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LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

Después de casi dos años de negociaciones entre Alemania y los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (China, EUA, Francia, Reino Unido y Rusia), el G5+1 e Irán, el 14 de julio pasado, alcanzaron un acuerdo para limitar el programa nuclear de Irán y permitir el acceso a inspectores de la Agencia Internacional de Energía Nuclear a sus plantas a cambio de aliviar las sanciones internacionales que se le han aplicado a Teherán desde el 2006 y que afectaron severamente el desempeño de su economía y el bienestar de su población. Con las sanciones Irán quedó prácticamente aislado de la economía mundial.

El acuerdo nuclear prevé que en un plazo de 65 días, si Irán no cumple con las condiciones establecidas, se volverán a imponer las sanciones. Por lo demás, en el pacto se señala que las potencias firmantes reconocen el programa de energía nuclear de Irán con fines pacíficos. En este contexto, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó el 20 de julio la resolución que ratifica el acuerdo nuclear, resolución 2231; no obstante, estableció que permanecerá vigente por ocho años el embargo que esa organización impuso a Irán en relación a su programa de misiles balísticos para evitar “el armamento de los aliados políticos y militares de Irán en Líbano, Siria, Yemen y de los territorios palestinos”. En este ámbito, el ayatola Khameni, dijo previo al acuerdo, que este no iba a cambiar la postura de Irán respecto a EUA y que seguirá apoyando a la guerrilla libanesa (Hezbolá) y a los grupos insurgentes palestinos.

En este contexto, el presidente de EUA, Barak Obama (BO), afirmó que el Acuerdo con Irán corta todas las vías para que este último pueda desarrollar armas nucleares, en virtud de “que no se sustenta en la confianza, sino en la verificación del régimen iraní”; en este sentido, al no haber confianza, BO piensa que el régimen iraní podría violar el acuerdo en cualquier momento o fallar la capacidad de verificación de quienes estarán encargados de esta tarea. Por lo demás, el Congreso de EUA tiene un plazo de 60 días para aprobar o rechazar el acuerdo. Cabe mencionar que en el Congreso existe oposición al acuerdo por parte de los legisladores conservadores de línea dura; John Bohern, presidente de la Cámara Alta, del Partido Republicano, ha mencionado que el acuerdo en vez de detener la proliferación de armas nucleares en el Medio Oriente, probablemente desencadenará una carrera nuclear en todo el mundo. Por su parte BO ha consignado que tiene confianza de que el acuerdo sea aprobado por el Congreso, prometiendo vetar cualquier esfuerzo para bloquearlo; en este ámbito, los senadores en el Congreso tendrán que reunir 67 votos para anular el veto de BO; esto se ve difícil.

A su vez, en Irán también hay sectores que se oponen al acuerdo; Mohamed Ali Jafari, comandante de las Guardias Revolucionarias, unidad militar del élite, dijo, previo al acuerdo, que “nunca lo aceptaremos”, aunque a los ojos de los clérigos radicales del gobierno el acuerdo representa un reconocimiento mundial de la teocracia islámica y de los países enemigos y que los países enemigos de esta se vieron precisados a negociar con ellos; hecho que seguramente reforzará el poder del actual régimen.

En este marco, Israel es el principal opositor del acuerdo; el Primer Ministro, Benjamín Netanyahu (BN) opinó que lo negociado entre el G5+1 e Irán era un mal trato, un impresionante error histórico. Las restricciones implícitas en el acuerdo al programa nuclear de Irán estarán vigentes de 10 a 15 años, con lo cual esa nación gana tiempo y finalmente producirá armas atómicas. A su vez, la destacada periodista española, Pilar Rahola, defensora a toda prueba de Israel, apuntó que el acuerdo es “una rendición en toda regla, sin paliativos a una teocracia tiránica”. Rahola señala que Irán ha firmado la pipa de la paz con BO, empero, no por eso dejará de reprimir brutalmente a su pueblo, ni dejará de lapidar mujeres, ni de amenazar a Israel con la destrucción y, por supuesto, no dejará de avanzar en su programa nuclear; el acuerdo es una garantía para culminarlo.

BO reconoce que Israel no es paranoico al sentirse amenazado por Irán y, “que sería un problema catastrófico si Irán tuviera un arma nuclear”. Khamenei, a pesar del acuerdo, sigue con sus diatribas antiisraelíes; de aquí que haya afirmado que sin importar el alcance del pacto nuclear, “la seguridad de Israel no estará garantizada”. Un Irán nuclear representa una amenaza mundial y quienes la resienten con más fuerza son sus vecinos: Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, situados al Sudeste de la Península Arábiga en el Golfo Pérsico. Arabia Saudita e Israel ya establecieron una alianza táctica para enfrentar a Irán. Igualmente, es posible que Arabia Saudita y Egipto desarrollen programas de armas atómicas en un futuro próximo.

Se estima que la eliminación de las sanciones económicas a Irán le podrían generar a este último un flujo de 100,000 millones de dólares que fortalecerán su capacidad para desestabilizar el Medio Oriente. Quizá el mayor beneficiario de un apoyo incrementado de parte de Irán sería el movimiento terrorista chiita en Líbano, Hezbolá, organización fundada en 1982 como respuesta a la invasión israelí a Líbano. En el presente, Hezbolá tiene decenas de miles de misiles apuntando a Israel. Asimismo, es previsible que Irán aumente su apoyo militar y financiero al presidente de Siria, Bashar al Assad, quien pertenece a una secta alauita, que es una rama del chiismo.

De frente a la posibilidad de que Irán multiplique sus atentados terroristas en Israel y en las comunidades judías del mundo, Israel podría solicitar a EUA una mayor ayuda financiera para fines militares; EUA le ha otorgado a Israel 3,000 millones de dólares anuales desde 1985; misma que expira en el 2017 y que tendrá que ser renovada; más recientemente Israel ha recibido de Washington cientos de millones de dólares adicionales para financiar sus sistemas de defensa antimisiles, entre otros, las baterías “cúpula de hierro”.

De frente a la posibilidad de que Irán multiplique sus atentados terroristas en Israel y en las comunidades judías del mundo, Israel podría solicitar a EUA una mayor ayuda financiera para fines militares; EUA le ha otorgado a Israel 3,000 millones de dólares anuales desde 1985; misma que expira en el 2017 y que tendrá que ser renovada; más recientemente Israel ha recibido de Washington cientos de millones de dólares adicionales para financiar sus sistemas de defensa antimisiles, entre otros, las baterías “Cúpula de Hierro”.

Al final de cuentas las instalaciones nucleares de Irán no quedarán desmanteladas y como mencionó Ron Prosor, embajador de Israel ante la ONU, “la comunidad internacional está empoderando al régimen terrorista iraní; está proporcionándole los fondos y el tiempo necesario para que ponga en práctica su ideología terrorista”. Mientras tanto, las potencias firmantes del acuerdo con Irán ya se frotan las manos de alegría de los jugosos negocios potenciales que podrán realizar con un Irán recuperado con un mercado de 80 millones de habitantes y poseedor de la cuarta reserva petrolera mundial.