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ALI ALFONEH

 

 

Difícilmente pasa una semana sin cobertura mediática iraní de servicios funerarios y recordatorios celebrados a lo largo de la República Islámica para combatientes iraníes, iraquíes, afganos y pakistaníes muertos en Siria.

La creciente cuenta de víctimas es un indicio gráfico de cómo, a pesar de las negativas de Teherán, está aumentando la participación directa de Irán en el conflicto de cuatro años  y medio de antigüedad.

También ilustra la medida en la que Teherán está desplegando combatientes chiitas de Irak, Afganistán y Pakistán para reforzar a las fuerzas del Cuerpo de los Guardias Revolucionarios de Irán (CGRI) que están combatiendo a las fuerzas rebeldes que buscan deponer al régimen del presidente sirio Bashar Assad, el aliado árabe estratégico de Irán.

En medio de crecientes indicios de que los iraníes han asumido el control de los asuntos militares en Siria mientras el ejército de Assad es debilitado cada vez más por las pérdidas en combate, deserciones y los que evitan el enrolamiento en una guerra en la que se estima que han resultado muertas 24,0000 personas.

Con el régimen incapaz de sostener su campaña militar, los iraníes — incluidas unidades de la Fuerza Quds de la élite del CGRI — están teniendo que asumir la parte más pesada del combate mientras se derraman en la zona de guerra reclutas extranjeros para las fuerzas rebeldes islámicas.

La preocupación en Teherán es que la participación en aumento por parte de Irán y sus aliados chiitas para apuntalar al asediado régimen de Assad haga imposible la desconexión militar en el corto plazo, pero también sugiere que no debe esperarse ninguna victoria militar decisiva y final.

En Irán, los muertos reciben funerales de héroes: Desde el vasto cementerio de guerra Behesht-e Zahra fuera de Teherán a importantes ciudades santas y a poblados remotos, las redes de mezquitas movilizan grandes multitudes para que  sigan los ataúdes al entierro.

A los servicios funerarios asisten importantes funcionarios militares y religiosos que dan discursos a las multitudes para conmemorar a los caídos.

A pesar de los servicios funerarios elaborados y altamente coreografiados, el gobierno de Teherán niega constantemente la participación del CGRI en el combate en Siria, insistiendo en que las víctimas son “guardianes del santuario martirizados” o voluntarios que cayeron cuidando sitios santos de peregrinación chiita en Siria, incluyendo el más santo de todos ellos, la tumba de Zaynab, la hija del Profeta Mahoma, en las afueras de Damasco.

La verdadera cifra de víctimas no es conocida, pero un sondeo de los servicios funerarios muestra 113 iraníes, 121 af­ganos y 20 pakistaníes han muerto en Siria y han sido enterrados en Irán desde enero del 2013. Estos números cuentan sólo para las víctimas cuyos fu­nerales fueron cubiertos por los medios de comunicación oficiales, así que el total verdadero debe ser superior.

Además, los combatientes libaneses de Hezbolá, junto con los otros chiitas desplegados en Siria, parecen haber sufrido bajas en números aún mayores, pero dada la opacidad del régimen, es difícil establecer un total preciso,

Los iraníes muertos se desempeñaban todos en la Guardia Revolucionaria. Según los avisos necrológicos, ocho estaban en las fuerzas terrestres del cuerpo, ocho con la Fuerza al-Quds Force y tres se desempeñaban en la milicia Basij controlada por el CGRI. Los restantes eran guardias en servicio activo pero se desconoce en qué rama se desempeñaban.

La falta de información puede reflejar el intento del régimen por ocultar su servicio en la Fuerza Quds de 15, 000 miembros efectivos o enmascarar la medida del despliegue de las fuerzas terrestres del CGRI.

Si el CGRI está enviando a sus tropas regulares a Siria, ese es un indicio claro que la Fuerza al-Quds está adelgazando y absorbiendo crecientes víctimas.

El régimen tiene toda razón para restar importancia a su participación y pérdidas en Siria.

La cuenta de víctimas fatales reconocida oficialmente ha hecho altamente impopular defender al régimen de Assad. Los yihadistas sunitas del Estado Islámico (ISIS) y al-Qaeda pueden ser despreciados universalmente por los iraníes, pero tampoco hay amor por el régimen de Assad.

Además, las crecientes bajas del CGRI señalan las deficiencias operativas en el cuerpo.

En el corto plazo, es improbable que el liderazgo en Teherán abandone a Assad. La élite militar de Irán ha invertido tanta sangre y dinero en la guerra siria que ya no cree que pueda retirarse sin una victoria aplastante que mostrar por ello.

El acuerdo nuclear entre Teherán y las potencias globales lideradas por Estados Unidos significa que los activos iraníes congelados en el exterior serán liberados, dando a Teherán acceso a miles de millones de dólares en divisa extranjera con los cuales financiar su participación en Siria.

Así que podría tomar algún tiempo considerable antes que el régimen sea obligado a admitir que la victoria en Siria no está dentro del alcance, y que solo un acuerdo político terminará la guerra.

Fuente: The Arab Weekly

Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México