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FRANCISCO GIL-WHITE

En el escenario, el mago concentra la atención con algún morbo y así nos distrae de su engaño. Es la esencia de su arte. El político, de igual manera, nos vuelca sobre el presente con algún escándalo y lo que borra es el contexto histórico. ¡Cuidado con esta magia!

Muertes en Paris–ISIS se las jacta–cantamos la marsellesa–exigimos venganza–. Las élites occidentales desechan querellas, unen fuerzas. En Siria viene un golpe decisivo. ¡Porras! Estamos muy atentos. ¿Qué se nos ha olvidado?

De dónde viene ISIS –solo eso–. ¡Nuestras porras son para sus creadores!

Pues el fuego de ISIS prendió primero en Irak, en las prisiones militares estadounidenses, abanicado por las políticas de sus custodios. Y fue avivándose más, después, con los soplidos de los gobiernos de Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia. Aquí esa historia, en breve.

Érase una vez el Irak de Saddam Hussein. Muy lejos de ser el Edén, no era, sin embargo, el presente infierno de terror yihadista. Eso fue un “regalo” de la invasión estadounidense. Como una lógica inescapable exigía encerrar a los terroristas brotando por doquier como flores de campo, a partir de 2003 empezaron a engordar las prisiones de Camp Cropper y Camp Bucca.

Pronto fueron convertidas en escuelas –de yihad–.

Con el control de toda la vida interna de la prisión, los violentos yihadistas aplicaban la sharía o ley islámica–y daban clases–. Amantes de la disciplina, propinaban torturas y ejecuciones para lentos y rejegos. Y es que ahí llegaban muchos que no eran todavía yihadistas. Algunos ni criminales eran.

Todo esto fue gracias a que los militares estadounidenses, responsables de estas prisiones mezclaran indiscriminadamente a los penados y no interfirieran con las actividades de los yihadistas. Esa política sorprendió a muchos. Adel Jasim Mohammed, que estuvo en Camp Bucca, comentó en entrevista:

“Los extremistas tenían libertad para educar a los jóvenes penados. Los vi dando cursos usando pizarrón sobre cómo usar explosivos, armas, y cómo convertirse en bombardero suicida. Para los americanos, nos pareció, esto era normal. No los detuvieron [a los radicales].”

El propio Douglas Stone, el general encargado, expresó al New York Times que su sistema de prisiones era una “universidad yihadista.” Stone dijo estar tomando medidas para componer el problema, pero era mediados de 2008 y el sistema de prisiones militares estaba a punto de ser desmontado. Ya era tarde.

Al desmontar el sistema, ¡los presos fueron simplemente liberados!

El New York Times reportó, cuando comenzaron las liberaciones hacia finales de 2008, la oposición universal –hasta el último hombre– de los jeques locales en Irak, quienes advertían a las autoridades estadounidenses de estar liberando a asesinos de AQI (Al Qaeda en Irak). Esos asesinos de AQI pronto se convertirían en ISIS.

En casos de penados potencialmente peligrosos, los funcionarios iraquíes pidieron que se les permitiera “consultar los reportes de inteligencia estadounidense para poder emitir ellos mismos órdenes de arresto o pedir a los estadounidenses mantenerlos bajo custodia.” Los estadounidenses se negaron.

¿Cuál sería la consecuencia de primero educar en la yihad a esa multitud y luego soltarla?

En los medios se ve un consenso, expresado en encabezados como “¿Se habría radicalizado en una prisión estadounidense el terrorista más importante de Irak?” (Mother Jones), “Cómo Estados Unidos asistió a ISIS” (New York Times), y “Cómo el Estado Islámico evolucionó en una prisión estadounidense” (Washington Post).

El último artículo explica que “nueve de los comandantes más importantes del Estado Islámico estuvieron encarcelados en Camp Bucca”, incluyendo Abu Bakr al Bagdadi, el máximo líder. El fascismo baazista, con su experiencia organizadora, se fusionó en esa prisión con la emoción radical del yihadismo, y “de las cenizas de lo que anteriores penados llamaron una “escuela de Al Qaeda” emergió el Estado Islámico.”

¿Cómo explicar estas políticas estadounidenses? ¿Fueron errores? ¿Estupideces? Pero eso no explica que después la élite estadounidense decidiera apoyar a la “oposición siria”, retoño de ISIS –porque sabían lo que hacían, eso ya está–.

Judicial Watch público un reporte secreto de la inteligencia militar estadounidense, fechado Agosto 2012, en donde se ve que el Pentágono estaba perfectamente consciente de que sus graduados de la “universidad yihadista” habían urdido la “rebelión siria”. El documento inclusive vaticina que pronto habrán de declarar un Estado Islámico en Irak y en Siria. Pero con todo, EE.UU decidió apoyar a los “rebeldes sirios”.

Claro, a medios los funcionarios estadounidenses afirmaron estar apoyando la “facción democrática” de los rebeldes. El único problema es que a finales de noviembre 2012 las élites de Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia organizaron una junta en Doha, Qatar, en la cual se aseguraron de que el liderazgo político de sus “rebeldes sirios” quedara dominado por islamistas.

Al mes siguiente estos poderes hicieron lo mismo al reorganizar al Ejército Sirio Libre, purgando de él a los no islamistas. Hecho lo cual los armaron y los entrenaron. Poco después, enormes porciones del Ejército Sirio Libre, rebosando ahora de islamistas, hicieron lo lógico y cerraron filas con ISIS, llevándose sus armas y su entrenamiento estadounidenses.

ISIS es un terrible problema –no hay duda–. Pero no esperemos una “solución” de las élites occidentales que lo parieron. Podemos esperar, en cambio, algún nuevo morbo de pantalla para esconder otra vez la mano –la que prepara la siguiente magia–.

¡Ay de nosotros!

(Para una versión con documentación: https://www.hirhome.com/iraniraq/isis.htm)

Fuente:milenio.com


Francisco Gil-White es catedrático del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), y autor de El Colapso de Occidente: El Siguiente Holocausto y sus Consecuencias.

HOY, ENTREVISTA A FRANCISCO GIL-WHITE

Programa: “En Contexto”
Conductor: Jaime Sánchez Susarrey
CANAL 13
12:00 hrs de la noche
TEMA: ISIS