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JAVIER NEGRETE

Cuatro “monjes shaolin”, seis ex militares sirios y un guardia civil jubilado le cubren día y noche las espaldas. Mientras su país es bombardeado, el comandante camina plácido por las calles más glamurosas de Marbella.

A Rifaat al-Assad (78 años) le encanta observar cómo cientos de madelmans británicos descorchan botellas de champán francés en los abarrotados jacuzzis de su alocado club de playa. No es su único negocio. En la Costa del Sol le llaman “el amo de Puerto Banús”. En Siria, “el carnicero de Hama”, y no por haber regentado un negocio cárnico. 25,000 muertes tienen la culpa de un apodo que ha tratado de enmascarar en la ciudad malagueña, donde es uno de los hombres más repudiados por los empresarios. Ninguno quiere cerrar tratos con él “por su informalidad”. También por el miedo que infunde su séquito, temido incluso por las autoridades policiales.

“Yo no te voy a decir nada sobre él. Y te aconsejo que no hables de él si no quieres que te den un buen susto”. Quien habla así de temeroso al otro lado del teléfono es un veterano policía nacional. Tiene miedo a las represalias de los hombres de Rifaat al-Assad, el tío del actual presidente sirio, Bashar al-Assad. El eterno candidato a gobernar un país en permanente conflicto y minado ahora de terroristas del Estado Islámico. El único ilustre de los Assad que no tiene embargadas sus cuentas en el extranjero por los crímenes que ha protagonizado su familia en el avispero de Siria con gas sarín y otros métodos deleznables. El acusado por los libros de Historia de ejecutar la masada, la tragedia que todavía escuece en la oposición siria.

Aquel 2 de febrero de 1982 el hombre de afilada barba que pasea ahora con una mariconera por los pantalanes de Puerto Banús recibió la orden de su hermano mayor, el presidente sirio, Hafez al-Assad, de aplacar una revuelta que preparaban los Hermanos Musulmanes en Hama, la cuarta ciudad del país. Rifaat, comandante responsable de las Brigadas de Defensa sirias, no tendría piedad. Irrumpió en la ciudad con 12,000 hombres y 500 carros de combate soviéticos. Cientos de musulmanes fueron acribillados a la salida de la mezquita en pleno Ramadán y los helicópteros bombarderos harían el resto. El balance de muertos fue estremecedor. Entre 10,000 y 25,000 víctimas, según Amnistía Internacional.

“Aquello fue una tragedia contra la humanidad. Rifaat ordenó fusilar a civiles, a jóvenes inocentes que no tenían ningún problema con el Gobierno de su hermano”, rememora Omar Ali, un oftalmólogo de Hama afincado en España. Rifaat siempre ha negado su implicación en una operación militar que le granjeó mucha autoridad dentro del régimen. Accedió a la vicepresidencia del país y se vio con tanto poder que incluso conspiró contra su hermano para derrocarlo cuando éste estaba convaleciente por un ataque al corazón. El presidente, con la ayuda de su madre, le mandó al exilio en 1984. Teóricamente sin un duro en el bolsillo. Rifaat se refugió primero en Francia protegido por el presidente François Mitterand, según declaró él mismo, y dos años más tarde recaló en la Marbella gloriosa de finales de los 80. Llegó con un séquito de 200 sirios, muchos de ellos procedentes del ejército del país árabe. Máquinas de matar, pero nada comparable a los “monjes shaolin” (así les conocen en Marbella) que le tratan de “general” y lo custodian en sus tranquilas tardes en Puerto Banús. Su reino.

Allí una inmobiliaria de la zona confirma a Crónica que Rifaat posee la mayoría de los apartamentos de un lujoso complejo en el corazón de Puerto Banús con cúpulas y paredes revestidas de mármol. En esa urbanización un inmueble de 400 metros cuadrados ronda los 3,5 millones de euros y en ella se encuentra su refugio, una propiedad de 2.000 metros cuadrados protegida por medidas de seguridad más propias de un jefe de Estado. El tío de Bashar al-Assad lleva varios meses sin pagar la comunidad de vecinos, según fuentes cercanas a la misma.

