AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Por primera vez desde que su partido islamista ganara su primera victoria electoral en 2002, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, no hizo aparición pública la noche del 7 de junio. No hizo un discurso de victoria. De hecho, no hizo ningún discurso.

por Burak Bekdil

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Elecciones turcas, junio 2015. (Captura de pantalla)

No sólo no ganó la mayoría de dos tercios que deseaba para cambiar la constitución, el AKP perdió su mayoría parlamentaria y la capacidad de formar un gobierno de partido único. Obtuvo el 40.8% del voto nacional y 258 escaños, 19 menos que el requisito de mayoría simple de 276. Erdogan es ahora el sultán solitario en su palacio presidencial de $ 615 millones y 1.150 piezas. Por primera vez desde 2002, la oposición tiene más asientos en el parlamento que el AKP: 292 plazas contra 258.

“El debate sobre la presidencia, sobre la dictadura en Turquía ha terminado”, dijo un alegre Selahattin Demirtas después de los resultados de las encuestas preliminares. Demirtas, un político kurdo cuyo Partido de la Democracia de los Pueblos [HDP] entrara en el parlamento como partido por primera vez, al parecer con el apoyo de los turcos seculares, de izquierda y marginales, es el hombre carismático que destruyó los sueños de Erdogan de un sultanato electo. Haciéndose eco de una opinión similar, el socialdemócrata, Kemal Kilicdaroglu, líder del principal opositor Partido Republicano del Pueblo [CHP], comentó sobre los primeros resultados en lenguaje claro: “Nosotros, por medios democráticos, hemos puesto fin a una era de opresión”.

Lo que queda por delante está menos claro. En teoría, el AKP puede firmar un acuerdo de coalición con el tercer partido más grande, el derechista Partido del Movimiento Nacionalista [MHP], aunque durante la campaña, el líder del MHP Devlet Bahceli criticó a Erdogan duramente por embarazosas acusaciones de corrupción contra el presidente. Al mismo tiempo, es poco probable una coalición CHP-MHP-HDP, ya que debería reunir a los de otro modo archienemigos MHP y HDP.

La dirección del AKP podría estar planeando una ruptura, o elecciones anticipadas, pero casi no hay motivos racionales para ello, excepto arriesgar otra derrota en las urnas. El Parlamento puede intentar un gobierno en minoría, con el apoyo de uno de los partidos desde fuera de los escaños gubernamentales, pero esto sólo puede crear un gobierno provisional.

Dos resultados, sin embargo, se ven casi seguros: 1) El AKP está en innegable decadencia; los votantes han obligado a la política de compromiso en lugar de permitir que se ejecute un espectáculo de un solo hombre, con peleas internas aún más probables que la paz, y los nuevos musulmanes conservadores desafiando el liderazgo titular. 2) las ambiciones de Erdogan para una demasiado poderosa y autoritaria presidencia ejecutiva, islamista, “a lo sultán”, tendrán que entrar en el páramo político, al menos en los próximos años.

El 7 de junio puede haber marcado el principio del fin para el partido AKP. Que irónico; el AKP llegó al poder con el 34,4% de la votación nacional en 2002, obteniendo el 66% de los escaños en el parlamento. Casi 13 años más tarde, gracias a las características antidemocráticas de una ley electoral que ha defendido ferozmente, obtuvo el 40,8% de los votos y sólo el 47% de los escaños en el parlamento, bloqueando incluso la formación de una mayoría simple.

Burak Bekdil, con sede en Ankara, es columnista de Turquía para el diario Hürriyet y miembro en el Foro de Medio Oriente.

Traducción: Silvia Schnessel para Enlace Judío México

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