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Rohani parece no darse cuenta que el CGRI aceptará sobornos y continuará la resistencia al acuerdo.

 

ALI ALFONEH

La diplomacia del presidente iraní Hassan Rohani y la histórica negociación nuclear pueden haber reducido las brechas entre Teherán y las potencias mundiales, pero el acuerdo está ampliando las diferencias entre las élites políticas en la República Islámica, un acontecimiento que podría poner en peligro el acuerdo.

Aún cuando Rohani y su gobierno de tecnócratas, con apoyo público, están tratando de utilizar el acuerdo nuclear para reintegrar a Irán en la economía global, el cuerpo de oficiales del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI) se ha estado esforzando en forma sistemática para debilitar el acuerdo.

Como siempre, el líder supremo iraní, Ayatola Ali Khamenei, quien necesita a los tecnócratas tanto como al CGRI para asegurar la supervivencia de su régimen clerical, oscila entre los dos centros de poder, extendiendo apoyo a ambos.

Frente a la creciente oposición del CGRI, y la vacilación de Khamenei, Rohani ha elegido una táctica riesgosa para asegurar el acuerdo nuclear firmado en Viena. Él está tratando de sobornar al CGRI para que no se resista al acuerdo en virtud del cual Teherán aceptó recortar su programa nuclear contencioso a cambio del levantamiento de las sanciones internacionales que paralizaron la economía de Irán.

Pero Rohani parece no darse cuenta que el CGRI aceptará el soborno y continuará la resistencia al acuerdo. Esto socava la autoridad de Rohani y amenaza el compromiso a largo plazo de Irán con el acuerdo de Viena. El último intento de Rohani para sobornar a los Guardias fue entregado durante su discurso del 15 de septiembre ante el más alto liderazgo del CGRI. Ahí se jactó de “la obra revolucionaria” de “quebrar el régimen injusto de las sanciones” e hizo hincapié en la necesidad de unidad y solidaridad entre todas las instituciones del régimen islámico.

Luego dijo que el CGRI, la organización paramilitar Basij que controla éste, el ejército regular y las agencias de aplicación de la ley “deben ayudar al gobierno y al pueblo en producción, desarrollo y crecimiento económico.”
El mensaje de Rohani a los Guardias fue claro: El acuerdo nuclear quita el régimen de sanciones internacionales, después de lo cual el dinero fluirá dentro de la economía de Irán. Siempre que el CGRI no se oponga al acuerdo, una parte sustancial de esos fondos irá a su vasto conglomerado empresarial.

Esto marca un cambio en la táctica por parte de Rohani, quien anteriormente había criticado las actividades económicas del CGRI.

Desde que Rohani asumió la presidencia en el 2013, se ha esforzado por derribar el imperio empresarial del CGRI, llegando tan lejos como a decir públicamente: “Si la misma institución tiene acceso a armas, dinero, medios de comunicación masivos y cosas por el estilo, los jefes de esa organización serán corruptos, aún si son tan piadosos como los acompañantes del Profeta!”

Bajo las normas secretas de la política de fuerzas en la República Islámica, Rohani no podría haber dado su último discurso ante el liderazgo del CGRI sin haberlos consultado antes -y los Guardias parecen haber aceptado el soborno.

Esto podría tener importantes consecuencias para el equilibrio de poder en Irán: Financiación incrementada para el imperio económico de los Guardias significa también creciente capacidad para adquirir más clientes -y control político- entre las élites políticas del país. Esto tiene el efecto de debilitar más a Rohani, a su gabinete de tecnócratas y a sus amigotes en el bazaar, la clase comerciante rica que detenta influencia sustancial. Debe recordarse que la revolución islámica del Ayatola Ruhollah Khomeini contra el Shah Mohammad Reza Pahlavi en 1979, fue ganada
esencialmente cuando los comerciantes del bazaar dieron sus espaldas al Trono del Pavo Real.

Peor, el CGRI, que es probable que no apoye el acuerdo nuclear en público, muy probablemente se opondrá al acuerdo en algún momento, aún después que este haya sido aceptado por el gobierno y ratificado posiblemente por el parlamento. Esto pone en gran peligro la durabilidad del acuerdo nuclear.

Rohani parece estar cometiendo el mismo error que cometió su predecesor, Akbar Hashemi Rafsanjani, durante su mandato como presidente entre 1989-97. Después de la guerra con Irak de 1980-88, Rafsanjani buscó sobornar al CGRI para que permanezca fuera de la política poniéndolo a cargo de todos los principales proyectos de reconstrucción de posguerra. El CGRI utilizó esta oportunidad para establecer un imperio empresarial hecho y derecho, el cual abraza importantes contratos de construcción, industriales, petroleros y gasíferos y aerolíneas.

Este ha utilizado este poder económico para dominar la política iraní, culminando con la presidencia de Mahmoud Ahmadinejad, un ex oficial del CGRI y predecesor intransigente de Rohani, entre los años 2005 y 2013.
Rohani no parece haber aprendido del error de Rafsanjani. Ansioso por ver el éxito del acuerdo nuclear, ha rendido de buena gana los potenciales beneficios económicos del acuerdo nuclear ante la misma institución que es el mayor opositor al acuerdo y a su gobierno.

Como dice el refrán, “los que no aprenden de la historia están condenados a repetirla”, y Rohani y su gabinete pueden pronto pagar el precio por este error.

Fuente: The Arab Weekly-

Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México