A Rifaat se le atribuye la masacre de Hama, en la que murieron entre 10.000 y 25.000 personas en 1982. Era el comandante de las Brigadas de Defensa que irrumpieron con virulencia en la ciudad para aplacar una revuelta.

El ex vicepresidente sirio regenta el Plaza Beach, uno de los clubes de playa más animados de la Costa del Sol. En cada fiesta facturan unos 60,000 euros, según uno de sus empleados.

Es vox populi en Marbella que el ex vicepresidente sirio cuenta en Banús con un hotel de cuatro estrellas, el Park Plaza Suites, en la zona residencial de Benabola, en primera línea de playa y donde las noches estivales rondan los 300 euros la habitación doble. Desayuno incluido. Pero su imperio en la Costa del Sol no acaba ahí. También goza de un parking (a seis euros la hora) y decenas de locales en la joya portuaria de Marbella. Algunos los tiene alquilados, otros los tiene cerrados y en algunos ha abierto negocios como supermercados, restaurantes o la cafetería Da Paolo, donde un café con leche cuesta la friolera de 4,5 euros. Precios sólo aptos para clientes como Salman, el actual rey de Arabia Saudí y habitual del establecimiento ubicado frente a yates de ensueño.

El sirio también cuenta con dos discotecas (ahora sin actividad), dos chiringuitos y con uno de los clubes de playa más concurridos de Puerto Banús, el Plaza Beach, donde se organizan las fiestas de la espuma que tanto gustan a las barbies inglesas que abarrotan sus camas balinesas cada verano. Él paga 300.000 euros al año por la concesión de ese espacio de playa, importe que no tarda en recuperar. Sólo por ocupar un jacuzzi del beach club, el cliente tiene que pagar 3.000 euros. Bebidas incluidas. “Solemos facturar 60.000 euros en cada fiesta”, asegura uno de sus trabajadores. Con cinco eventos, al “carnicero de Hama” ya le salen las cuentas.

El patrimonio total de Rifaat en Marbella es imposible de calcular. De hecho, la Unión de Sirios en el Extranjero, plataforma contraria al régimen de Bashar al-Assad, encargó su estudio a un despacho de abogados y tuvo que arrojar la toalla. “Trataron de investigar todas sus pertenencias pero no fueron capaces. Rifaat ha creado un sistema de sociedades pantalla que nos hace imposible llegar al final. Son sus trabajadores los que nos lo cuentan”, explica Nasser Oumer, portavoz de la asociación. Una de esas propiedades que no han contabilizado aún es una parcela frente al mar de 10.000 metros cuadrados en la milla de oro de Marbella. Con licencia para construir un hotel de cinco estrellas. Es la única que queda de tales características en el término municipal y, por ello, el sirio ha decidido ponerla a la venta por el abusivo precio de 30 millones de euros. No le faltan pretendientes. De hecho, ya negocia directamente con un fondo de inversión extranjero. Pero no es lo único que ha sacado al mercado. El ex vicepresidente sirio ha puesto a la venta inmuebles por valor de 900 millones de euros entre locales, apartamentos y salas de fiesta, según fuentes inmobiliarias de la zona. “Yo le busqué a un inversor para que le comprara el hotel y le pidió 250 millones de euros. Demasiado dinero”, asegura un hostelero costasoleño. Otros empresarios de la zona también se interesaron por estos inmuebles, pero no se fían. “Te dice que sí y cuando vas a firmar el contrato en el notario no aparece y te sube cinco millones. No es serio”, cuenta uno de ellos.

Detrás de ese afán por vender del tío de Bashar al-Assad se podría esconder su temor a que tarde o temprano sus bienes sean embargados a consecuencia de las sanciones de la Unión Europea como le ha ocurrido a la mayoría de sus familiares por los crímenes que han cometido en Siria. Se los quiere quitar de en medio cuanto antes. También las propiedades que posee en el exclusivo barrio londinense de Mayfair o en Francia. En París vendió por 70 millones de euros en 2013 un palacete de siete plantas ubicado en la parisina avenida de Folch, a la que los franceses llaman irónicamente la “avenida de los bienes mal adquiridos”, dado que también se encuentra allí la majestuosa residencia de Teodorín Nguema Obiang, el hijo del presidente de Guinea Ecuatorial.

