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EL NACIONAL

Enrique Krauze no advierte  signos de apertura al diálogo en el presidente Nicolás Maduro ni en su entorno de gobierno.

Desde su oficina en Coyoacán, Ciudad de México, el historiador, escritor y biógrafo mexicano expresó su preocupación por el veloz deterioro sufrido por la institucionalidad venezolana en los últimos años. Resaltó la importancia de las elecciones parlamentarias como ruta de escape pacífica y de apertura a la reconciliación.

—¿Usted ve en el presidente Maduro y sus colaboradores el talante requerido para dar un paso firme hacia el diálogo político?

—En absoluto. Ninguno. No tienen ni siquiera la disposición que ha mostrado Raúl Castro, desde hace un tiempo, para comenzar a dialogar con quienes no piensen como él.

—Si no hay talante en el gobierno para dialogar, ¿cuál es la ruta para resolver las diferencias?

—Espero que la presión internacional, que es menor a la que hubiera querido, pero existe una creciente conciencia internacional sobre el carácter dictatorial e incluso tiránico del grupo en el poder de Venezuela. Espero que esa conciencia internacional crezca y que se lleven a cabo las elecciones parlamentarias este año. Espero que la presión internacional, la presión interna, el descontento que existe, todo esto vaya convergiendo para que se lleven a cabo las elecciones. Y yo tengo mucha fe en que se vuelva a repetir, pero con mayor claridad, lo que vi en Venezuela en diciembre de 2007: que madres y jóvenes, los venezolanos todos impongan la fuerza soberana de su voto para que el Parlamento sea plural y el gobierno tenga que dialogar. La salida está en que existan esas elecciones.

—En los últimos 10 años cada elección en Venezuela es calificada como crucial. ¿Cuál es la dimensión real de las parlamentarias de este año?

—Creo que tienen una importancia capital porque ocurren después de un conjunto de hechos históricos: el acercamiento entre Cuba y Estados Unidos, la crisis económica y social de Venezuela, la caída de los precios del petróleo, el desabastecimiento y el descontento, las millones de personas que se manifiestan y los millones que no se manifiestan pero saben en su fuero interno que Venezuela necesita cambio y reconciliación. Las palabras clave son cambio, diálogo y reconciliación. Los venezolanos van a tener que entender, aun los más afines al régimen, que no pueden negar la infinita ineficiencia, ineficacia y corrupción del gobierno actual.

—Esta semana el expresidente Felipe González responsabilizó al presidente Maduro por la catástrofe de Venezuela, pero Maduro heredó los resultados del modelo de Chávez. ¿Quién es el responsable? Y más aún, ¿es importante determinar esas culpas?

—En primer lugar, creo que Venezuela vive un momento en el que lo más importante es ver el presente y mirar hacia el futuro, centrarse en las elecciones próximas. Eso es lo primero, antes de buscar culpables y responsables, y de revisar en la historia. Hay que hacerse cargo del presente porque el presente tiene un componente de urgencia enorme. En segundo lugar, creo que el régimen de Maduro es el heredero elegido monárquicamente por Hugo Chávez, quien gobernó a Venezuela como un monarca absoluto. Lo que vemos ahora es una consecuencia de lo que yo llamé el delirio de poder de Hugo Chávez. La concentración de poder en manos de una persona siempre ha llevado a la desgracia, a la postración y muerte de millones de personas. El siglo XX está plagado de muertes provocadas por el delirio político de un hombre. Yo creo que Hugo Chávez está en ese elenco. Aunque él no asesinó, no fue un sanguinario y aunque pudo haber tenido una vocación social, es indudable que concentró el poder y desnaturalizó la democracia venezolana. Por su puesto que su liga con Fidel Castro, su sueño del socialismo del siglo XXI y todas las muchas formas en que él desarticuló la vida política, económica y social de Venezuela son responsables de lo que sus herederos han hecho, pero creo que sus herederos son muy inferiores a Chávez. Yo, al ver las noticias sobre las ligas con el narcotráfico de algunos altos políticos y la incapacidad patética de Nicolás Maduro, no digamos ya para gobernar sino para hablar, me parece que estamos frente a un grupo de políticos y militares que se han apoderado de Venezuela como su propiedad privada.

