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EVELYN GORDON

La ola de terror asesino que arrasó París el viernes es demasiado conocida para los israelíes, e Israel ha desarrollado múltiples estrategias para lidiar con tales ataques. Pero el aspecto más destacable de la respuesta de Israel al terror no es la capacidad de inteligencia o militar, aun con lo importantes que son. Es como lidian con su dolor y pena las familias y amigos de las víctimas.

Una podría pensar que esto variaría ampliamente de individuo en individuo. Pero una respuesta particular se ha vuelto tan común que prácticamente ha logrado el estatus de una norma: conmemorar a las víctimas dando inicio a algún proyecto concreto para hacer de Israel un lugar mejor.

Un ejemplo clásico fue casualmente destacado por la Asamblea General de las Federaciones Judías de Norteamérica la semana pasada. Un suplemento comercial producido en honor de la asamblea por Haaretz detallaba varios proyectos apoyados por la federación en los vecindarios, incluido uno llamado Nirim,  que busca rehabilitar a delincuentes juveniles a través de terapia del desierto. Lo que atrapó mi mirada fue la forma en que comenzó este programa: Fue fundado por un grupo de comandos navales israelíes para conmemorar a uno de sus camaradas, Nir Krichman, quien resultó muerto durante una operación contraterrorista en la Margen Occidental en el año 2002. El programa fue adoptado posteriormente por la unidad entera, y hasta el día de hoy los comandos acompañan regularmente a los participantes adolescentes en las caminatas en el desierto que constituyen el elemento crucial de la terapia. Trece años después, Nirim afirma que el 95% de sus 300 graduados han dado vuelta a sus vidas exitosamente y se sustrajeron de la pobreza.

La historia de la fundación de Nirim está lejos de ser única, como he notado en otras partes. La Fundación Koby Mandell, por ejemplo, fue establecida por los padres de Koby después de que el niño de 13 años fuera asesinado por terroristas en 2001; maneja programas para ayudar a hermanos traumatizados de víctimas del terror. La Fundación Malki Roth fue establecida por los padres de Malki después que la quinceañera fuera asesinada por terroristas ese mismo año; esta organización, inspirada por la devoción de Malki por su hermana discapacitada, ayuda a las familias a cuidar a niños con necesidades especiales en casa. La Fundación Benji Hillman, que ayuda a soldados solitarios, fue iniciada por los padres de Benji después que él fuera asesinado combatiendo en la Segunda Guerra del Líbano del 2006; fue inspirada por su preocupación por los soldados solitarios en su propia unidad. Y la lista podría seguir.

Tampoco las organizaciones de servicios sociales son la única forma de conmemoración. Cuando Jonathan Einhorn cayó en la Segunda Guerra del Líbano, por ejemplo, sus padres eligieron conmemorar su amor a la tierra levantando un parque público lleno de flora israelí nativa. Después que Gilad Shtokelman cayó en la misma guerra, sus padres decidieron construir en su memoria la primera sinagoga de su pequeña comunidad.

Los proyectos son tan diversos como los individuos a los que conmemoran. Pero todos tienen algo en común: el deseo de honrar la vida de un ser amado dejando a Israel como un lugar mejor que el que encontraron.

Este enfoque difiere en forma marcada de la respuesta estándar palestina cuando los seres amados son perdidos debido al conflicto, especialmente si la “víctima” murió cometiendo un ataque terrorista contra israelíes. Muy a menudo, la respuesta ha consistido en instar públicamente a los prójimos palestinos a asesinar más israelíes – como el padre del atacante suicida Sa’id Khutari, quien respondió al asesinato de 21 israelíes por parte de su hijo en un club nocturno en Tel Aviv en el año 2001 declarando orgullosamente que él estaría feliz si todos sus hijos se volvieran atacantes suicidas. Para la gente como el padre de Khutari, la prioridad evidente no es construir Palestina, sino destruir a Israel.

Pero el enfoque israelí también difiere de las manifestaciones y vigilias de encendidos de velas que se han vuelto la respuesta por defecto de Europa al terror. Tales manifestaciones y vigilias obviamente no dañan, pero tampoco hacen mucho bien: A pesar de involucrar a masas de gente, por último desaparecen sin un rastro.

La Biblia propone una opción aparentemente binaria: “He puesto ante ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición: Por lo tanto, escoge la vida.” Pero en realidad, hay dos formas diferentes de elegir la muerte. Una es elegirla en forma activa, como lo han hecho los palestinos y tanto del mundo árabe: respondiendo al dolor y pena sembrando más dolor y pena. Pero la otra es elegirla pasivamente, al no responder al dolor y pena con ninguna acción en lo absoluto.

Los israelíes, sin embargo, han asumido en forma repetida la tercera opción: responder al dolor y pena trabajando activamente para hacer de algún rincón pequeño del mundo un lugar mejor. Y ese es precisamente el motivo por el cual Israel, contra todos los pronósticos, se ha convertido en el país próspero que es en medio de una región que se está destruyendo. Enfrentados con el terror, los israelíes han elegido abrumadoramente construir en vez de destruir. Y así, han elegido la vida.

Fuente: Commentary

Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México