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LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO  MÉXICO

Colonialismo Interno

En el sitio de Enlace Judío apareció el 26 de mayo pasado un artículo de José Serur (JS), arquitecto, desarrollador inmobiliario y aviador, entre otras actividades que desempeña, en el que analiza con perspicacia la discriminación racial y social, principalmente, que permea a la sociedad mexicana, y que de alguna manera, ésta hipócritamente evade, fenómeno que desde el punto de vista humano es indignante.

JS describe el racismo existente en la república a través de la publicidad en el ámbito inmobiliario, empero, que trasciende a este sector; su escrito se denomina Xenofobia Inmobiliaria. Comenta que una tarde contemplando el paisaje urbano de la zona de Santa Fe, le sorprendió la gran cantidad de nuevos proyectos habitacionales y comerciales en construcción; JS dice que en este panorama resulta sumamente inquietante que la publicidad de todas las bardas exteriores de las construcciones, sin excepción, muestran fotografías de los futuros beneficios de vivir ahí, de personas “de rasgos físicos de Suecia y Noruega, corriendo por los patios con niños de cabelleras y ricitos de oro”. Asimismo, se muestran anuncios espectaculares de mujeres prototipo ruso en gimnasios; no hay publicidad de figuras con rasgos indígenas.

JS señala que igualmente en la publicidad de tiendas departamentales, en revistas y en otros medios de comunicación, prevalecen las mujeres y hombres blancos tipo “vikingo”. Considera que los mexicanos estamos peleados con nosotros mismos, existe autorechazo; el mensaje de la publicidad finalmente es la “aspiración de los mexicanos de ser güeritos”. JS consigna que la sociedad mexicana de ser unida, por lo menos en el futbol, “es lastimosamente clasista y feudal”, y yo añadiría racista, lo que implica que a cualquier individuo con piel oscura y rasgos indígenas se le vincule con ser naco; “los mexicanos no aceptamos que nosotros mismos estamos resentidos con nuestro origen mestizo”.

Considero que las reflexiones de JS no constituyen un mero ejercicio intelectual, el racismo es una práctica visible en México desde la Conquista Española; los conquistadores, para justificar y esconder la explotación que ejercían sobre los pueblos indígenas que dominaban, decían que se trataba de gentes inferiores, cuyas costumbres y pensamientos fueron sometidos a una crítica implacable y a la vez que inconsistente desde un punto de vista ético y científico. El racismo de los conquistadores se radicalizó con la Iglesia Católica, al extremo de sostener que los indios carecían de alma y no pertenecían a la especie humana. El Papa Pablo III para no menguar la labor evangelizadora intervino y en su bula Sublimis Deus (1537) dijo que sí tenían alma y eran verdaderos hombres y que no solo eran capaces de entender la fe católica, sino que se hallaban deseosos de recibirla. La bula fue un importante instrumento de la Conquista que ayudó a la resignación y sometimiento de los indios. Si bien sacó de la condición de animales a los indígenas, no por eso se libraron de la inferioridad, calidad indispensable para justificar la Conquista.

La Conquista fue cruel y despiadada, causó numerosas muertes de indígenas; cuando la literatura social empezó a reflejar la realidad del campo mexicano, “se les erizaron los pelos a los latifundistas y a sus sirvientes”, basta recordar el famoso sistema de la “tienda de raya”, prototipo de la época porfiriana, donde el indígena y sus familias vivían prácticamente en una situación de esclavitud, que de alguna manera y, a pesar de la revolución mexicana persiste en nuestros días.

La conquista española fue la génesis del racismo en México, posteriormente se añadió el derivado de la invasión de EUA y Francia a México y de las corrientes de “inmigrantes blancos” a nuestro país en diferentes épocas. Recuerdo que desde niño percibía la discriminación racial para los indígenas y para los grupos de menor ingreso. Esto fue muy evidente con la servidumbre que trabajaba en los hogares de México y que persiste en nuestros días. En mi familia la situación era diferente porque las “criadas” eran parte de la misma; en mis primeras Crónicas relaté varias veces cómo era nuestra relación con nuestras nanas, por las que sentíamos gran afecto. La servidumbre ha sido un eficiente mecanismo de integración de la gente de las poblaciones del campo a la sociedad moderna; no obstante, el flujo de “criadas” a los hogares mexicanos ha disminuido en términos relativos”, porque éstas han encontrado otras opciones de ocupación en fábricas y actividades productivas, en donde generalmente su ingreso neto es menor al que reciben en los hogares que incluye alojamiento, comidas y otras prestaciones, empero, se sienten con mayor libertad fuera de los hogares.

La discriminación racial, social y religiosa persiste en nuestros días; sin embargo, los “morenitos” han tenido más oportunidades de capacitarse y pueden desarrollar actividades de mediana y alta complejidad; se han integrado sobre todo a grandes empresas extranjeras en las que no existen tantos prejuicios sociales. No obstante, el atavismo de la discriminación racial y la marginación social en México es muy significativo. Todos somos culpables de un abominable sistema que lastima a la gente. Son pocos los ciudadanos en este país que no practican la discriminación. Esta realidad, reforzada por los poderes fácticos, agobia a los mexicanos y retrasa el desarrollo del país.