—Usted ha dicho que mientras Venezuela está en una crisis profunda la OEA duerme la siesta. ¿Cree que la elección de Luis Almagro como secretario general de la OEA podría inyectarle un poco de cafeína a la organización, dotarla de anteojos y devolverle el habla o eso es algo que depende de los presidentes de los países miembros?

—Lamento mucho la actitud de cinismo, de cobardía, de hipocresía tanto de los gobiernos como de los representantes de esos gobiernos en la OEA. Por muchísimo menos la OEA se ha rasgado las vestiduras cuando se trata de regímenes autoproclamados de izquierda, pero no tocan ni con el pétalo de una rosa al señor Nicolás Maduro, que ha violado todas las libertades políticas imaginables. Es indudable que los países de América Latina y la OEA misma han tenido un doble rasero para juzgar a Venezuela. Pero quiero decirle algo: la historia los va a juzgar. Llegará el momento en el cual Venezuela cambie porque no me cabe la menor duda de que esto tiene fecha de caducidad. Yo espero y hago los votos más firmes y convencidos de que sea por la vía pacífica, de la democracia de las elecciones. Cuando eso empiece a cambiar, quienes son los representantes de América Latina en la OEA sabrán que sus biografías tendrán esa gigantesca mancha.

—¿Qué representa para la libertad de expresión en Venezuela la demanda contra tres medios venezolanos por difundir una información internacional sobre un alto funcionario del gobierno?

—En México la Suprema Corte emitió en 2010 un laudo en el cual sentó precedente de que todas las figuras públicas son sujetas a crítica. La crítica puede ser acerba, dura, firme, hasta injusta, pero entre más relevancia pública tenga una persona, más libertad de expresión tiene el crítico, el periodista, el escritor, el ciudadano para criticar. A más responsabilidad pública y visibilidad pública, mayor la latitud que tiene el crítico para ejercer su libertad frente al poderoso. Eso quiere decir que un presidente, un presidente de una Asamblea Nacional, un político tiene que aceptar no solo tolerar, sino aceptar absolutamente todas las críticas. Puede refutarlas con el derecho de réplica, pero no tiene en México ningún derecho a presentar querellas civiles o penales contra periodistas, medios o periódicos que los critiquen. Creo que el caso venezolano y el ecuatoriano son páginas vergonzosas de los políticos que intentan atemorizar y poner un bozal a la libertad de expresión. También por eso serán juzgados por la historia. En México, en las redes sociales, en los periódicos, en los medios se critica de manera muy firme, muy dura, a veces incluso injusta a los personajes de la política pero no conozco a ninguno que se le haya ocurrido, ni antes del laudo de la Corte ni después, demandar a un periódico.

—Usted le hizo una biografía al presidente Hugo Chávez. ¿Le haría una biografía a Nicolás Maduro o a Diosdado Cabello?

—No, porque para escribir una biografía uno tiene que tener una mínima empatía o un mínimo respeto por el personaje. Creo que Hugo Chávez, con todos sus grandes errores y delirios, tenía una dimensión, era un hombre impresionante en cierta medida. Bastaba verlo en la televisión. Además era un hombre que también respondió a ciertos resortes de la historia venezolana tan caudillesca, tan militarista, pero Nicolás Maduro y el señor Cabello no merecen ni un pie de página.

—¿Qué mensaje enviaría a los periodistas perseguidos y a los venezolanos todos?

—Para los periodistas, toda mi solidaridad. Escritores como Mario Vargas Llosa, políticos como Felipe González, escritores de todas las latitudes vemos el caso venezolano con enorme preocupación. Quisiéramos hacer más, pero solo tenemos nuestra pluma y nuestra palabra. Por lo pronto, un abrazo enorme a todos ellos. También un gran abrazo a los presos políticos, en particular a Leopoldo López, cuya valentía es de la dimensión de las mejores gestas de la historia venezolana. Y a los venezolanos en general, a las venezolanas sobre todo a las madres y a los jóvenes: no pierdan la esperanza y no dejen de luchar porque esas elecciones parlamentarias se lleven a acabo pacíficamente y la majestad del voto limite el poder de estos hombres que tanto daño le han hecho a Venezuela.

 

Fuente: entornointeligente.com