UAE President Sheikh Khalifa bin Zayed al-Nahyan listens to closing remarks during the closing ceremony of the GCC summit in Bayan Palace

La mayoría de países árabes han endurecido su política migratoria para evitar refugiados. | Los gobiernos del Golfo Pérsico culpan a EE.UU. y Europa de la crisis en Siria.

FRANCISCO CARRIÓN

En las últimas semanas decenas de miles de refugiados sirios han enfilado un arriesgado camino hacia Europa. Han tratado de alcanzar su destino en trenes, caminando durante horas o cruzando el Mediterráneo a bordo de precarias embarcaciones. En los planes de huida, las ricas monarquías del Golfo Pérsico y su paisaje de exclusivos rascacielos, ciudades artificiales y obscena ostentación del lujo jamás han sido un destino para los parias que han sobrevivido a cuatro años de guerra civil.

“Podrían haber acogido al menos al 30% de los refugiados pero no aceptaron hospedar ni siquiera a uno. Mientras tanto, sus líderes y sus medios hablan de la generosidad árabe y llaman hermanos a los refugiados sirios. La realidad es que los únicos sirios que son bienvenidos son quienes tienen dinero o fama“, señala a EL MUNDO el caricaturista sirio Juan Zero. Sus viñetas han dibujado la indignación que recorre el mundo árabe por el desamparo hacia los refugiados que han ejercitado regímenes regados por los petrodólares.

En una de sus ilustraciones, el presidente de Emiratos Árabes Unidos Jalifa bin Zayed al Nahyan declara haber abierto las puertas de la federación a “los refugiados con dinero”. En otra es el emir de Kuwait, el jeque Sabah al Ahmad al Sabah, quien aclara que “han dado cobijo a los refugiados sirios con nacionalidad kuwaití”. El humor gráfico ha inundado las redes sociales junto a mensajes de denuncia bajo la etiqueta de #RecibirALosRefugiadosSiriosEsDeberDelGolfoen una campaña que ha ido sumando a activistas e intelectuales árabes.
“La sensación general es que las monarquías del Golfo no están haciendo lo suficiente. Al ver la admirable respuesta humanitaria de países como Alemania, los internautas árabes han tomado conciencia de lo poco que sus gobiernos están haciendo a pesar de su riqueza y están tratando de presionarlos”, explica a este diario el activista emiratí Iyad al Bagdadi. Hasta ahora la emigración siria -más de cuatro millones de almas- ha hallado techo en Turquía -hogar de alrededor de dos millones-; Líbano -unos 1,2 millones- y Jordania -unos 630,000-.

Pocos han sido quienes han escapado de los bombardeos, el fuego cruzado y los extremistas instalando su domicilio en el Golfo Pérsico, donde reside una amplia comunidad de expatriados. Las críticas, sin embargo, han desatado encendidas defensas. “El Golfo está haciendo mucho. Los países del Consejo de Cooperación del Golfo acogen a cerca de un millón de sirios, la mayoría llegados antes del inicio de la guerra. Hay una vasta comunidad que ha crecido en estos últimos años. Puedes encontrar, como sucede con otras nacionalidades, a sirios que son taxistas o multimillonarios”, apunta a este diario el analista Ganem Nuseibeh, profesor visitante del Kings College de Londres.

Donaciones

“Cuando el conflicto comenzó, las naciones del Golfo -agrega- financiaron campos de refugiados en Jordania, muy cerca de la frontera siria. No se obtendría ninguna ventaja si se trasladaran al Golfo porque las condiciones serían más duras y resultaría más difícil volver a Siria”. En concepto de ayuda humanitaria a la población siria, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí han donado a la ONU en lo que va de año 29,9 y 18,4 millones de dólares respectivamente, lejos de las aportaciones de Estados Unidos -unos 1.119 millones- o Reino Unido -447.730 millones-. Kuwait, el tercer mayor contribuyente, ha despachado 304.640 millones.

A juicio de Iyad, la ayuda procedente de las monarquías del Golfo -que concentran algunas de las rentas per cápita más altas del planeta- está mal encaminada. “Los refugiados han perdido todo lo que era su vida y la situación en Siria indica que pasarán muchos años antes de que regresen a casa, si es que pueden hacerlo. Lo que necesitan es integrarse en una nueva sociedad y que se les permita reconstruir sus vidas, no colocarlos en un campo y proporcionarles caridad“. La ira de la opinión pública árabe también se ha dirigido contra los obstáculos que sus gobiernos han instalado para evitar el desembarco de sirios.

La mayoría de los países árabes -desde Egipto a Túnez, Argelia o Marruecos- han incrementado los requisitos para expedir visados a sus “hermanos” sirios. “Los únicos países árabes que aún permiten a los sirios entrar sin visado son Sudán y El Líbano. En este último, circulan rumores de que la vía libre podría acabar pronto. Otras naciones, especialmente las del Golfo, han complicado el proceso para evitar la entrada legal”, lamenta Iyad.

Quienes, como él, censuran la política de “puertas cerradas” que triunfa en la península Arábiga recuerdan que fueron sus regímenes quienes armaron a la insurgencia contra Bashar Asad y algunos de sus ciudadanos quienes financiaron las arcas de organizaciones yihadistas como Estado Islámico y Frente al Nusra -la filial siria de Al Qaeda-. “Su actuación es muy vergonzosa porque son precisamente los países que se involucraron en la guerra. Si están tratando de influir en el futuro de Siria, deberían como mínimo mostrar cierta responsabilidad con la coyuntura humanitaria”, apostilla el activista.

En los pasillos de cortes como la saudí o la qatarí, los dardos contra su falta de humanidad han alimentado los reproches. En los últimos días sus funcionarios han culpado a EEUU y sus aliados occidentales de la crisis migratoria por no haber redoblado su ofensiva para desalojar del poder a Asad durante más de cuatro años de una contienda que ha segado unas 250.000 vidas. “Desde el instante en el que los parlamentos europeos votaron en contra de una intervención militar en Siria, la Unión Europea tiene una gran responsabilidad en la crisis actual“, concluye Ganem.

 

@fcarrionmolina

 

Fuente:elmundo.es