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AMOS HAREL

La prohibición de la rama norte del Movimiento Islámico de Israel ha sido objeto de debate en el gabinete diplomático de seguridad desde que estalló la ola de violencia en Jerusalem y Cisjordania a principios del mes pasado. Su implementación esta semana no es casual, sino que está relacionada con los eventos en el extranjero.

El primer ministro, Benjamín Netanyahu, decidió golpear el hierro mientras está caliente, aprovechando la oportunidad para acabar con el terrorismo palestino en momentos en que la atención del mundo se centra en el terrorismo islámico, aunque muy lejos de aquí. Mientras que el mundo occidental refuerza su lucha contra el Estado Islámico tras los ataques terroristas en el Sinaí, Beirut y París, Netanyahu no será criticado en el extranjero por declarar la guerra a islamistas fanáticos en casa.

La proscripción de la rama norte fue un movimiento forzado por el gobierno de Netanyahu. El Shin Bet no se vio entusiasmado por la decisión temiendo que podría exasperar a los árabes israelíes y que Salah y sus aliados serían más difíciles de controlar ya que continuarían sus actividades de manera clandestina.

Sin embargo, el Shin Bet tiene otra razón: tradicionalmente, la agencia tiende a enfocarse en el las actividades del terrorismo “duro” – fabricación de bombas, contratación de terroristas suicidas, organización de ataques con armas de fuego. Los esfuerzos para combatir el terrorismo “suave”, como el bloqueo de los canales de financiación, el seguimiento de los sermones en las mezquitas y la clausura de organizaciones benéficas, implican operaciones largas y complejas que intervienen con la lucha contra el terror duro, especialmente cuando los objetivos son ciudadanos israelíes. Por lo tanto no es de extrañar que la agencia vacile más allá de la cuestión de justificar imponer restricciones severas a una organización a la que pertenecen casi 10,000 israelíes.

El Movimiento Islámico nació en la misma incubadora de Hamas – es decir, los Hermanos Musulmanes. Durante años, la rama norte del movimiento ha funcionado como una especie de hermanastra de Hamas. Además de incitar sistemáticamente en contra de Israel y echar gasolina al fuego del Monte del Templo, sus dirigentes han mantenido relaciones con los líderes de Hamas en Cisjordania, la Franja de Gaza y el extranjero.

El jeque Raed Salah, jefe de la rama norte, ha liderado la campaña de que “Al-Aqsa se encuentra en peligro” por casi dos décadas. En los últimos dos años, ha intensificado tanto su retórica como sus actividades, fomentando la ira sobre el Monte del Templo tanto entre los palestinos como entre los árabes israelíes.

Salah y sus compañeros dirigieron el Mourabitoun y Mourabitat, grupos de hombres y mujeres musulmanes que trabajaron en turnos para hostigar a los visitantes judíos en el Monte, pagados por fuentes vinculadas con la rama norte. El Estado proscribió a ambos grupos en septiembre.

Grupos afiliados a la rama norte también han servido como canales para transferir fondos a Hamas en Cisjordania y organizaciones benéficas islámicas en Turquía. Las familias de miembros de Hamas muertos o encarcelados por Israel han sido beneficiarios de estos fondos.

Según la información de inteligencia transmitida a los ministros, Salah y varios otros funcionarios de la rama norte mantenían contacto con altos funcionarios de Hamas en Gaza y Cisjordania. La rama norte y las organizaciones afiliadas a Hamas en Cisjordania incluso utilizan los mismos abogados y contadores. Todas ellas caen bajo el mismo paraguas ideológico.

Las cadenas de televisión transmitieron imágenes dramáticas mostrando la clausura de las organizaciones afiliadas a la rama norte. Pero los que tienen mejor memoria recordarán que esta no es la primera vez. Hace más de una década, durante la Segunda Intifada, la policía llevó a cabo un operativo similar, y Salah y sus compañeros fueron arrestados bajo sospecha de transferir fondos a Hamas.

Entonces, la rama norte fue el blanco de un foro conjunto de servicios de inteligencia que pretendía combatir al terrorismo “blando”. Es decir, a organizaciones benéficas o empresas afiliadas a Hamas y la Yihad Islámica. En los últimos años, las actividades de este foro han disminuido, pero actualmente se han hecho esfuerzos de fortalecer su labor.

Esta semana Netanyahu deseaba un paso dramático, y lo consiguió. Pero su utilidad dependerá en parte de si el Estado conserva esta presión sobre la rama norte a través del tiempo – algo que ha dejado de hacer en el pasado.

Mientras tanto, en Cisjordania, el quinto ataque con arma de fuego en diez días tuvo lugar la noche del martes. Por otro lado, no han ocurrido acuchillamientos o atropellamientos en los últimos días. El uso armas de fuego podría en última instancia resultar más mortífero que la ola de apuñalamientos. Sin embargo, el ejército dice que es demasiado pronto para determinar que ha ocurrido un cambio de tendencia.

Fuente: Haaretz

Traducción: Esti Peled

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