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EDUARDO HADJES NAVARRO PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

Queridos amigos, es muy conocida la verdad de que una foto, tomada en el ángulo, lugar y momento apropiado, puede decir más que mil palabras y ahora, deberemos agregar que podrá despertar a un continente, más allá de lo que la lógica podría explicarnos.

Estamos presenciando un verdadero milagro, en pleno siglo XXI. Una dura realidad se nos presentaba con toda su crudeza a diario, pero el mundo permanecía indiferente. Desde hace 4 años Siria se debate en una feroz y despiadada guerra civil, a la cual nos hemos acostumbrado de tal manera, que pasó a ser algo rutinario, de lo cual, no es necesario preocuparse.

Irak no ha estado mejor y otros países, víctimas de la quimera de la tan estruendosamente fracasada Primavera Árabe, siguen sumidos en el horror y la desesperanza sin que nadie se acuerde de ellos.

Cientos de declaraciones, cada una más grandilocuente que la otra, han sido pronunciadas por la casi totalidad de quienes se consideran estadistas destacados, a nivel mundial. Ninguna de ellas logró impresionar o movilizar a nadie que no sea parte de la muchedumbre presente, estando todos ellos, tanto los oradores como los que escuchan, convencidos que con un aplauso su tarea estaba cumplida a satisfacción.

De pronto, una foto, acertadamente tomada, remece las conciencias dormidas de todo un continente. Europa despierta y, sorpresivamente, comprueba que tiene un grave problema en sus propias fronteras. Aylan Kurdi, un infante de tan sólo 3 años, sirio kurdo, muestra su realidad, cuando a tan tierna edad, ya ha finalizado su transitar por este mundo.

Hundida su tierna cabecita en la salobre inmensidad del Mediterráneo, deja al descubierto su cuerpecito apenas cubierto por un corto pantalón y una polera, escondiendo una tragedia que millones de seres humanos, han estado observando a diario, pero tercamente, se han negado a ver.

En gran parte del Medio Oriente y el norte de África, cientos de miles de seres humanos están siendo desangrados por el fanatismo y la ambición de unos pocos, creando una  desesperación, no vista desde tiempos inmemoriales, sin que nadie se decida a hacer algo que realmente vaya en busca de la real solución a sus problemas.

La cara exterior de esta tragedia es la huida desesperada de cientos de miles de personas, los cuales, ante la crueldad de sus propios gobernantes o de grupos yihadistas extremos, tratan de escapar para salvar sus vidas. Según las noticias, 4 millones de sirios han abandonado sus hogares.

¿Empezó esta tragedia con la muerte del pequeño Aylan? ¿Sabía el mundo lo que estaba aconteciendo en Siria, Irak, Afganistán, Libia, Yemen, Somalia y tantos etc.? Por desgracia, la respuesta a la primera interrogante, es un rotundo NO y a la segunda, un categórico SI. ¿Cuántos miles de sirios han sido asesinados sin que, a excepción de Israel, nadie se preocupe de ellos? ¿Serán 250 mil o 300 mil? Y en Irak ¿se sabrá alguna vez la cantidad de muertos, desde los tiempos de la tiranía de Sadam Hussein hasta nuestros días?

Es posible, estimado lector, que en el párrafo anterior haya encontrado algo que le parezca raro, cuando afirmo que salvo Israel nadie se ha preocupado de los sirios. Efectivamente, en forma permanente, Israel ha tenido brigadas estacionadas en la frontera entre ambos países, cuya misión ha sido el recibir heridos sirios para llevarlos a hospitales israelíes, curarlos hasta su total restablecimiento, para luego, permitirles retornar a sus hogares. No se les pregunta si son de tal o cual bando. Para Israel simplemente son seres humanos que, si no se les presta su inmediata y apropiada atención, su único destino sería la muerte.

Pero volvamos a los refugiados. Si Occidente sabía desde tanto tiempo lo que estaba sucediendo en toda esta zona de conflictos, ¿Por qué tuvo que esperar a ver la desgarradora foto de Aylan, para comprender que tenía una obligación moral para con tantos miles de seres humanos que simplemente huían para salvar sus vidas? ¿Por qué estos cientos de miles de migrantes eligen Europa y no los países hermanos de Medio Oriente, con más espacio donde ser recibidos, con la misma religión musulmana y con mayores recursos, gracias a la riqueza petrolera de la mayoría de ellos?

Turquía, vecino inmediato de Siria, acusa la presencia de miles de refugiados sirios y, hasta donde le es posible, trata que sigan camino, en busca del resto de Europa, para recibir la ayuda necesaria. Arabia Saudita y la totalidad de los países árabes petroleros permanecen en la más absoluta indiferencia frente al indescriptible dolor que aflige a sus hermanos de Siria, Irak y todos los países en conflicto del Norte de África. ¿Habrá algo que los pueda conmover a ellos como Aylan lo hizo con Europa y otros países occidentales, al punto que el lejano Chile está viendo la posibilidad de recibir entre 50 y 100 familias de éstos desplazados?

Europa, encabezada por Francia y Alemania, se está movilizando tras la desidia que muestran muchos países europeos, que están totalmente de acuerdo que otros abran sus puertas, pero no ellos.

Resulta increíble que países que sufrieron en carne propia el horror de la guerra y la necesidad de encontrar tierras que los acojan, en busca de mejores destinos, hoy cierren sus puertas a estos migrantes, los cuales, padecen hoy, lo que ellos sufrieron ayer. Necesitan hoy, lo que ellos necesitaron ayer y, si no reciben dicha ayuda hoy, mañana ya puede ser tarde, ya que las lamentaciones en memoria de los cientos o miles de muertos en nada favorecen a los que ya sucumbieron producto de la crueldad de unos y la indiferencia de otros.

Muchas críticas podemos haber formulado a François Hollande y a Ángela Merkel, en el pasado reciente, pero, en estos momentos, su ejemplo debería ser seguido por muchos otros Presidentes o Primeros Ministros, que no sigan ni imiten la actitud de David Cameron, quien ¡¡está estudiando!! La posibilidad de recibir a 4 mil refugiados.

Ésta, sin lugar a dudas, no es la primera vez que el Mundo se enfrenta a una tragedia similar. Nosotros, el pueblo judío, lo sabe por múltiples experiencias similares, como ningún otro pueblo lo ha sufrido. Es de esperar que, de aquí en adelante, no necesitemos de nuevos Aylan Kurdi para que el mundo reaccione  y asuma las responsabilidades que le correspondan, entre las que debieran estar, en lugar preferente, eliminar la raíz del problema, los sanguinarios tiranos y los sangrientos terroristas radicales islámicos, los cuales, en definitiva, son los causantes de tanta miseria, dolor y muerte.

David ben Jaim