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La niña tiene cinco años y es despertada por su tío en una madrugada en la India. Alcanza a agarrar un juguete mientras es alzada, rodea el cuello del hombre con sus bracitos y arroja una mirada ojerosa y desoladora hacia la nada, mientras es llevada hacia su casamiento clandestino con un adulto desconocido. Posiblemente no comprenda nada de lo que está sucediendo. Pero Stephanie Sinclair, fotógrafa estadounidense de National Geographic, sí comprende. Apunta su cámara y capta el momento, eternizando así una de las imágenes más tristes de nuestra era, la que testimonia el atroz fenómeno de los casamientos infantiles en el mundo. 


JULIÁN SCHVINDLERMAN

 “Demasiado jóvenes para casarse” es la exposición fotográfica itinerante que ella y el Fondo de Población de las Naciones Unidas han estado ofreciendo a quien quiera verla. Recorrer la muestra es adentrarse en el oscurantismo. Las fotos son fuertes y su impacto duradero. Sea en Afganistán, Nepal, Yemen, Guatemala o México, los trazos de esta malaria social son idénticos en todas partes: niñas o adolescentes vestidas para la boda con hombres mayores o posando junto a sus maridos adultos, viéndose ellas tan pequeñas, o cargando a sus hijos en su sufriente soledad.
Una década de trabajo documental forman una exhibición que denuncia lo inconcebible. Como el caso de Aisha Bibi, adolescente afgana entregada por su familia a un hombre en compensación por un delito que alguien de su clan cometió. Ultrajada cotidianamente se fugó. Fue devuelta por la Policía a su esposo y él y otros hombres le cortaron la nariz y las orejas en castigo. O el caso de Nujood Ali, casada a los nueve años en Yemen con un hombre de 30. Se escapó y tuvo la buena suerte de que un juzgado la escuchó y la liberó. A los 10 años de edad era una divorciada.

Las estadísticas que ofrece la muestra son escalofriantes. Cada día más de 40.000 niñas se unen en matrimonio forzoso a hombres adultos en docenas de países diferentes. Quince millones al año. Es decir, cada dos segundos una niña de entre cinco y 16 años es forzada a casarse con un mayor.
Durante la primera década de este milenio, datos recogidos en 78 naciones revelan que las niñas más pobres, con menor educación y habitantes de las zonas rurales son las más expuestas a los matrimonios precoces. El 44% de las menores de 18 años de las que provienen de zonas rurales, contra un 22% de las que residen en áreas urbanas, contraerán matrimonio con adultos.

Aquellas que sólo poseen educación primaria corren más riesgo de padecer este fenómeno que aquellas que acceden a niveles superiores de educación formal. Las más pobres tienen cuatro veces más probabilidades de ser casadas prematuramente, que aquellas provenientes de hogares de mejores recursos. La mayoría de las niñas afectadas por este fenómeno viven en el sur de Asia, África subsahariana y América Latina.
El matrimonio infantil acontece en muchas regiones del mundo, pero es en los países en vías de desarrollo donde el fenómeno es más acuciante. Salvo en China, para el 2010 una de cada tres niñas estaba casada al cumplir los 18 años.

Usualmente quedan embarazadas de manera prematura, lo que las expone al riesgo de morir durante el parto o a sufrir algún tipo de discapacidad. Muchas de ellas padecen abusos, violaciones y maltrato. Incluso si no los padecen, estar atrapadas en un matrimonio que no eligieron, con un hombre mucho mayor y sin oportunidad de expresar su individualidad libremente, y a una tierna edad, las hace correr serio riesgo de quedar emocionalmente deprimidas. De hecho, varias de estas niñas-esclavas deciden inmolarse para fugarse de su horrible destino.

El matrimonio infantil supone una violación a los derechos humanos de las niñas al ser obligadas a casarse contra su voluntad, con un hombre mayor al que no aman, anulando así sus proyectos personales, exponiéndolas a vejaciones y condenándolas a la tristeza perpetua. El aporte del Fondo de Población de la ONU y de Stephanie Sinclair a la concientización pública por medio de este material de denuncia es de importancia suprema. Semejante primitivismo social debiera ser inadmisible en todas partes.

Julián Schvindlerman es escritor y analista internacional.

Fuente:paginasiete.bo