Tenía 16 años cuando desapareció del pre-estado de Israel, y la creían muerta. Esta semana, Rachel Elkayam se reunió con sus parientes, cerrando un círculo desgarrador

Rajel Elkayam
Rachel Elkayam con su familia en el aeropuerto Ben Gurion, Diciembre 2015 (Canal 2 captura de pantalla)

AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Sesenta y ocho años después de ver por última vez a su familia, una persona de 85 años de edad, de cabello plateado, bisabuela judía volvió a casa a Haifa en el norte de Israel esta semana – después de haber pasado toda su vida de adulta viviendo como mujer árabe en el vecino Estado enemigo de Siria.

Rajel Elkayam, la tercera de 10 hijos, era una adolescente de 16 años que vivía en la ciudad mixta judeo-árabe de Haifa en 1947, cuando sus padres trasladaron la familia a Tel Aviv. El conflicto entre el pre-estado de Israel y el mundo árabe escalaba, antes de la declaración de independencia de Israel y la guerra a gran escala, que estalló al año siguiente, y los Elkayam creyeron que el centro de Israel sería más seguro que el norte. Pero Rajel, una niña rebelde, se había enamorado de uno de sus vecinos árabes, Fuad, y estaba embarazada de su hijo. “Yo lo amaba, y él a mí”, dijo Rachel Elkayam al Canal 2 de noticias de Israel en un reportaje sobre la historia de su increíble vida, emitido la noche del viernes.

La familia de Fuad fue a buscarla a Tel Aviv, y se volvió a Haifa con ellos, y se casó con su joven amor en una ceremonia que mantuvo en secreto de sus padres. De hecho, desde el día que desapareció de Tel Aviv, la familia nunca supo qué le había sucedido, y siempre supuso que estaba muerta.

Rajel Elkayam joven
La joven Rachel Elkayam (Canal 2 captura de pantalla)

Lo que en realidad sucedió fue complicado, desgarrador, y casi inimaginable. No mucho después de casarse en secreto, Fuad murió en la calle en Haifa por el disparo de un francotirador – “Nunca volvi a verlo”, dijo Rachel – y murió en un hospital local. Sus suegros decidieron huir de Israel, a Siria, e insistieron en que fuera con ellos; después de todo, llevaba a su nieto en el vientre. “Yo no quería ir”, recordó Elkayam entre lágrimas, en la mezcla de árabe y hebreo vacilante con la que habló durante todo el reportaje.

Más tarde, en Siria, la familia de Fuad le dijo que si quería podía irse, pero sin su hijo. “No podía hacer eso”, dijo. “Yo amaba al niño”.

Y así fue que se quedó en Siria – una madre judía, con su niño judío, como parte de su nueva familia árabe. La familia entonces la casó con uno de los hermanos de Fuad, y tuvo ocho hijos en total en el transcurso de los años. Cuando discutía con su segundo marido, confesó alegre en la entrevista, “lo maldecía en hebreo: “Bésame el c…”. A otros miembros de la familia solía llamarlos “montón de zapatos viejos” en hebreo, dijo. Era un pequeño placer, sonrió, poder insultarlos en un idioma que no entendían.

Rachel Elkayam en el aeropuerto Ben Gurion, Diciembre 2015 (Canal 2 captura de pantalla)
Rachel Elkayam en el aeropuerto Ben Gurion, Diciembre 2015 (Canal 2 captura de pantalla)

Elkayam dijo que “siempre quise volver, pero no pude”, y que había intentado al menos establecer contacto con su familia en Israel – una tarea difícil debido a las hostilidades incesantes entre los dos países. Una vez un turista de Alemania dijo que luego viajaba a Israel, y le entregó una nota para sus padres asegurándoles que estaba viva y bien, pero al parecer nunca fue entregada. Sus padres fallecieron dando por hecho que había muerto, sin saber que había sido madre, abuela y bisabuela simplemente a unas pocas horas de una distancia imposible – a través de la frontera norte.

Cuando estallaron las grandes guerras – sobre todo en 1967 y 1973, secretamente escuchaba Radio Israel en un transistor, rezando para no oír el nombre de “Elkayam” leído entre los muertos. Como un acto menor de desafío, conservó su agenda telefónica personal actualizada en hebreo.

Habría muerto en Siria, con su historia ignorada por su familia en Israel, si no fuera por uno de sus nietos. En Londres el año pasado, fue a la Embajada de Israel y le dijo a un miembro del personal que su abuela en Siria le había contado que en realidad era judía israelí de Haifa. Y así fue que Gueúla Elkayam, una de las hermanas de Rajel, recibió una llamada telefónica de Londres preguntándole si tenía una hermana llamada Rajel.

El pasado martes 8 de diciembre Rajel Elkayam, ahora de 85 años, fue trasladada al aeropuerto Ben Gurion de Israel, a través de un tercer país y por medio de un proceso diplomático, sin duda, muy complejo y sensible. Esperando en la terminal de llegadas estaban miembros de su familia, algunos de los cuales no se habían visto hacía 68 años, a otros no los había visto nunca. La llamaron a gritos mientras la arrastraban en una silla de ruedas, y la envolvieron en una bandera israelí, que ella besó.

Luego se dirigieron a su casa a Haifa, donde su hermano Amnón, de 71 años, un niño cuando desapareció, la llevó a un pequeño recorrido por el barrio y la ciudad. Visitó las tumbas de sus padres, y le llevaron a ver la vista que más quería ver, de la costa mediterránea – con Siria, donde había pasado su vida, al norte.

Rajel Elkayam besa la bandera
Rachel Elkayam con su familia, besando la bandera israelí, en el aeropuerto Ben Gurion, Diciembre 2015 (Canal 2 captura de pantalla)

El reportaje de la televisión terminó con una escena de Rajel y su nueva-vieja familia juntos en Haifa celebrando Jánuca esta semana – la fiesta judía de las luces, una fiesta también reverberante con cuentos de victorias. Pronto Elkayam planea viajar a Europa, donde viven algunos de sus hijos, nietos y bisnietos.

El reportaje, como es comprensible, no especificó donde había vivido en Siria, bajo qué nombre, o si alguno de sus hijos y descendientes aún viven allí. Tampoco detalló cómo había llegado a Israel, más allá de reconocer la ayuda de la municipalidad de Haifa, el Ministerio del Interior de Israel, y la Agencia Judía cuasi-gubernamental, que está especialmente implicada en las relaciones de Israel con los judíos de la diáspora.

Rajel Elkayam, según el reportaje, ha vuelto a registrarse como ciudadana israelí y ha recibido su nueva tarjeta de identidad israelí. La empleada en el Ministerio del Interior supuso, hablando con ella, que era musulmana. Demostrando que era judía recitó las primeras palabras del Shemá, la oración judía por exelencia: “Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios, el Señor es Uno”.


Fuente: The Times of israel

Traduce y edita: Silvia Schnessel para Enlace Judío México

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