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LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

 

Música de Cámara.

Hace dos domingos fui con mi esposa a la Sala Carlos Chávez ubicada en el Centro Cultural Universitario a escuchar un concierto de Música de Cámara. El Centro Cultural es un conjunto de recintos culturales ubicado al sur de la Ciudad Universitaria; en este complejo cultural la sala Carlos Chávez constituye una pequeña instalación dotada  con todos los requerimientos acústicos para audiciones de música de cámara. Su capacidad es para 163 espectadores.

Carlos Chávez Ramírez (1899-1978) nació en Popotla cerca de la Capital de México, fue pianista, compositor, director de orquesta, hombre público, funcionario, educador y político. Carlos Chávez fue fundador de la Orquesta Sinfónica de México a la que dirigió desde 1928 hasta 1949; en su amplio catálogo destacan los ballets Los Cuatro Soles (1925), Antígona (1940) y Siete Sinfonías. Entre las más relevantes de estas últimas está la Sinfonía India (1935), y un concierto para piano y orquesta (1940).

En este contexto, se presentó el Quinteto Polaco integrado por Beata Kukawska y Pawel Sliwinski (violines), Mattehew Schubring (viola), Ivan Koulikov (violonchelo) y Jozef Olechowsky (piano); el quinteto polaco fue nombrado así por la nacionalidad de tres de sus miembros. Fue fundado por iniciativa de Pawel Sliwinski con el apoyo de la Embajada de Polonia en México. La embajadora de Polonia, a quien conocí en un evento de la Asociación de Periodistas y Escritores Israelitas de México (APEIM), asistió al evento. Pawel fue alumno de una amiga de mi esposa que le enseñó español y lo escuchamos en varias de las temporadas de la Orquesta Sinfónica de Minería.

La primera parte del concierto de Cámara, el Quinteto Polaco interpretó con gran sensibilidad la obra cumbre del compositor Juliuz Zareski (JZ) 1854-1885, el quinteto para cuerdas y piano en sol menor Op. 34.

JZ nació en Zhytomyr, Ucrania; su madre fue su primera profesora de piano; cuanto tenía 10 años dió sus primeros conciertos en su ciudad natal; su carrera como virtuoso pianista comenzó en 1874 dando conciertos en Odesa y Kiev; JZ desarrolló un repertorio en el novedoso piano de aquél entonces de dos teclas que inventó Eduard Mangeot. JZ padecía de tuberculosis, por ello tuvo que suspender casi la mayoría de sus conciertos desde 1883; dos años antes de su prematura muerte; no obstante, continuó componiendo casi exclusivamente para el piano.

La segunda parte del concierto el Quinteto tocó el quinteto para cuerdas y piano en la menor Op. 34 de Johannes Brahms (1833-1897). El quinteto fue largamente ovacionado.

La vida de los músicos del género clásico es ardua; dedican muchas horas al estudio y a los ensayos de sus presentaciones, y tienen que esforzarse afanosamente para conseguir tocar en conciertos o en eventos particulares; huesos, como ellos los denominan. Al final del concierto escuché a un músico que comentaba a sus amigos: estuve cinco días en León, Guanajuato, (me imagino que tocando en eventos en esa ciudad); el domingo del concierto en la Sala Carlos Chávez, viajé desde León 5 horas en camión a la ciudad de México; llegué a mi casa y de inmediato me bañé, comí y tomé el transporte colectivo (metrobus) para llegar a la Ciudad Universitaria. Su rostro no denotaba cansancio; me imagino que la pasión por la música lo hizo sobreponerse al mismo.

Violación de los Derechos Humanos.

Resulta inaudito que en varias regiones de la República aún existan, en pleno siglo XXI, campos agrícolas donde más de un millón de jornaleros viven en condiciones inhumanas, similares a un régimen de esclavitud. La gente que trabaja en esos campos sobrevive en la miseria junto con sus familias. En este contexto, en el Valle de San Quintín, en Baja California, perteneciente al Municipio de Ensenada, de la cual dista a 130 km, trabajan 50,000 jornaleros, de un total de 80,000 que se encuentran en el Estado de Baja California.

Los jornaleros iniciaron una ola de protestas en marzo pasado demandando mejoras laborales “que los saquen de la miseria en que viven”, en esa zona semidesértica de la Costa del Pacífico. Proceden de varios Estados del país, principalmente de Oaxaca y Guerrero. En los campos del denominado Valle de la Explotación Laboral, varias empresas de capital nacional, asociadas con inversionistas de EUA, cultivan tomate, pepinos, fresas y otras hortalizas que exportan a ese país.

En las protestas, los jornaleros se enfrentaron con la policía y 300 de ellos fueron arrestados. Después de intensas negociaciones entre sus líderes y las autoridades; éstas se comprometieron a que los jornaleros reciban un mayor salario, sean afiliados al Seguro Social y a desarrollar un programa de mejoramiento de sus viviendas. En la práctica será difícil que se establezca la legalidad con estos trabajadores del campo.

En este marco, la semana pasada una de las principales televisoras de México presentó un reportaje con escenas dramáticas de las condiciones en que viven más de 300 jornaleros que trabajaban en varios ranchos del sur de Coahuila, entre ellos 78 niños y niñas. Los jornaleros que fueron “rescatados”, estaban hacinados en instalaciones deplorables, no tenían agua potable; la comida era escasa; solo tenían dos regaderas para su aseo. “Los trabajadores dormían sobre cartones y pedazos de hule espuma en medio de chinches, cucarachas y ratas; el salario que percibían era entre 100 y 120 pesos diarios por jornadas de entre 12 y 15 horas diarias”. En las conmovedoras imágenes del “rancho” de Coahuila, la televisora presentó breves entrevistas con los capataces que, con un cinismo insólito, justificaban lo que allí acontecía. Creo que el propietario y sus secuaces deberían ser encarcelados por violación de los derechos humanos; llegó el momento de hacer justicia para este tipo de gente vulnerable.