicada entre las repúblicas de Siria e Irak. La figura del Califato fue liderada por los discípulos de Mahoma en el siglo VII. El concepto político-religioso del Califato alcanzó su apogeo en el Imperio Otomano en el siglo XVI; posteriormente experimentó un largo declive, hasta que el fundador de la República Turca, Mustafá Kemal Atatuk lo abolió en 1924. Cabe destacar que el EI retomó el Califato no sólo como una mera entidad política, también como un “vehículo de salvación”; el musulmán que reconoce a un solo dios omnipotente, empero, muere sin haber jurado lealtad a un califica legítimo y sin haber cumplido las obligaciones de ese juramento, no ha vivido una vida plenamente islámica. El Califato es un instrumento de poder político porque reclama la autoridad religiosa sobre todos los musulmanes del mundo, más de 1,300 millones; el Califato tiene como objetivo declarado unir a todas las regiones habitadas por musulmanes bajo su poder; lo que implica una actitud imperialista.

El EI que se separó de la organización terrorista Al qaeda tiene múltiples elementos para configurarse como un Estado; población y territorio; el EI proyecta seguir expandiéndose a nivel regional y, en un futuro, al mundo. En su embestida a diferentes pueblos ha creado una alarmante crisis humanitaria; su avance originó una reacción militar de EUA que, junto con sus aliados, ha bombardeo posiciones claves del EI.

Las acciones bélicas del EI han cobrado fuerza en Libia, en donde se ha conformado un espacio ingobernable desde la caída del régimen de Gadafi en octubre del 2011; la influencia del EI está llenando huecos que generan una entidad con las tribus que allí habitan. Por otra parte, el 22 de mayo el EI perpetró su primer atentado en Arabia Saudita; un atacante suicida mató a 22 personas e hirió a 80 en una mezquita de una minoría chiita en El Kadi, en la provincia oriental, donde se encuentran los principales yacimientos de petróleo de esa nación, la principal productora del mundo. Prácticamente al mismo tiempo, explotó una bomba al frente de una mezquita chiita en la capital del Yemen, Saná, la milicia sunita del EI también se adjudicó la autoría de este atentado. Los atentados afectaron a dos países que se encuentran en un conflicto entre sí: Arabia Saudita que lidera desde marzo una coalición que combate a los rebeldes huties en Yemen. El gobierno Saudí pretende reinstaurar en el poder del Yemen al gobierno desplazado por los rebeldes, el EI amenazó con más ataques a Arabia Saudita “hasta expulsar a todos los infieles (chiíes) de la Península Arábiga, habrán días negros”; los chiitas de Arabia Saudita representan solo el 10.0% de una población de casi 30 millones.

Asimismo, recientemente el EI tuvo una importante victoria con la captura de Palmira en Siria, cuyos tesoros arqueológicos han sido declarados patrimonio de la humanidad por la UNESCO y Ramadi, capital de la provincia iraquí El Anbar. El retiro del ejército Sirio de Palmira, que cayó sin gran resistencia, confirma que Bashar El Assad, a instancias de Irán, “aceptó” un enfoque para conservar la Siria útil, donde se concentra del 50.0% al 60.0% de la población.

Las ruinas de Palmira, que conjugan lo mejor del arte grecorromano y persa con influencias locales, se hallan en peligro de ser destruidas por el EI, que rechaza la idolatría, como ocurrió este año en Mosul en donde los yihadistas destruyeron parte del legado chiita en Irak, principalmente estatuas y tumbas, que datan de hace tres mil años. En Ramadi el EI ha matado a cientos de miembros de las fuerzas de seguridad local y tribales que los combatieron; la mayor parte de la población de Ramadi, que en el pasado tuvo seiscientos mil habitantes, la abandonó hace varios meses, cuando comenzó la lucha por la ciudad al inicio del 2014. Al Anbar, es la provincia más extensa de Irak, delimita al norte con Siria (desde donde se reabastecen los yihadistas), al Oeste con Jordania y al sur con Arabia Saudita; es posible que con la toma de Ramadi el EI pretenda ejercer su influencia en Jordania.

¿Cómo se va a frenar a los fanáticos del EI cuyo autoproclamado Califa aseguró que el profeta Mahoma le ha ordenado hacer la Guerra Santa (yihad) hasta que solo se adore a Alá?; la yihad es obligatoria para todo musulmán que rinda cuentas a Alá”. La moneda está en el aire.