Su fortuna francesa

Según publicó Libération, Rifaat es también propietario de otro hotel en el elitista distrito XVI y de varios apartamentos en la avenida del Presidente Kennedy, junto al río Sena y frente a la Torre Eiffel. Transparencia Internacional Francia y Sherpa, dos asociaciones contra la corrupción, han cifrado la fortuna total de Rifaat en “miles de millones de euros” y le denunciaron por malversación de fondos públicos en el país galo. Creen que Rifaat ha podido levantar su vasto patrimonio con dinero procedente de las arcas públicas sirias y gracias a su querella se inició una investigación aún sin finalizar. Según el Daily Mail, los investigadores calculan que Rifaat tiene en Francia activos inmobiliarios por valor de 91 millones de euros. La oposición siria insiste en que Rifaat no se fue al exilio con las manos vacías y que recibió de manos de su hermano “2.000 millones de dólares”. Lo cierto es que Rifaat llegó a Marbella en agosto de 1986 con los bolsillos llenos a pesar de haber afirmado que salió de su país sin dinero.

Rifaat hizo su imperio en la Costa del Sol a golpe de talonario. Pujó fuerte por los mejores emplazamientos de Puerto Banús. “A mí me vino él y me quiso comprar el local. Pagaba una barbaridad pero yo no quise soltarlo. A él le gustaba negociar directamente”, cuenta el propietario de un local.

Rifaat se convirtió en toda una celebridad en Marbella. Comenzó a ir a las fiestas de la jet set, aunque nunca se dejaba fotografiar. De hecho, en una de esas fiestas un fotógrafo quiso inmortalizar aquel momento y rápidamente fue repelido a punta de pistola, según cuenta uno de los asistentes. Carmen Rigalt, cronista social de EL MUNDO, también vivió una experiencia parecida: “En un evento social, le pedí a nuestro fotógrafo que sacase una foto a Rifaat y rápidamente sus escoltas salieron al paso de forma desagradable”. Los métodos expeditivos de sus hombres son de sobra conocidos en Marbella y la razón por la que numerosos empresarios de la Costa del Sol han rechazado hacer negocios con Rifaat. “Nunca fue de fiar y siempre sus hombres andan amenazando”, cuenta un empresario. Por eso Rifaat tuvo que desarrollar algunos de sus negocios inmobiliarios con la ayuda de traficantes de armas como el sirio Monzer al-Kassar, que cumple condena en Guantánamo tras ser detenido en España acusado de conspirar para atentar contra Estados Unidos. Ambos acabaron siendo enemigos por una disputa económica.

El protegido

A su llegada a España, Rifaat contó con el apoyo del Gobierno español. Fue recibido en 1989 en La Moncloa por el presidente del Gobierno, Felipe González, cuando no podía pisar otros países europeos y, según publicó El País, se le adjudicaron dos guardias civiles adscritos al CESID y se le excluyó de los controles policiales en los aeropuertos. La razón de ese blindaje es que Rifaat era supuestamente un confidente del CNI y aportaba información contra grupos radicales árabes y palestinos. De hecho, en 2005 el periodista de EL MUNDO Antonio Rubio informaba que Rifaat al-Assad y los servicios de inteligencia españoles dieron cobertura y protección durante julio de 2005 en Marbella a Suheir Mohamed al-Sadik, uno de los principales testigos del asesinato del ex primer ministro libanés Rafik Hariri.

Le tenían tan protegido que, según publicó Interviú, los servicios de inteligencia españoles le salvaron de tres asesinatos y de un intento de secuestro. De ese blindaje se entiende que sus hombres gozaran de inmunidad en Marbella durante años. Así lo recuerda Nasser Oumer desde la Unión de Sirios en el Extranjero. “En el verano de 2000, yo vi cómo un policía de paisano le pidió la documentación al escolta de uno de sus hijos y, lejos de acceder a ello, comenzó a amenazar al agente. Iba armado. Llegaron a las manos. Al hijo de Rifaat lo sacaron, lo montaron en un coche y se fueron a la autopista. La Policía salió detrás de ellos y la persecución fue muy comentada. Cortaron hasta la autopista, detuvieron a su hijo, pero no tardó en salir de la cárcel”, cuenta Nasser. Sus escoltas también protagonizaron más de un escándalo en discotecas como Olivia Valère. Infundían miedo y respeto. “Eran muy agresivos”, dice un asiduo a la sala.

