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PASCAL ROY

 

Por primera vez desde abril de 2014, fecha que marcó el fracaso de las negociaciones impulsadas por John Kerry, esta iniciativa vuelve a poner de actualidad la cuestión crucial de la paz entre israelíes y palestinos.

Un portavoz del Ministerio francés de Asuntos Exteriores lo ha reiterado esta semana: “Francia sigue buscando reanudar las negociaciones de paz entre Israel y Palestina.” Esta confirmación desmiente la sospecha según la cual el país galo hubiera desistido de su plan unos días apenas después de haberlo sometido a las partes. Una sospecha que viene a raíz de las declaraciones emitidas en este sentido, entre otros, por el propio Riad Malki, Ministro de Asuntos Exteriores de la Autoridad Nacional Palestina.

Este último acontecimiento resalta la fragilidad del plan de paz que Laurent Fabius, Ministro de Asuntos Exteriores de Francia, presentó a finales de junio a palestinos e israelíes. Este plan se articularía en tres fases. La idea primera es que las partes vuelvan directamente a la mesa de negociaciones, sin ninguna injerencia de terceras partes. Luego, como Laurent Fabius propuso a la Liga Árabe en El Cairo, se trataría de crear un Comité Internacional de apoyo para acompañar a las partes en el último tramo de las negociaciones, momento en el cual se suelen presentar los mayores problemas, como se ya se vio en el pasado. Tal comité se compondría de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas así como representantes de la Unión Europea y de países árabes. Y, finalmente, la comunidad internacional vendría a ratificar el proceso a través de una Resolución de la ONU, sin precisar en qué consistiría exactamente.

La propuesta fue recibida con optimismo pero sin muchas esperanzas por parte de Mahmoud Abbas, poco convencido de la presión real que pueda ejercer sobre Israel la comunidad internacional en general, y Estados Unidos en particular. Abbas todavía tiene en mente el rechazo por parte del Consejo de Seguridad de la ONU, en diciembre pasado, de una resolución palestina para buscar un acuerdo de paz en 12 meses y poner fin a la ocupación.

En Egipto y Jordania, la propuesta fue recibida de forma positiva pero con poco entusiasmo, pues tanto el presidente Abdelfatah al Sisi como el rey Abdalá II llamarón la atención de Fabius sobre otras preocupaciones prioritarias en la región, como son ISIS , el caos en Irak, en Siria y en Libia así como la inestabilidad en el Sinaí.

Menos cordial fue el recibimiento por parte del Primer Ministro de Israel, Benjamín Netanyahu. Unas horas antes de reunirse con Laurent Fabius, y sin mencionar el nuevo plan de paz que éste traía debajo del brazo, no dudó en rechazar cualquier tipo de imposición sobre Israel por parte de la comunidad internacional, reiterando más tarde que “sólo se alcanzará la paz a través de negociaciones directas entre las partes, sin condiciones previas. No a través de resoluciones de la ONU que se intentan imponer desde fuera”. Durante la reunión con el ministro francés, Netanyahu se mostró especialmente escéptico sobre la voluntad negociadora de los palestinos sobre todo “si creen que la comunidad internacional está dispuesta a darles lo que quieren sin siquiera negociar.” Asimismo, insistió en la necesidad de garantizar la seguridad de Israel antes de hablar de paz, y recordó que las negociaciones sólo se reanudarán si los palestinos reconocen a Israel como estado judío.

Es cierto que el contexto no es favorable para que palestinos e israelíes se sienten de nuevo en la mesa de negociaciones. Por una parte, existe una gran preocupación en la región por la amenaza cada vez mayor del ISIS en Siria, Irak y el Sinaí. En Cisjordania, Mahmoud Abbas no pasa por su mejor momento en términos de popularidad y sigue sin alcanzar una reconciliación con Hamás, tan necesaria para que los palestinos vuelvan a hablar con una sola voz. Y en el nuevo gobierno israelí elegido en marzo, el más conservador y nacionalista que se recuerda, algunos ministros se muestran  reacios a cualquier atisbo de negociación con el vecino, mientras que Netanyahu se dedica, de momento, a gestionar la crisis sin más visión a medio o largo plazo.

Pero el nuevo plan presentado por Francia tiene el mérito de existir. Por primera vez desde abril de 2014, fecha que marcó el fracaso de las negociaciones impulsadas por John Kerry, esta iniciativa vuelve a poner de actualidad la cuestión crucial de la paz entre israelíes y palestinos. Y el hecho de que se apoye en una posible resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas puede suponer una presión importante para Israel, más aún desde que la Casa Blanca abrió la puerta a reducir la protección diplomática de EE.UU. a Israel en la ONU, según declaró el portavoz del presidente Barack Obama nada más conocer el resultado de los comicios israelíes en marzo pasado.