Irán y Rusia tienen interés en deponer a la Casa de Saud.

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AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – La pregunta del título puede parecer prematura, pero vale la pena preguntarla aunque sólo sea para reducir las probabilidades de perder a los saudíes mientras entramos al último año peligroso de la presidencia Obama. Irán y Rusia tienen un interés en deponer a la Casa de Saud, y pueden estar calculando si el Presidente Obama haría algo para detenerlos.

Esto viene a la mente observando la furiosa reacción de Irán y sus aliados ante la ejecución por parte de Arabia Saudita en Año Nuevo de 47 hombres por terrorismo. La mayoría de los condenados eran suníes, incluyendo miembros de al Qaeda, pero los saudíes ejecutaron también al prominente clérigo chií Nemer al-Nemer, quien había encabezado un levantamiento chií en el año 2011.

“La mano divina de la venganza regresará sobre los tiranos que quitaron su vida”, dijo el Líder Supremo de Irán, Ayatola Ali Khamenei, el domingo entre muchas otras denuncias a lo largo del Medio Oriente chií. Manifestantes saquearon y prendieron fuego a la embajada saudí en Teherán antes que la policía los detuviera tardíamente. Los saudíes respondieron rompiendo las relaciones diplomáticas con Irán.

Nouri al-Maliki, el aliado iraní y ex primer ministro de Irak, puso sobre la mesa el cambio de régimen diciendo que la ejecución “depondrá al régimen saudí como hizo la ejecución del mártir al-Sadr con Saddam Hussein”. Se estaba refiriendo a la muerte de otro prominente clérigo chií en Irak en 1980.

Irán ya tiene amplias razones para querer derrocar a los saudíes, quienes son sus principales antagonistas en el conflicto de chiíes contra suníes que ha arrasado la región en medio de la retirada de Estados Unidos. Los dos están luchando una guerra indirecta en Yemen, después que una coalición liderada por los saudíes intervino para detener una captura por parte de los aliados huzíes de Irán. Los saudíes también son el partidario principal de los suníes ( no pertenecientes al Estado Islámico) que están combatiendo al aliado sirio Bashar Assad.

Luego está la producción saudí de petróleo manteniendo los precios bajos. Como los mayores exportadores en la OPEC, los saudíes se han rehusado a cortar la producción para contener un exceso de oferta que ha cortado los precios a u$s37 por barril. Esto significa que Irán obtendrá mucho menos beneficio de su capacidad renovada de exportar petróleo en virtud del acuerdo nuclear con el Sr. Obama.

Las exportaciones saudíes están castigando también a Rusia, el segundo más grande productor mundial de petróleo, la que según algunos relatos necesita el petróleo a u$s100 por barril para satisfacer las promesas internas de Vladimir Putin. El rublo cayó a su nivel más bajo ante el dólar en el año 2015 la semana pasada bajo la perspectiva de precios aún más bajos del petróleo. Rusia e Irán se beneficiarían enormemente del tumulto interno saudí o de la amenaza de una guerra regional más grande que provocará que los precios del petróleo peguen un salto.

Nada de esto significa que sea inminente un conflicto entre Irán y los saudíes, aunque con las dictaduras nunca se sabe. Irán no tenía ninguna buena razón para disparar cohetes dentro de las 1500 yardas del portaaviones USS Truman el mes pasado, pero puede haber estado probando para ver cómo reaccionaría Estados Unidos. La administración no respondió hasta que se filtró la noticia, y luego con una declaración militar suave.

La decisión de la Casa Blanca la semana pasada de dar marcha atrás en las sanciones de EEUU contra Irán después de su recientes pruebas de misiles balísticos puede envalentonar también a Irán para asumir mayores riesgos. Los líderes de Irán pueden creer que el acuerdo nuclear es una restricción mayor sobre EEUU que sobre sus propias ambiciones regionales. Ellos siempre pueden amenazar con abandonar el acuerdo nuclear si EEUU impone nuevas sanciones. La Guardia Revolucionaria puede también creer que tiene más libertad de acción, dado el apoyo de Rusia en Siria y su plan de entregar misiles anti-aéreos S-300.

En cuanto a los saudíes, pueden ser perdonados por dudar que pueden contar con el Presidente Obama. Con razón o no, ellos concluyeron a partir de la caída de Hosni Mubarak de Egipto que esta administración abandonará a sus amigos en un instante. Ellos vieron su marcha atrás de su “línea roja” en el año 2013 en Siria, la adaptación del Sr. Obama ante el revanchismo ruso en Crimea, y que él ahora puede permitir que Assad mantenga el poder en Siria. Los saudíes intervinieron en Barein en el año 2011 sin decirle a Estados Unidos, y ellos formaron hace poco una nueva coalición de estados suníes para combatir al Estado Islámico –nuevamente sin Estados Unidos.

Los saudíes tratan duramente a los disidentes internos, pero el clérigo chií Nemer no era ningún activista por los derechos humanos. Joseph Braude, del Foreign Policy Research Institute, dice que en las décadas de 1980 y 1990 Nemer fue un líder en Hezbola al-Hejaz, un grupo armado en la provincia oriental de Arabia Saudita. Nemer siguió las enseñanzas del Ayatola Khomeini de Irán y declaró ilegítimas a las dinastías gobernantes en Arabia Saudita, Barein y Kuwait. Aunque él más tarde bajó el tono a su discurso revolucionario, para el año 2009 el estaba defendiendo nuevamente una opción militar.

Los saudíes son a menudo aliados difíciles, especialmente el apoyo de los ricos jeques wahabitas a mezquitas y escuelas radicales islámicas en todo el mundo. Pero en un Medio Oriente sacudido por guerras civiles, convulsión política e imperialismo iraní, los saudíes son los mejores amigos que tenemos en la península arábiga. Estados Unidos debe dejar en claro a Irán y Rusia que defenderá al Reino de intentos iraníes por desestabilizar o invadir.

Fuente: Editorial de The Wall Street Journal- Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México