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CLIFFORD D. MAY

La campaña de boicot, desinversión y sanciones producirá más de ellos.

Hace algunos años, Daniel Birnbaum, un empresario israelí, tuvo una idea extraña: “Decidí que quería emplear palestinos.”
Así que se hizo cargo de una fábrica en la Margen Occidental -donde el desempleo es de un 30%- y contrató a más de 500 palestinos. También contrató a 350 árabes israelíes y a 300 judíos israelíes. Les pagó a todos ellos “salarios israelíes”, que son cuatro veces mayores que el promedio de la Margen Occidental. Pero debido a que los palestinos no son ciudadanos israelíes y por lo tanto no califican para el sistema de salud israelí, adquirió seguros privados para ellos, tanto como para sus dependientes, sabiendo muy bien que “cada empleado mantiene a unos 10 familiares.”

Ustedes pueden haber escuchado de la empresa del Sr. Birnbaum: SodaStream fabrica artefactos que te permiten convertir el agua del grifo en agua gasificada. Él estaría ansioso por contarles -como me contó durante la cena en Tel Aviv, una ciudad floreciente que se jacta de diversidad étnica y religiosa inimaginable en otras tierras meso-orientales- porque el agua gasificada hogareña es más barata y saludable que las gaseosas endulzadas con grandes cantidades de azúcar o sustitutos del azúcar, y porque no comprar soda en botellas y latas tiene importantes beneficios para el medio ambiente.

El punto es que él está produciendo un buen producto y ofreciendo buenos empleos para los palestinos y demostrando que no es imposible que israelíes, árabes, musulmanes y judíos, trabajen juntos, se respeten entre sí y a veces incluso aprendan unos de los otros. ¿Podría ser mejor que eso? Sí: reclutó a Scarlett Johansson para hacer sus comerciales.

Lo que sucedió luego: SodaStream atrajo la atención de una campaña que se llama a sí misma BDS que defiende el boicot, desinversión y sanciones -castigos económicos que quiere infligir sobre Israel y sólo sobre Israel, ningún otro país, ni siquiera los que patrocinan terrorismo, ni siquiera los que cometen las violaciones más espantosas de derechos humanos, y ciertamente, no los que ocupan territorios disputados no reclamados por los palestinos.

“Nos acusaron de robar tierra, ´beneficiarnos de la ocupación´ y sacar ventaja de nuestros empleados”, dijo el Sr. Birnbaum. “¡De repente soy un criminal de guerra que camina!”

Oxfam, una organización cuya misión aparente es combatir la pobreza, ayuda a financiar el BDS. Como resultado, Scarlet Johansson era embajadora global de Oxfam. “Ellos amenazaron con echarla si continuaba siendo portavoz de SodaStream”, recuerda Birnbaum.

Por su parte,  Johansson le dijo a Oxfam  ¡pudrete! En cuanto al Sr. Birnbaum, “Escribí al presidente de Oxfam y dije “antes que usted pida que mi gente pierda sus empleos, ¿por qué no viene aquí y les mira a los ojos?” El presidente de Oxfam no respondió.

SodaStream continuó creciendo. Fue necesaria una fábrica nueva y más moderna. Pero “construir en la Margen Occidental habría sido un acto de locura”, dice el Sr. Birnbaum, no debido a “la molestia constante” del BDS sino debido a la política: Ni la Autoridad Palestina (a la cual ofreció pagar impuestos) ni el gobierno israelí (cuya política aparente es apoyar el desarrollo económico en la Margen Occidental) fueron de apoyo. Así que este año abrió una planta nueva en el propio Israel, cerca de Beersheva, en el Desierto del Neguev.

Él hizo lo mejor que pudo para retener a sus obreros palestinos pero eso no ha sido fácil: para ellos era muy duro un viaje diario (aún cuando ofreció autobuses); otros no pudieron obtener los permisos necesarios para trabajar en Israel.
La nueva fábrica, sin embargo, emplea a 300 beduinos (una vez el gran pueblo nómada del Medio Oriente), muchos de quienes nunca antes tuvieron empleos regulares con cheques de paga regular. Adivinen qué: BDS continúa atacando a SodaStream, afirmando ahora que “están robando tierra y agua beduinas.”

De hecho, el Jeque Talal El-Garnawi, alcalde de la ciudad beduina de Rahat, fue instrumental en convencer a Birnbaum de construir la nueva planta y desde entonces ha llamado a SodaStream “un símbolo de esperanza y cooperación.” El agregó: “No hay disputa, y nunca ha habido una disputa con respecto a la tierra en la cual fue construida la fábrica o con respecto al agua o a cualquier otro recurso en la región.”

El impacto más significativo del BDS sobre SodaStream ha sido en Suecia. En respuesta a la presión de los minoristas presionados por defensores del BDS, SodaStream aceptó dejar de enviar sus máquinas desde la fábrica en la Margen Occidental. Los suecos han estado complacidos de recibir productos en su lugar de una fábrica de China -un país decididamente no libre que “desaparece” a los tibetanos que protestan la anexión china de su patria. Eso ha significado 150 empleos menos para palestinos con, nuevamente, cada uno con la responsabilidad de un promedio de 10 personas que dependen de ellos.

Tal vez los suecos, junto con otros europeos y estadounidenses “progresistas”, piensan que los palestinos están mejor como pupilos de la “comunidad del donante.” Tal vez ellos piensen que otra ronda o dos de “proceso de paz” provocarán que los buenos inversores extranjeros (como opuestos a los inversores israelíes) se dirijan a la Margen Occidental con la chequera en la mano. O tal vez ellos piensen que si los israelíes se cansan de la Margen Occidental, el resultado no será – como fue en Gaza- la captura del poder por parte de Hamás, el cual construye fábricas que hacen misiles en vez de electrodomésticos de cocina.

Mientras tanto, no lejos, en el norte, los yihadistas del Estado Islámico, afiliados de Al Qaeda y Hezbolá están observando. ¿Qué tipo de empleo piensan que ellos podrían tener en mente para los palestinos desempleados, empobrecidos y desesperados?

Por el contrario, Birnbaum ha estado reuniendo a los pueblos de la Tierra Santa, ofreciendo oportunidades para ganar sustentos decentes haciendo productos que los consumidores quieren y por los que pagarán.

Los que se oponen a eso, los que están tratando de detenerlo e impedir que otros sigan su ejemplo -con los activistas del BDS liderando el paquete- se llaman a sí mismos pro-palestinos. Su afirmación es, cuando piensas en ella, nada menos que ridícula.

Fuente: The Washington Times

Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México