palmach2

Recientemente, el escritor israelí Tal Kra-Oz se hacía eco de la conmemoración del 75 aniversario del Palmaj, la fuerza de choque la Haganá, la organización paramilitar de la comunidad judía en Palestina. La historia de la Haganá no es muy conocida por el gran público –ya hablamos de sus inicios al reseñar el excepcional libro de Thierry Nolin–, pero menos aún lo es la del Palmaj, del que formaron parte, entre otros líderes sionistas, Isaac Rabin y Moshé Dayán, así como prominentes figuras en el campo de las artes (Yehuda Amijai, Haim Hefer) y el peluquero y empresario británico Vidal Sasón. El famoso estilista describió el año que pasó luchando en la Guerra de la Independencia en las filas del Palmaj como el mejor de su vida.

ELI COHEN

Pensar que, después de 2.000 años de haber sido sacrificado, de repente eres una nación emergente, era una sensación maravillosa. Sólo había 600.000 personas que defendían el país en contra de siete ejércitos, por lo que todo el mundo tenía algo que hacer.

El Palmaj fue creado exactamente siete años antes del establecimiento del Estado de Israel, el 14 de mayo de 1941, para hacer frente a dos amenazas potenciales: la invasión de Palestina por parte de las fuerzas del Eje, en caso de vencer a los británicos en el norte de África, y la defensa de los asentamientos judíos de los ataques árabes, si los ingleses finalizaban el Mandato de forma inesperada.

Unos meses después su nacimiento, los británicos acceden a llevar a cabo operaciones conjuntas con el Palmaj contra las fuerzas de Vichy en Siria y el Líbano. No obstante, después de la victoria de El Alamein, en 1942, los británicos dejan de entrenar y colaborar con el Palmaj y ordenan su disolución. Pasa entonces a la clandestinidad. Son años de turbulentas y ambiguas relaciones entre judíos palestinos y británicos –que finalmente acaban en enfrentamiento total–, legendariamente resumidas por una cita de David ben Gurión, fundador de la Haganá y padre del Israel moderno:

Lucharemos contra los ingleses como si no hubiera guerra, y apoyaremos a los ingleses como si no hubiera Libro Blanco.

El Libro Blanco, impuesto por el Mandato Británico, que limitaba la inmigración judía a Palestina, fue el principal enemigo de la Haganá, la cual se dedicaba a infiltrar inmigrantes de forma clandestina e ilegal en el territorio; pero el Palmaj estaba a otras cosas.

En la clandestinidad, el papel activo del Palmaj giró en torno a la lucha armada contra los ingleses y a la defensa de los asentamientos judíos de los ataques de las hombres del Gran Muftí. En octubre de 1945, los tres principales grupos paramilitares judíos –Haganá, Irgún y Leji– deciden iniciar una ofensiva conjunta contra las autoridades inglesas volando vías de tren, atacando comisarías y estaciones de radio y demás instalaciones del Mandato. Isaac Sadeh, del Palmaj, dirigía el comité de operaciones. La revuelta duró un año. Después de que el Irgún volara el ala sur del hotel King David de Jerusalén, donde se alojaba el cuartel general del ejército británico en Palestina, Jaim Weizman, presidente de la Organización Sionista Mundial, pide que cesen los ataques; pero sólo la Haganá lo hace.

Durante este período, la operación más exitosa del Palmaj, comandada por un jovencísimo Isaac Rabin, es la liberación de 208 personas del campo de prisioneros de Atlit, establecido por el Mandato Británico para internar a los judíos que intentaban entrar ilegalmente a Palestina. La mayoría de los detenidos eran supervivientes del Holocausto.

Una vez iniciada la guerra de la independencia contra siete ejércitos, Ben Gurión ordena la integración del Palmaj en el Ejército de Israel, en noviembre de 1948. Su disolución se enmarca en el dramático proceso de transición a la estadidad, del que también formó parte el hundimiento del Altalena, del que ya dimos cuenta. Fueron precisamente miembros del Palmaj los que ejecutaron las órdenes de Ben Gurión y atacaron el barco fletado por el Irgún; después de tan complicada tarea, la integración del Palmaj en las Fuerzas de Defensa de Israel tampoco estuvo libre de problemas: llevó a la revuelta de los generales contra Ben Gurión, que anunció incluso su dimisión como primer ministro y ministro de Defensa, aunque finalmente se llegó a un acuerdo y el viejo salió airoso.

Ciertamente, es la unidad del Ejército una de las características fundamentales del Estado moderno; por ello, una vez declarada la independencia, la Haganá, el Irgún y el Leji debían fusionarse o morir.

Antes de su disolución completa, que llevó a Ben Gurión más tiempo del esperado, el Palmaj completó con éxito la operación Uvdá (“hecho”, en hebreo). En ella, dos divisiones, una del Palmaj y otra de la Golani, compiten para ver quién cumple antes las órdenes de Moshé Dayán, que envió por telegrama desde la Isla de Rodas, donde negociaba el armisticio con los árabes: “Conviertan al Neguev en un hecho”. El desierto del Neguev figuraba en el Plan de Partición de la ONU como territorio del futuro Estado de Israel, pero había que establecer la soberanía de facto sobre el terreno y llegar hasta Eilat. La división del Palmaj llegó primero e inmortalizó la famosa foto de la bandera de tinta –hecha con una sábana blanca.

El núcleo de las desavenencias entre el Palmaj y Ben Gurión era una cuestión ideológica. El Palmaj estaba vinculado al partido político prosoviético Mapam, y la mayoría de la Haganá al Mapai, de corte laborista. Afortunadamente, fue la visión del Mapai la que se impuso en la estructura del Estado, así como en la del Ejército y en el ordenamiento jurídico.

Para comprender la pelea ideológica que existía dentro del movimiento sionista, conocer el Palmaj resulta clave. La Haganá y el Palmaj eran organizaciones izquierdistas herederas del sionismo socialista y de los kibutzim, mientras que el Irgún era heredero del sionismo reformista de Jabotinsky, políticamente conservador y más cercano al sionismo religioso. Se trata de una pelea que, a otra escala y con notables cambios en el terreno de las ideas, se sigue dando hoy.

Fuente:elmed.io