AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO

 Como cada primer sábado de mes, el pasado 4 de julio, se llevó a cabo la reunión de APEIM (Asociación de Periodistas y Escritores Israelitas de México), la cual inició con un minuto de silencio en memoria de Jacobo Zabludovsky Z”L.

Jacobo  Zabludovsky fue merecedor del Premio APEIM. A la vez, la Asociación organizó un homenaje al gran periodista, en el cual Manuel Taifeld, ex Presidente de APEIM, compiló varias fotos inéditas de la infancia, juventud y trayectoria del gran periodista, en un video conmemorativo que  se publica por primera vez en la Red. Acerca del mismo, relata Taifeld:

“Tuve el privilegio de hacerle a Jacobo dos audiovisuales: uno se presentó como un Homenaje del Comité Central en la Comunidad Sefaradí, en la calle de Monterrey, cuando tenían un salón de fiestas, en el anexo. El otro y el más emotivo fue el que le hicimos aquí en APEIM. ¿Por qué emotivo? El audiovisual eran sin palabras, únicamente con imágenes que me había proporcionado su secretaria; imágenes de él desde que era niño y a lo largo de toda su carrera periodística. Aparecían todos quienes él había entrevistado, y era con música que a él le gustaba. Cuando terminamos de presentar el audiovisual, se recordará que por primera vez lo vimos llorar, eso fue para nosotros muy emotivo. Hay mucho que decir de él y seguirá habiendo mucho que decir de él”.

A su vez, Jacobo Contente, fundador y ex presidente de APEIM, reconoció a quien fuera  “todo un maestro, un “tocayazo”:

“A Jacobo lo conocí hace unos veinte años, y lo reconocí con Esther Shuster y su esposo en su casa donde solía hacer reuniones de amigos. A Jacobo le gustaba la música rusa y, en conjunto al esposo de Shuster, quien fue soldado en la Segunda Guerra Mundial del lado ruso, cantaba marchas triunfales en ruso, junto con una buena copa o un whisky”.

“A mí me daba cierto temor, de que si le hablaba no me contestara el teléfono; sin embargo, ahí lo reconocí como una persona muy humana, muy atenta y lo que es Sarita, definitivamente una mujer extraordinaria, que es la que tenía el poder tras el trono, ella movía las teclas y lo mantuvo siempre con una sabiduría digna tanto en al área familiar, artística y de amistades, sobre todo”.

“Posteriormente, cuando le pedí que me prologara el libro sobre cosas judías que publiqué hace ya varios años, me apoyó. Lo fui a ver a su oficina, en el Edificio Esmeralda, cerca de las vías en Polanco, por cierto muy bonita, llena de libros y me trató muy bien”.

“Anterior a esto, referente a la entrevista que está en Intelecto Hebreo, que apareció hace cinco años y la entrevista es de 1994, tiene más de trescientas mil visitas. Dio muy pocas entrevistas a medios judíos y aún menos  a medios nacionales. Aunque no se conociera la parte intima de él, no ocultaba nada. Nunca ocultó el problema que hubo con Televisa; no lo dijo, pero tampoco lo ocultó, diciendo al final de su último programa de 24 Horas “Es el último programa”. Acto seguido,  se paró y se fue. Ahí empezó otra faceta del periodista. Él empezó incluso con los toros, conocía mucho de ello, incluso hasta toreó en el ruedo que tiene en su rancho.

Fue una persona que fue de acuerdo a los tiempos, estuvo en el lugar preciso, no sólo se conformó con el lugar, sino que lo superó las expectativas de la gente que lo contrataba. En Televisa necesitaban una persona para el medio de las noticias, de espectáculos incluso, porque hizo muchas entrevistas a artistas como, Pedro Vargas, María Victoria, en fin dio mucho de si. A veces él decía ‘yo necesito de un mes de vacaciones y lo hacía’, agarraba sus “tiliches” y se iba, podía ser a España o Francia que es lo que más le gustaba, se metía al cine o a las librerías que aquí no lo podía hacer muy seguido, realmente venía renovado. Sí, hubo muchos que lo llamaban maestro, pero más que maestro era amigo de todos ellos, el camarógrafo, el tramoyista, todos lo querían muchísimo.

En XEX tuvo muchas amistades. En la separación de Televisa hacia la radio, hubo un período un poco largo, donde sí se vino para abajo emocionalmente, donde estaba un poco deprimido. Fuimos a desayunar y realmente se veía sentido, mas no fracasado. Decía: ‘Voy a seguir con lo que me gusta”. Entró a Radio Red, y también “la hizo” de forma muy original. Ante la acusación de que era muy creído, dijo a los taxistas: ‘hábleme usted, yo sí contesto’. Lo superó todo con cosas originales, haciendo un poco de chascarrido con su forma de hablar, su forma de vida y la comida definitivamente.

Yo recuerdo muchas cosas agradables, le agradezco la inspiración y el tesón que me enseñó para las cosas. Lo que me enseñó, no puedo decir de profesión, porque nunca he ganado como editor, como impresor sí. En esta profesión sí es difícil, hay que ser constante. Recuerdo hablarle a las seis treinta de la mañana a la oficina y ahí estaba, en una ocasión le dije, ‘como que ya no tienes edad para esto’. Le valía gorro si tenía que viajar en motocicleta o si había algún inconveniente: él llegaba adonde tenía que llegar, porque así era él.

Para mí lo más valioso de Jacobo fue no olvidar sus orígenes, el ser judío. Esa forma de llevar su familia recordando siempre sus raíces y su origen merece todo el honor que puede recibir un hombre. Vemos que fue enterrado en el panteón judío. En el medio donde estaba hay muchas tentaciones y mucha política.

No hay que olvidar que no era dueño de Televisa ni del PRI, hay que comprender la situación, era un personaje polémico.

En una ocasión yo le dije “Cuando te mueras te vamos a llevar a la Rotonda de los Hombres Ilustres” y me contestó: ‘¿Hay cantina?’

Fotos cortesía Manuel Taifeld