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PILAR RAHOLA

 

Me voy a meter en un lío. Es lo que me dice la vocecita de marras que pulula por alguna zona neuronal dotada de la capacidad del incordio.

Quizás es la voz de la razón (me diría alguien que me quiere), pero poner bozal a la opinión libre no forma parte de mi credo. De mi credo y del compromiso con ustedes, gentes que tienen a bien visitar este edificio de palabras donde habitan mis ideas.

Además, ya se sabe que hay cuestiones que no se tocan, no fuera caso que el guardián de la corrección política nos enviara a galeras. Y, sin embargo, ¡cuánta necesidad de incorrección, en estos tiempos de dogmas de fe, consignas al viento y salvadores del pueblo! Con las prevenciones al pairo, me lanzo a la piscina: ¿por qué motivo hay tanto papanatismo en los medios cuando se trata del islam?

Y no me refiero a los temas gruesos del islamismo y el fanatismo, sino a algo menos ampuloso. Me refiero a la cantidad de información y entusiasmo con que estos días se anuncia el Ramadán, con tal profusión de imágenes y noticias que parece que nos ha tocado el gordo a todos.

Por supuesto, entiendo que los noticieros de una sociedad plural se deban a todas las culturas y religiones, pero tengo la impresión de que, en este caso, le ponemos sobredosis, como si nos hiciéramos perdonar algo. Y personalmente creo que es un grave error poner el acento permanente en la religión cuando hablamos del islam.

Primero, porque damos por hecho que ser musulmán es ser, necesariamente, creyente, practicar la ortodoxia y seguir al imán de turno. El ejemplo sirve, porque añade una pregunta antipática: ¿por qué son imanes la mayoría de los interlocutores con las administraciones públicas? Cosa que, por cierto, acostumbra a dejar a las mujeres fuera… Es como si, por poner un ejemplo, los sacerdotes católicos fueran los interlocutores de los colectivos latinos. No tiene ningún sentido, a no ser que caigamos en la trampa islamista.

Además, nunca he visto tamaño entusiasmo para explicarnos que ha llegado el Rosh Hashaná, a pesar de la secular comunidad judía que vive entre nosotros. Y tampoco imagino dosis ingentes de televisión y radio anunciando que llega el ayuno de Semana Santa. Y todo ello no pasa porque hablar de católicos es reaccionario, carca y no sé cuánto, y hablar de judíos, ni les cuento, que nos cae la intemerata. Pero, en cambio, cuando se trata del islam, nos sale la vena progre, le damos al paternalismo occidental, nos ponemos multiculturales y acabamos siendo los propagandistas de ideas altamente reaccionarias.

Fuente:lavanguardia.com