AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Que los demócratas del Congreso acepten o rechacen la oferta de Irán del presidente Barack Obama tiene una gran importancia y es justamente el foco de la atención internacional. Pero hay otro debate que tendrá lugar sobre el Plan Integral de Acción Conjunta que puede ser aún más crítico: el de Irán.

Ali JameneiPrecisamente el líder supremo Ali Jamenei, que es quien toma las decisiones del país, podría rechazar el acuerdo laboriosamente trabajado que él ayudó a negociar.

Por un lado, eso no tiene sentido. Como muchos análisis han establecido, el acuerdo de Viena es enormemente favorable a la República Islámica de Irán, legitima su investigación nuclear, asegurando su futuro programa de armas nucleares, ayudando a la economía, e impulsa sus objetivos internacionales agresivos. Estas ventajas podrían hacer parecer absurdo que Jamenei no aceptara el acuerdo. Además, la mayoría de los iraníes lo celebran.

Pero rechazarlo tiene sentido si uno no se concentra en esas ventajas inmediatas y en su lugar ve sus futuros peligros para la supervivencia del régimen iraní. Los líderes de gobierno fanático y brutal como el de Jamenei invariablemente hacen de la pureza ideológica y el poder personal sus más altas prioridades, y él no es la excepción. Desde este punto de vista – su impacto en la longevidad del régimen – el acuerdo contiene dos problemas.

En primer lugar, revela la visión del ayatolá Ruhollah Jomeini de la enemistad implacable a Estados Unidos, un principio fundamental que ha guiado a la república islámica desde que la fundó en 1979. Una parte sustancial de la dirección, incluido el propio Jamenei, mantiene una visión purista que ve cualquier relación con Estados Unidos como inaceptable y lindando con la traición. Por esta razón, Teherán ha sido durante mucho tiempo la única capital del mundo que no busca mejorar las relaciones con Washington. Estos opositores desdeñan los beneficios del acuerdo; lo rechazan por razones de principio.

Su posición es casi única. Del mismo modo, los opositores palestinos se oponen a los tratados con Israel, independientemente de sus beneficios potenciales, sin querer tener nada que ver con el enemigo. (Piénsese en los acuerdos de Oslo de 1993, que les daba tierras, dinero, legitimidad y armas.) El principio triunfa sobre el pragmatismo.

En segundo lugar, a los opositores iraníes les preocupa mucho que se erosionen los valores islámicos de la revolución de Jomeini. Temen que los hombres de negocios, turistas, estudiantes, artistas, etc., encaramados rápido hasta descender a un Irán recién inaugurado tentarán aún más a la población local a desviarse del difícil camino de la resistencia y el martirio en favor del consumismo, el individualismo, el feminismo y el multiculturalismo. Ellos desprecian y temen la ropa, la música, los vídeos y la educación estadounidenses. Jamenei mismo habla del gobierno de Estados Unidos en busca de una manera de “penetrar en el país”. Desde su punto de vista, el aislamiento y la pobreza tienen sus virtudes como medios para mantener viva la revolución iraní.

En resumen, el debate iraní sobre el acuerdo es genuino, enfrentando a los que argumentan a favor de los beneficios del trato a corto plazo contra los temerosos de sus peligros a largo plazo. Jamenei debe tomar una decisión difícil.

En cuanto a Occidente, los opositores del acuerdo, por supuesto, se regocijarán si Jamenei rechaza el acuerdo. Pero que lo haga también les presenta un problema. Después de afirmar que Obama ha regalado la tienda, deberían enfrentar el hecho incómodo de que el liderazgo iraní rechazó su oferta. Mientras Obama emerge como una línea dura evidente que protegía los intereses de Estados Unidos y dejó fuera del negociado a los comerciantes del bazar, su argumento se derrumba. Su acusación de “hacer causa común” con los opositores iraníes se volverá convincente y terriblemente condenatoria. El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, actualmente en la casa del perro de Obama, está especialmente en riesgo de ser despedido por tonto.

Para evitar este destino, los opositores de la oferta deben prepararse de inmediato a la posibilidad de un “no” iraní.

Eso significa tomar varios pasos: Pre-adelantarse a Jamenei previendo e incluso prediciendo su rechazo de la oferta. Explicando (como he hecho aquí) que sus razones no tienen nada que ver con su sustancia sino con la pureza de la ideología y el mantenimiento de un espíritu revolucionario. Desarrollando un conocimiento más allá de los términos del acuerdo y aprendiendo los entresijos de la escena nacional de Irán. Poniendo a punto argumentos anti-Obama (como que se engaña a sí mismo pensando que tenía un socio de negociación cuando no lo había). Ideando una detallada política hacia Teherán que renueve las sanciones económicas y haga cumplir otras penas. Encontrando aliados a nivel internacional para ayudar a implementar este régimen de sanciones renovado. Preparando al público ante la posibilidad de destruir la infraestructura nuclear de Irán.

El rechazo de Jamenei del acuerdo de Viena sería una gran noticia para todos, y especialmente para los opositores al trato – pero es necesario con urgencia prepararse para esta eventualidad.

Daniel Pipes (DanielPipes.org,DanielPipes) es presidente del Foro de Medio Oriente.

Fuente: Israel Hayom

Traducción: Silvia Schnessel para Enlace Judío México

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