Barack Obama and Binyamin Netanyahu at the White House in 2010

URI DROMI – Pocas personas que ahora debaten furiosamente el acuerdo con Irán han leído las 160 páginas del mismo. Lo dudo si alguna vez lo harán, y de todas maneras, eso no modificará su forma de pensar.

Los que lo apoyan se adhieren al mensaje del presidente Obama en la Casa Blanca, es decir, coinciden en que este es “un acuerdo amplio a largo plazo con Irán, que le impedirá que obtenga armas nucleares.Aquellos que se oponen al acuerdo citan al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, llamándolo “un error histórico impresionante”. No parece haber un término medio en este caso.

Personalmente, creo que este es un mal acuerdo. Irán consigue lo que más desea – el levantamiento de las sanciones – mientras mantiene su condición de Estado en el umbral de poseer armas nucleares, con la posibilidad de cruzar el límite cuando se presente la oportunidad. Como expertos del engaño y el encubrimiento, los iraníes seguramente serán capaces de mentir a los ingenuos inspectores.

Al mismo tiempo, miles de millones de dólares se inyectarán en las venas de la economía de Irán, ampliando así su ya extensa red de terrorismo y subversión en la región.

El problema es que en el Medio Oriente no se trata de elegir entre lo bueno y lo malo, sino entre lo malo y lo peor. Aunque este es un mal acuerdo, otras opciones pueden ser peores.

Una peor posibilidad podría haber sido la continuación de las sanciones, con un desafiante Irán nuclear. Otro escenario habría sido un ataque militar – ya sea estadounidense o israelí – que podría haber retrasado el progreso nuclear de Irán sin eliminarlo, provocando represalias con ramificaciones regionales y a nivel mundial.

Lo “buenode este mal acuerdo es que a través de la diplomacia, ganamos un período de unos años en los que no se supone que Irán persiga su opción nuclear militar. ¿Quizás en este lapso de tiempo, en el que el pueblo iraní se acostumbra a una mejor vida con el levantamiento de las sanciones, el régimen tendrá que prescindir de sus planes nucleares? Posiblemente,  pero, ¿acaso la diplomacia puede conducir a este proceso?

Guerra química

Uri Bar-Yosef, profesor de relaciones internacionales de la Universidad de Haifa, piensa que esto es factible. En un artículo de opinión publicado en el diario israelí Haaretz, nos recuerda el mes de agosto de 2013, cuando el régimen sirio utilizó armas químicas contra su propio pueblo, cruzando así la línea roja trazada por el presidente Obama.

La intervención de Rusia evitó un ataque de represalia militar estadounidense en el último momento. Bajo intensas presiones, el presidente Bashar al-Assad se vio obligado a enviar al extranjero 1300 toneladas de armas químicas y muchas de las plantas de producción fueron destruidas.

Como resultado, una gran amenaza para Israel fue eliminada, a tal grado que la defensa suspendió la distribución de máscaras de gas a sus ciudadanos. “He aquí una prueba de lo que la diplomacia puede lograr”, concluye Bar-Yosef.

¿Pero qué sucede si la diplomacia falla e Irán se convierte en nuclear? De hecho, este es un grave escenario, pero no el fin del mundo. En abril de 1990, Saddam Hussein se jactó de poseer un arsenal no convencional lo suficientemente grande como para “quemar la mitad de Israel”.

El entonces jefe adjunto del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel y más tarde primer ministro israelí, Ehud Barak, respondió enigmáticamente: “Saddam Hussein sabe mejor que la mayoría de los israelíes por qué no debería hacer esto.” Barak se refirió a las capacidades no convencionales de Israel que mantiene bajo el velo del secreto.

En realidad, hoy en día Israel no sólo está protegido por un sistema sofisticado de defensa anti-misiles, sino que según fuentes extranjeras como Der Spiegel, los submarinos construidos en Alemania para la marina israelí tienen capacidades de “contraataque nuclear“. Ya que nadie asume que el régimen iraní es suicida, podría surgir una disuasión mutua, similar a la de la guerra fría.

Sin embargo, es un error que el acuerdo se transforme en un tema predominantemente israelí. En altas esferas de Riad, El Cairo, Amán y otras capitales sunitas, sus líderes expresan incluso mayores objeciones que en Jerusalem. Después de todo, la carrera de Irán hacia las armas nucleares está más vinculada con una búsqueda de la hegemonía regional que con su ambición de destruir a Israel.

Además, ante el terremoto que ha mecido a Oriente Medio tras el ascenso del Estado Islámico (ISIS), ¿acaso un Irán fuerte y desafiante contra el islam radical sunita es realmente un mal escenario?

En resumen, repetiré una vez más que este es un mal acuerdo. Pero en comparación con las alternativas, es tal vez el menor de los males. Los líderes israelíes deben respirar hondo, considerar las nuevas circunstancias y actuar sobriamente. En lugar de enfrentarse a Obama, Israel debería tomarle la palabra con respecto a que trabajará como ningún otro gobierno anterior para garantizar la seguridad de Israel. En este sentido, el acuerdo podría llegar a ser una bendición disfrazada para Israel.

Uri Dromi fue portavoz de los gobiernos de Yitzhak Rabin y Shimon Peres de 1992 a 1996.

Fuente: International Business Times

Traducción: Esti Peled

Publicación autorizada con la mención siguiente: © EnlaceJudíoMéxico

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