DAVID HOROVITZ, DIRECTOR DE TIMES OF ISRAEL

No es un levantamiento contra la ocupación; es un levantamiento contra Israel.

En mayúsculas sangrientas, inconfundibles, los autores de esta nueva ronda del caos proclaman a los israelíes: No queremos vivir junto a ustedes. Queremos matarlos.

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El 9 de octubre de 2015, el portavoz de Hamas y Miembro del Parlamento Mushir al-Masri pidió más ataques con cuchillo en Jerusalén y Cisjordania, durante un discurso televisado en Gaza. (Captura de pantalla / MEMRI)

Ellos (los responsables de esa nueva ola de violencia) dicen que esto no es terrorismo “orquestado” ni “organizado”, pero sí lo es. De hecho, es más ampliamente “orquestado” que los atentados suicidas de la Segunda Intifada.

Al inicio de la década de 2000, Hamas y Fatah entrenaban, armaban y despachaban los terroristas suicidas para atacar nuestros autobuses, centros comerciales, restaurantes y más – matando a 10 y 20 y 30 personas a la vez. Nuestro ministro de Defensa asegura que, hoy, no hay ningúna “infraestructura” terrorista en Cisjordania capaz de replicar esas oleadas de suicidas. El tiempo dirá si tiene razón.

Pero lo que nos enfrentamos ahora es un número desconocido de atacantes potenciales, que han sido llevados hacia un fervor asesino por una campaña de odio organizada contra nosotros.

El mensaje de que “los judíos están conspirando contra Al-Aqsa” ha sido transmitido durante meses por los jefes políticos palestinos, líderes espirituales, la corriente principal y las redes sociales: Mahmoud Abbas en los discursos a su pueblo (que finalmente perdió la cordura con su falsa acusación la semana pasada de que Israel ejecutó el terrorista adolescente de Pisgat Zeev); Fatah en folletos y publicaciones de Facebook; Hamas en videos; el Movimiento Islámico con su agitación dentro de Israel; Los miembros árabes de la Knesset … todos ellos y otros han estado lanzando aceite al fuego.

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Una captura de pantalla de una caricatura publicada en la página de Facebook del movimiento Fatah que representa a tres judíos huyendo, mientras un coche conducido por un palestinos intenta atropellarlos- noviembre 2014.

Como fue el caso hace 11-15 años, el resultado es que salimos a la calle cada día sabiendo que las personas que nos rodean quieren matarnos. Por el momento, en general, se utilizan métodos menos devastadores que en aquel entonces. Pero potencialmente, hay más terroristas. Y están aquí entre nosotros – del lado “bueno” de la barrera que hemos construido para detener esos suicidas de la Segunda Intifada. Son hombres, mujeres e incluso niños. Y el lavado de cerebro ha sido tan eficaz que vienen hacia nosotros listos y dispuestos a morir en el acto de matar al judío – el judío es malo, acerca del cual han sido persuadidos de manera tan efectiva que no tiene derecho a estar aquí, que no tiene conexión a Jerusalén, ni a esta tierra.

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Una guía anatómica publicada en Facebook por Zahran Barbah, de Gaza, el 8 de octubre, que muestra a qué partes del cuerpo se debe apuntar para apuñalar a una víctima. (Cortesía de MEMRI)

Dicen que las relaciones entre ciudadanos judíos y musulmanes de Israel nunca serán el mismo después de esto, cada vez que sucede un “después de esto”. Pero, a pesar de lo negro en que este mes de octubre se ha convertido, esa conclusión extrema parece prematura, por lo menos mientras redacto este escrito.

Los árabes israelíes fueron apenas participes en la Segunda Intifada; su participación en el frenesí de terror actual ha sido relativamente marginal – a pesar de los mejores esfuerzos de algunos de sus representantes de la Knesset – y no puede señalar el colapso de todos los puentes. La mujer de Nazaret, que sacó un cuchillo en la estación de autobuses de Afula el 9 de octubre y fue tiroteada en la parte inferior del cuerpo, al parecer tenía problemas mentales. El terrorista que apuñaló cuatro miembros cerca de Hadera el día 11 de octubre vivía en Umm al-Fahm, pero no era un árabe israelí, pues nació en la Ribera Occidental, y se encontraba en Israel bajo un acuerdo de reunificación familiar. La madre del terrorista beduino que mató a un soldado y abrió fuego en la estación de autobuses de Beersheba en la noche de Domingo nació en Gaza; la comunidad beduina y familiares del asesino se apresuraron a condenar y desvincularse de sus acciones.

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El cuerpo del terrorista en la estación central de autobuses de Beersheba, después de un ataque el 18 de octubre, 2015 (Foto por Meir Haim / Flash90)

La relación de Israel con su comunidad árabe es compleja, por decirlo suavemente. los árabes israelíes son (mayoritariamente) no sionistas; ellos son (en su inmensa mayoría) ciudadanos respetuosos de la ley. Quieren ver el conflicto con los palestinos resuelto; el Movimiento Islámico utiliza ese conflicto para fomentar el odio y la violencia; el más exitoso de sus partidos políticos, Hadash, busca la convivencia. Existe un peligro de profecía autocumplida si se cancelan las relaciones entre judíos y musulmanes en Israel.

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Ellos (los responsables de esa nueva ola de violencia) dicen que Israel está colocando muros y dividiendo de nuevo a Jerusalén. Pero la colocación de seis losas de hormigón en Armon Hanatziv – previstas antes de la actual ola de apuñalamientos, para bloquear cócteles molotov y piedras en una zona particularmente violenta – no constituye una nueva división de la ciudad.

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Cinco de los seis bloques de hormigón colocados entre la parte de East Talpiot (judía) y los barrios de Jabel Mukaber(árabes), el 18 de octubre de 2015 (Foto por Yonatan Sindel / Flash90)

Aún así, los retenes en las entradas a los barrios árabes muestran que Jerusalén nunca ha sido unida desde 1967; sus barrios árabes nunca fueron integrados. La locura de la expansión de las fronteras de la ciudad para incluir zonas árabes sin tratar de gobernarlos equitativamente nunca ha sido expuesto con más claridad que hoy en día, cuando Israel debe proteger a sus ciudadanos de los mismos residentes que optaron por incluir en su ciudad capital. Esto fue un terreno fértil para que explote el odio.

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Dicen que este es el más reciente levantamiento contra la ocupación. No lo es. Es el más reciente levantamiento contra Israel.

La mayoría de los israelíes no quieren gobernar a los palestinos. La mayoría de los israelíes quieren separarse de los palestinos. Si los palestinos quieren un Estado basado en las fronteras de 1967, tienen que convencer a una mayoría de los israelíes que su independencia no amenazará nuestra existencia. Cualquiera vería eso como obvio. Evidentemente, no lo es.

Esta última fase del terrorismo y violencia – al igual que las guerras convencionales, y los ataques suicidas, y la implacable campaña de tergiversación, demonización y la negación de la historia judía Tierra Santa – envía el mensaje contrario a Israel. Gran parte del resto del mundo – en general miope cuando ve a Israel como el Goliat, siendo esta nación una pequeña astilla víctima del odio en una región en plena ebullición por el extremismo islamista – se niega a verlo. Pero en mayúsculas sangrientas, inconfundibles, los autores de esta nueva ronda del mal caos proclaman a los israelíes: No queremos vivir junto a ustedes. Queremos matarlos y obligarlos a salir de aquí.

Fuente: Times of Israel

Traducción: May Samra para Enlace Judío México

Reproducción autorizada con la mención: © EnlaceJudíoMéxico