MAY SAMRA Y MIRIAM BALEY PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO.

Hace varios años, Moshe Levkovich, ortodoxo y activista social israelí, fundó un comedor popular en Jerusalén; sin embargo, notó que la comida no era suficiente y que quería hacer algo más. Así, formó Afikim hace 7 años, una organización que ayuda a las familias de bajos recursos y les ofrece, con el tiempo, oportunidades de vida y un mejor futuro. Afikim cuenta ya con once sedes: ocho en Jerusalén, una en Kiryat Shemona, una en Lod, y otra en el sur, en Kiryat Gat.

Enlace Judío México entrevistó en exclusiva al rabino Uri Ayalon, quien visitó México.

EJM:¿Es racista la sociedad israelí? 

Pienso que la sociedad israelí tiene un problema un poco más grande, y es que, antes de ser racista, es ciega; no ve al otro. No importa si eres etíope, pobre, mujer o árabe… ése es el problema.

Es un problema general que hay que tratar y curar en todos los aspectos, incluyendo el de las relaciones de la sociedad israelí con todas las comunidades. Los etíopes no son los únicos que sufren de ese fenómeno de no ver al otro.

La sociedad israelí ha pasado por muchos cambios: de una sociedad muy unida a una sociedad globalizada y más capitalista, donde se piensa más en los temas socioeconómicos y se comienza a ver menos a los otros. No es algo nuevo tampoco.

EJM:¿Qué sucedió con los etíopes?

Se cometieron muchos errores con ellos. Decidieron que no querían seguir así y, por eso, comenzaron a protestar. Pero debieron haber empezado diez años atrás.

Lo que vemos actualmente es resultado del trabajo de muchas organizaciones, como Afikim, que trabajaron con las generaciones más jóvenes y, hoy en día, son los que llevan los temas adelante. Son mucho más fuertes. Habrá que trabajar  este tema los próximos cincuenta años.

EJM:¿Qué debe hacerse para que el israelí vea al otro, ya sea etíope, mujer o árabe?

Un cambio radical en el pensamiento político, así como poner el enfoque en los temas socioeconómicos. Si el tema está presente, las cosas van a cambiar; pero, si no se toca, los ricos se harán más ricos, los pobres, más pobres, y todos los demás se quedarán muy solos. No sé si se logre pero, al enfocare en esos temas, se va a empezar a mover un poco la sociedad.

Parte de nuestros valores judíos y humanistas es tratar de hacer una comunidad en donde todos, por lo menos, vivan con honor. Que puedan sentirse parte de la sociedad y disfrutar de lo que ésta les puede dar. Por eso, creo que para la sociedad de Israel es un honor estar buscando todo el tiempo formas de mejorar. Y creo que se puede lograr. No solo en Israel, sino en todas partes.

EJM:¿ Qué sucede con la expulsión de las mujeres de la vía pública?

Se puede decir que atravesamos un proceso muy interesante. La situación es mucho mejor que hace cinco años.

Diseñé una campaña en contra de la expulsión de las mujeres de la vía pública porque en la parte ultra ortodoxa- Jerusalén o Beit Shemesh- hay veredas con posters que indican que las mujeres deben caminar  de un solo lado de la acera.

Está cambiando el idioma, el idioma de los valores. Hace tiempo, cuando sucedía algo en el mundo religioso, el secular pensaba “si algo les molesta a ellos, vamos a adaptarnos”. Hoy dicen: “Nuestro valor es la igualdad. Si quieres discriminar a mujeres, es tu problema, no el nuestro”.

Actualmente, hay más grupos de mujeres activistas, incluso de mujeres religiosas activistas. Inclusive, hay muchos hombres que luchan por la igualdad, y estamos en un mejor camino que hace unos años. Todos entienden que tienen que vivir juntos. El pluralismo es una parte inminente en Israel.

EJM: ¿Qué sucede con las Mujeres del Muro?

Muchas de ellas son amigas mías personales y las quiero mucho. Creo que tuvieron una evolución muy importante porque consiguieron todo lo que querían. Una de las cosas lindas de Jerusalén es que, cuando ganas, tu causa se convierte en un tema normal. Ya estamos viendo que se está volviendo normal que las mujeres recen en el Kotel. Hay que seguir hasta que sea completamente natural y nadie hable de ellas. Ésa  será la victoria más grande.

EJM: ¿Y la minoría gay?

El partido Habait Hayehudi dijo antes de las elecciones que estaba en contra de matrimonios gais, e hizo toda una protesta sobre la comunidad gay. Sin embargo, eso no quiere decir nada.

Creo que en este tema, Israel está muy adelantado. Somos muy progresivos. Si hay algunos que todavía no han llegado ahí, lo van a hacer.

 ¿Qué es Afikim?

Uri Ayalon: En Afikim, ponemos el enfoque en familias donde el potencial existe. Lo único que hay que hacer es dar una mano, una mano y por mucho tiempo; con una vez, no basta.

Trabajamos con población variada y una de las comunidades principales es la etíope. Tenemos muchas familias etíopes que están activas desde hace ya 7 años y hemos visto los cambios paulatinos cuando, en lugar de decirles qué hacer, trabajamos junto con ellos y llegamos a buenos resultados, rompiendo el círculo de la pobreza.

La forma en que trabajamos es una de las soluciones, especialmente para los años que vienen, a fin de que los hijos tengan un futuro mejor y la sociedad israelí no los olvide.

Trabajamos con los padres; hay que invertir en toda la familia, sin importar que los padres ya tengan una edad en la que es más difícil conseguir trabajo o aprender el idioma. Todos son importantes porque, de lo contrario, rompemos la familia, en lugar de unirla.

El tema de la pobreza es muy, muy importante hoy en día en la sociedad israelí, y pudimos ver en las recientes elecciones que los temas socioeconómicos ya toman una parte central de la agenda israelí, a veces más que los temas de seguridad. 

¿Cuál es su método?

UA: A los centros que tenemos, los chicos acuden después de clases y estudian, hacen sus deberes y se preparan para los exámenes. Además, los ayudamos a que mejoren en ciertas clases. También tenemos clases para padres, donde les damos herramientas sobre cómo ayudar a los hijos en los estudios y cómo ayudarse a sí mismos en cuestiones de trabajo, en su economía.

Somos una comunidad con una responsabilidad mutual y creo que cuando llevas familias pobres y las unes y formas una comunidad, puede que sigan teniendo problemas económicos pero ya no están solas. En una comunidad, hay mucha fuerza.