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BRET STEPHENS

 

El relato franco de Michael Oren sobre la política para Medio Oriente de Obama que le ha ganado los enemigos correctos.

Michael Oren, ex embajador de Israel ante Estados Unidos, ha escrito la biografía diplomática más inteligente y juiciosa que he leído en años, y he leído mi parte. El libro, llamado “Aliado“, tiene la virtud de ser políticamente relevante e históricamente importante. Esto tiene al gobierno de Obama—el cual no sale muy bien parado en el relato del Sr. Oren—en un ataque de irritación épico.

El berrinche comenzó hace dos semanas, cuando el Sr. Oren escribió un artículo de opinión en este diario titulado poco diplomáticamente “Cómo Obama Abandonó a Israel.” El artículo no absolvía a Israel de cometer errores en sus relaciones con la Casa Blanca, pero señalaba que la mayoría de esos errores fueron fallas de ejecución. Los insultos de la administración hacia Israel fueron generalmente premeditados.

Como, por ejemplo, mantener a Israel en la oscuridad acerca de las negociaciones de Washington tras bambalinas con Teherán, lo cual es el motivo por el cual Israel parece estar espiando las conversaciones nucleares en Suiza. O filtrar noticias de operaciones militares israelíes secretas contra Hezbolá en Siria.

El artículo de opinión del Sr. Oren provocó que Dan Shapiro, embajador estadounidense en Tel Aviv, llamara a Benjamín Netanyahu y le demandara que él denuncie públicamente el artículo de opinión. El primer ministro se opuso por considerar que el Sr. Oren, ahora un miembro de la Knesset, ya no trabaja más para él. El ex embajador, también uno de los historiadores más célebres de Israel, no es ni siquiera miembro del partido Likud de Netanyahu, lo que lo hace difícil de encasillar como un agente del aparato de la derecha.
Pero es típico de la administración que ningún desaire israelí es muy menor como para no toparse con reacción exagerada—y no sólo debido a que el Sr. Obama y su séquito tienen pocas pulgas. Una de las revelaciones de “Aliado” es cuán dispuesta estuvo la administración a fabricar crisis con Israel, aparentemente bajo la teoría que las relaciones tensas apaciguarían a los palestinos y extraerían concesiones del Sr. Netanyahu.
En cierta medida, funcionó: En el año 2009, el Sr. Netanyahu apoyó un estado palestino, un paso sin precedentes para un líder del Likud, y más tarde él impuso una moratoria de 10 meses en la construcción en los asentamientos, una medida que ni siquiera tomaron jamás líderes del Partido Avodá como Yitzhak Rabin.
Pero ninguna concesión israelí podría apaciguar jamás a Barack  Obama, quien tenía el hábito de exigir riesgos políticos heroicos del Sr. Netanyahu mientras esperaba deferencia heroica a cambio. En el año 2010, durante una visita de Joe Biden, un funcionario israelí aprobó permisos para la construcción de vivienda en un barrio de Jerusalem que Israel considera una parte integral de la municipalidad pero los palestinos consideran un asentamiento.

La administración se puso del lado palestino. Hillary Clinton pasó 45 minutos reprendiendo a Netanyahu por teléfono. El Secretario de Estado Adjunto, Jim Steinberg, “convocó” al Sr. Oren y  le leyó la lista de exigencias de la administración. Lo que sigue es una de las escenas más memorables en “Aliado.”
“Steinberg agregó sus propios comentarios furiosos—empleados del departamento, escuché más tarde, prestaron atención a nuestra conversación y vitorearon—sobre el insulto de Israel al presidente y el orgullo de los Estados Unidos. Luego llegó mi turno de responder.
“‘Déjeme ver si comprendo,’ comencé. ‘Nosotros desairamos en forma inadvertida al vicepresidente y nos disculpamos, y yo me convierto en el primer embajador extranjero convocado por este gobierno ante el Departamento de Estado. Bashar al-Assad es anfitrión del presidente iraní Ahmadinejad, quien llama a asesinar a siete millones de israelíes, ¿pero convocan ustedes al embajador de Siria? No, ustedes envían nuevamente a su embajador ante Damasco.’ ”
“Aliado” está lleno de tales escenas, lo cual ayuda a explicar el motivo por el cual enfurece a esta administración. La verdad duele. El Presidente Obama se jacta constantemente que él es el mejor amigo que Israel ha tenido en la historia. Después de leer el libro del Sr. Oren, una evaluación más justa es que el Obama es un gran amigo cuando las decisiones son fáciles—apresurar equipo de combate de incendios para Israel durante un incendio forestal—un amigo a regañadientes cuando las decisiones son incómodas—oponerse al intento palestino de independencia en la ONU—y ningún amigo en lo absoluto cuando las decisiones son difíciles—impedir que Irán obtenga una bomba.
Los mejores amigos están contigo cuando las decisiones son difíciles.

Desde que fue publicado “Aliado”, el Sr. Oren ha sido denunciado en términos casi histéricos en los medios de comunicación, israelíes y estadounidenses. En Israel lo mordaz es política como siempre y en los Estados Unidos es chupar las medias al presidente como de costumbre. Los comentarios más desagradables vinieron de León Wieseltier, la eminencia gris de revistas menores, y los más tediosos vinieron de la Liga Anti-Difamación, esa fábrica de pronunciamiento moral. Cuando las personas que te están aullando son éstas, probablemente has hecho algo bien.

El Sr. Oren lo hizo. Su biografía es la mayor contribución hasta ahora a una creciente literatura—desde “Nación Prescindible” de Vali Nasr a “Luchas que Valen la Pena” de León Panetta—describiendo de qué manera es elaborada la política exterior en la Era de Obama:
elevado en sus pronunciamientos y rico en su imagen propia,  pero incompetente en su ejecución y desconcertante en sus resultados. Bien por el Sr. Oren por proporcionar prueba tan exhaustiva de los hechos como él los vivió.

 

 

Fuente: The Wall Street Journal-                                                                                                                 

Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México