Java-Tuniansky

Enlace Judío México- Hace tres años, la Profesora Java Turniansky estuvo “en las nubes”. Nunca había imaginado, afirmó, llegar a los 75 años a un punto así en su carrera académica, recibiendo el Premio Israel 2012 -el máximo galardón con que el Estado de Israel distingue a sus ciudadanos más destacados- por su investigación de “lenguas y literatura judías”. Esta catedrática e investigadora de la Universidad Hebrea de Jerusalén nacida en México y residente en Israel desde los 20 años, lo recibió por su vida dedicada al estudio de uno de los idiomas judíos más ricos, el idish.

La profesora Turniansky recibió a EL UNIVERSAL en su departamento en el barrio Beit Hakerem de Jerusalén. Es amable y firme, habla con voz grave y segura, sonríe y hace sentir cómodo a su interlocutor. Y lo central: irradia pasión por lo que hace.

(Fragmentos de la entrevista)

-Si hay que explicar a un público no judío el trasfondo de su reciente galardón y del tema al que ha dedicado su vida, ¿qué es el idioma idish?

-El idish es una de las lenguas judíos. Desde el siglo II el pueblo judío dejó de hablar hebreo por la destrucción del Templo, por el exilio. Cuando regresaron los exilados de Babilonia a Israel ya no hablaban hebreo sino arameo, que fue asentándose y dejando de lado al hebreo. El hebreo dejó de ser una lengua hablada. Siguió siendo la lengua del rezo, de la lectura, de la escritura, pero no de la comunicación oral diaria. Esa función la tomaron otras lenguas, dependiendo del lugar y de la época.

Como el pueblo judío fue un pueblo migratorio, en cada lugar al que llegaron judíos adoptaron la lengua del lugar y la adaptaron a sus necesidades, a su manera de expresión. Así nacieron muchas lenguas judías, no sólo el idish. Hubo como 20 lenguas judías, pero no todas existen hoy.

Algunas no llegaron a la escritura sino que fueron solamente hablados. Por ejemplo, algunos tipos de árabe muy locales que no existen hoy. Las lenguas que aún se hablan hoy son el idish, que nació en Alemania y se derivó del alemán; el ladino, que nació en España y se derivó del español; el arameo, que sigue siendo (aunque hoy lo llamamos kurdo) el idioma de los judíos del Kurdistán, y también lenguas como el judeo-italiano, el judeo-francés, el judeo-provensal, el judeo-tártaro.

-Siempre se trata de una lengua local, adaptada por los judíos.

-Exactamente. En cada lengua entraron muchos elementos hebreos. Todas las lenguas judías tienen un porcentaje bastante considerable de palabras hebreas y arameas que se parecen en todas las lenguas. Y cada lengua sirvió para la comunicación de cierto grupo, en cierto lugar durante cierto tiempo.

El idish en su hogar mexicano

-Java, usted nació en México como hija de inmigrantes judíos: su papá de Lituania y su mamá de Polonia. Usted mamó mucho de lo que sus padres llevaron consigo a México, donde usted nació. ¿Cómo convivían esos mundos en su hogar?

-Ante todo en mi casa se hablaba solamente idish. Naturalmente que fuera de la casa hablábamos español. Mamá no, pero papá sabía perfectamente el español. Leía toda la literatura que le gustaba en español. Hablaba un perfecto español. Pero en casa exigían que habláramos idish.

-O sea que había una decisión explícita de hablar el idish para preservar el idioma, no porque no se arreglaran con el español.

-Así es. Pero el idish no solamente era la lengua sino toda una cultura. Papá decía “español va a aprender, pero idish, si no lo va a hablar en casa, no lo va a aprender”. Y lo que pasa es que en México, muy temprano, ya en 1925, se fundó una gran escuela, el Colegio Israelita de México, de la cual estoy cada vez más orgullosa de haber sido alumna. Esa escuela estaba incorporada a la secretaría de Educación. Desde primero de primaria empezamos a leer y a escribir en español y en idish. Y en cuarto de primaria empezamos a leer y a escribir hebreo, así que muy pronto teníamos tres lenguas. Y teníamos excelentes profesores, tanto mexicanos no judíos para la materias generales, como ex inmigrantes judíos de Europa que pasaron a ser ciudadanos mexicanos y que nos enseñaban las materias judías.

Mexicana e israelí

-Usted llegó a Israel por sionismo y al mismo tiempo entiendo que se sentía muy mexicana. ¿Pueden convivir el amor por el país en el que nació, el mundo mexicano y el deseo de vivir en Israel?

-Así como cuando tenemos un hijo y pensamos que no vamos a poder amar al segundo y sí lo amamos, así es esto para mí. México e Israel son mis dos hogares. Tengo dos patrias y las amo a los dos.

-¿Qué le quedó a usted de México, qué trajo consigo de allí?

-En primer lugar, la lengua. Leo , conozco a los escritores mexicanos, estoy al tanto de lo que sucede culturalmente. Los aromas, las vistas, el sabor de la comida, la casa, mis amigos, mi escuela, mi familia.

Cuando los judíos llegaron a México, la mayoría vivía en un lugar en el que vivían sólo inmigrantes. También nosotros. Los amigos de mi infancia eran árabes libaneses. Uaded, Karime, Anwar… eran mis amigos de la infancia. Con ellos aprendí español, con ellos jugaba en la calle de la Merced, en Venustiano Carranza. Así que como la infancia nos acompaña siempre, a mí me acompaña México.

El rol del estudio en israel

-Usted está en ISrael hace muchos años y el país ha ido cambiando. ¿Qué lugar siente que da el Israel actual al estudio?

-Tenemos mucho y queremos más. Las universidades en Israel hacen muchísimo. Tenemos excelentes alumnos. Hay tantos egresados de doctorado excelentes que no tenemos lugar para darles trabajo. Este es un gran problema. Pero sí hay un apoyo muy fuerte al estudio, a la investigación, a la publicación de investigaciones y a la diseminación de conocimiento cultural y espiritual. Pero siempre sentimos que no es bastante. Hay que aspirar a más.

Fuente: El Universal