Otra de las personas que más le ayudó en su expansión costasoleña fue el ex alcalde Jesús Gil y Gil. Ambos tuvieron siempre mucha sintonía y Gil dejó al sirio hacer y deshacer en Marbella. De hecho, cuando llegó el PP al Ayuntamiento se supo internamente que la mayoría de sus negocios había funcionado sin licencias durante años. “Él cuidaba mucho a concejales del GIL y a técnicos del Ayuntamiento que le permitían hacer negocios sin los permisos. Nosotros para dar un toque de atención le precintamos el parking que llevaba varios años funcionando sin ningún tipo de licencia”, asegura un ex empleado municipal.

A Rifaat también le interesó en su día controlar el lucrativo negocio de la noche marbellí. Montó varias salas de fiestas con una decoración espectacular, pero aquello no le fue bien. Se gastó un dineral en abrir la discoteca Pure en la glorieta más cotizada del puerto. Y nadie quiso trabajar con él después de que en su primer gran evento, la fiesta de fin de año de 2009, dejase sin pagar a sus promotores. “Aquella fiesta recaudó unos 50.000 euros y no vimos un duro. Sus hombres nos dijeron que como los asistentes habían destrozado un cuarto de baño no nos daría nada de sus beneficios. Y no le llevamos a juicio porque le teníamos miedo”, relata uno de los organizadores.

También algunos de sus empleados le abandonaron hartos de los impagos. Así le ocurrió al decorador Wael Zabad, que tras arreglar estéticamente dos de sus restaurantes, no recibió ninguna contraprestación. “Le dijo que no le gustaba el resultado final y no le pagó”, recuerda su hermano Wassim, miembro de la Asociación de Apoyo al Pueblo Sirio. Este interiorista le denunció, pero aquello le salió caro. Tuvo que irse a vivir a Polonia.

Rifaat es tan receloso de su imagen que cuando se han publicado artículos sobre su implicación en Hama ha tratado de controlar su impacto. “Un día fui a comprar a una papelería de Marbella una revista que hablaba de él y no quedaba ni una. El dueño me dijo que sus hombres las habían comprado todas”, dice Nasser.

El “general” no ha querido atender a Crónica. “No quiere hablar de Marbella con todo lo que está pasando en Siria”, explica su hijo Ribal. Éste no es cualquiera. En 2011, en pleno estallido de la guerra, montó la Organización para la Democracia y la Libertad en Siria para “promover la democracia, la libertad y los derechos humanos en Siria y Oriente Medio”. Frente a la discreción de su padre, al joven le gusta la exposición. Utiliza la televisión Arab News Network, propiedad de su progenitor, para promocionarse y criticar algunas de las actuaciones del presidente Bashar.

El treintañero también ha concedido entrevistas a la CNN o la BBC donde ha defendido a su padre y le ha desligado de la matanza de Hama. En la oposición siria creen que Ribal no es más que el instrumento a través del cual Rifaat quiere cumplir su sueño de controlar Siria. El ex vicepresidente lo niega, pero los hombres de Bashar no se fían.

No olvidan que en el año 2000 criticó la sucesión y la describió como “una farsa y una obra de teatro inconstitucional”. No le perdonan que iniciase contactos discretos con los opositores. Ni el hecho de que financiase un libro de 700 páginas en el que se autodefinió como el sucesor legítimo de su hermano Hafez. Un hecho que él negó. Arguyó que esas declaraciones fueron producto de la inventiva del freelance que escribió la obra, según contó el reportero Robert Fisk en The Independent. Rifaat aguantó la mentira hasta que un miembro de los servicios de inteligencia de su país le enseñó el cheque con el que había pagado al autor. Así es Rifaat. El padre al que se le han llegado a atribuir 17 hijos de cuatro mujeres distintas. El hombre que anhela gobernar el país del que todos huyen. El infierno sirio.

Fuente:elmundo.es