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GABRIEL ALBIAC

Ni Putin ni los ayatolás de Qom conocen la piedad. Puede que sólo eso esté a la altura de la ausencia de piedad del Estado Islámico.

Anteayer, David Cameron: “Rusia está ayudando a Assad, el carnicero”. Y es ésa une evidencia. Y el aviso llega demasiado tarde.

¿Qué han hecho Europa y Obama en el Cercano Oriente desde 2011? El ridículo. De cuya mano vino la matanza. Y en cuyo desenlace no va a haber más vencedor que Putin. Rusia tiene ya fuerzas de infantería en Siria. Las usará si lo juzga necesario; aunque su hipótesis primera es que se encarguen del suelo los iraníes. Desde el aire, los rusos apisonarán el territorio. Sin remordimiento, sin distinción, sin matices. Sin distinción, matices ni remordimiento, los iraníes –bajo uniforme Pasdarán, o Hezbolá– aguardan la hora de exterminar a los sunitas, en una guerra religiosa de más de trece siglos. Ni Putin ni los ayatolás de Qom conocen la piedad. Puede que sólo eso esté a la altura de la ausencia de piedad del Estado Islámico.

¿Qué es lo que se juega en Siria?

–Assad sabe que no sobreviviría a una derrota. La cifra de tortura y exterminio desplegada por su familia es imposible de cifrar: poblaciones enteras. Ninguna piedad puede aguardar, pues, de sus adversarios. Las imágenes del linchamiento de Gadafi pesan fuerte.

–El Estado Islámico ha consolidado una estabilidad, hace cuatro años impensable. Y esa consolidación se asienta sobre un error asombroso: el abandono súbito que impuso Obama a las fuerzas de su país en la zona. Sabe el EI que estabilizar su poder es hacerse con la hegemonía del Islam. El salafismo sunita cerraría una partida de mil trescientos años contra los herejes chiíes. No hay precio que no valga la pena pagar por tal acontecimiento teológico.

–Irán es el primer perjudicado. Allí, el chiismo, que con Jomeini inauguró la yihad moderna, ve caer su influencia bajo el peso económico mediante el cual saudíes y qataríes promovieron la toma del poder por los sunitas en todo el norte de África en 2011. Siria es su último enclave antes del choque iraní con los saudíes, a cuyo éxito está destinada la planificación de su arsenal nuclear.

–Putin entra a la partida en el momento crítico. Sus bombardeos no distinguen entre la media docena de adversarios del gobierno de Damasco. Para Putin, como para los iraníes, son todos lo mismo. Puede que no se equivoquen. Bajo la denominación de Ejército de Siria Libre, Frente Islámico o Al-Nosra, diversas tribus salafistas encubren apenas un yihadismo gradualmente homologable al del EI. Y, si Irán sueña con borrar a los sunitas de Siria, el mismo sueño se invierte en el genocidio chiita que anhelan sus adversarios.

–Europa, en lo militar, no existe. Y, si Hollande bombardea –o hace como que lo hace–, es a efectos electorales. Juega a que los Estados Unidos vuelvan a poner en tierra hombres que mueran. Pero eso, para Obama, equivaldría a reconocerse responsable del mayor error estadounidense del último medio siglo.

Anteayer, David Cameron: “Rusia está ayudando a Assad, el carnicero”. Y es ésa una evidencia: a un carnicero entre carniceros. El aviso llega demasiado tarde.

 

Fuente: abc.es