DIEGO BOLAÑOS PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO

“Confieso que soy una pasajera que no entiende este viaje y le he dado sentido con la palabra, con la palabra de la poesía, lo más importante que me ha aferrado a este sitio que compartimos. He comprendido que en la vida se es y se está. Pero al pensar sobre la muerte, concluyo que se deja de estar y se sigue siendo” escribe Andrea Montiel, quien presentó, el pasado domingo 5 de julio, en el Instituto Cultural México Israel,  “Kadish en tres tiempos”, tres poemas rituales dedicados a tres personas queridas a ella y desaparecidas.

“¿Por qué llamar de esta manera el homenaje a quienes inspiraron con sus particulares esencias cada uno de sus libros?” se pregunta Clara Meierovich, una de las presentadoras de la obra, y se responde:

 

PORTADA SOLSTICIO DE VERANO...

“Pienso, que tal vez se deba a su intención de conferir a los invocados un hado de santificación –Kadish– palabra aramea perteneciente al  pueblo bíblico que habitó el antiguo país de Aram, al norte de Siria”.

“Kadish, Kadosh, santificado en hebreo, es uno de los rezos torales del Judaísmo, redactado casi en su totalidad en arameo -conjunto de lenguas semíticas de la misma familia que el hebreo y el fenicio, que se hablaron en el Cercano Oriente y que aún se conservan en algunas comunidades de Siria y Líbano. Kadish es una alabanza y una glorificación al nombre de Dios, al que se le pide la redención y el advenimiento del Mesías. Se reza Kadish, como “Lamentación” y como parte del ritual, sobre todo, en los funerales y en el lugar del sepulcro. La liturgia del Kadish yatom tuvo una vasta dispersión geográfica y práctica en los templos desde inicios de la Edad Media. Es la plegaria en memoria de los muertos, teniendo ésta la mayor significación para lo cual se requiere de un Minián de por lo menos diez varones. Actualmente, y por iniciativa de los religiosos reformistas, puede practicarse, asimismo, con la participación de mujeres para elevar la plegaria”.

PORTADA DESDE EL OLVIDO

Ante una sala completamente llena, en un evento de gran elegancia, Angelina Muñiz Huberman explica la composición de la obra:

“Andrea Montiel ha reunido tres poemarios en torno a la vida y muerte de sus seres queridos, abuela, padre y madre: Para recordar la lluvia… En el solsticio de verano, durante las lluvias vesperales…  Desde el olvido. Tres poemarios que, en el fondo, son un canto a la vida que ha cumplido su cometido y que, ante el misterio de la creación poética, eleva en arte la soledad y la melancolía.

El género elegiaco ha acompañado la historia de la humanidad desde las épocas más remotas. El fin de la vida necesita ser cerrado y, al mismo tiempo, recordado constantemente. Los ritos en su entorno, cánticos y rezos son parte primordial de la memoria. No hay cultura que no los desarrolle. Proveen un cierto consuelo ante lo inevitable y pareciera que alargan la vida por medio del ritmo de la poesía.”

Fernando Bonilla y René Avilés Fabila, así como Shula Shrem completaron la mesa de honor.

PORTADA PARA RECORDAR... LA LLUVIA

Dejamos a Andrea Montiel el comentario final:

“Porque el ser permanece, el ser perdura a través de sus remembranzas, sus hijos, empresas, sueños, de sus recetas de cocina o sus consejos. También de su arte y sus creaciones, sean artesanías o esculturas, lienzos, dibujos, fotos fijas o en movimiento, pentagramas colmados de sonidos, la voz y el canto de los instrumentos, o libros repletos de palabras”. 

“Por ello para comprender al menos algún lapso de mi propia vida y de las vidas de mi padre, de mi madre y de la madre de mi madre, escribí sobre su muerte”.

“Como una vez, hace no sé cuánto tiempo le dije a mi Rosita:

Sabes madre

la vida 

es un gran sueño del que nos damos cuenta

           cuando termina…”