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El ex ministro de Relaciones Exteriores israelí Abba Eban acuñó la famosa frase que los israelíes suelen recordar: “Los árabes [o los palestinos] nunca pierden la oportunidad de perder la oportunidad.” De hecho, desde la perspectiva israelí, los judíos, o los israelíes, siempre han accedido a una oferta de compromiso y paz, mientras que los árabes o los palestinos las han rechazado. Según Israel, la negativa de los árabes o palestinos ha generado pérdidas, mientras que la voluntad de Israel de decir sí siempre ha prevalecido.

El nuevo libro titulado Posibilidades para lograr la paz: Oportunidades perdidas en el conflicto árabe-israelí de Elie Podeh, profesor de Estudios de Oriente Medio en la Universidad Hebrea de Jerusalem, traza un panorama más complejo.

Podeh analiza más de dos decenas de episodios en la historia del conflicto árabe-israelí, desde el Acuerdo Faisal-Weizmann en 1919 hasta las negociaciones entre Olmert y Abu Mazen en 2008, y concluye que muchos de estos episodios fueron oportunidades perdidas para lograr la paz. Sin embargo, la responsabilidad, según Podeh, ha sido casi siempre de ambas partes.

Según Podeh, las oportunidades se componen de dos elementos: una iniciativa de paz y un importante proceso o evento que da lugar a dicha iniciativa. El tratado de paz entre Israel y Egipto es un ejemplo de ello: En 1971, Sadat tuvo la iniciativa de buscar otra alternativa en relación a Israel mediante avances para lograr la paz y, cuando éstos fallaron, debido a la Guerra de Yom Kipur seguida de su dramática visita a Jerusalem, se creó el “efecto del trauma” que generó el cambio necesario entre los antiguos enemigos, permitiéndoles convertirse en socios para la paz.

Desafortunadamente este final feliz es una excepción. Se han perdido muchas oportunidades. Un gran ejemplo son las negociaciones entre Israel y Siria, donde, de 1999 a 2000, el entonces presidente sirio Hafez Assad estaba dispuesto a firmar la paz con Israel, pero la rigidez del entonces primer ministro israelí, Ehud Barak, frustró el proceso. Por otro lado, de acuerdo con Podeh, el presidente palestino Yasser Arafat perdió la oportunidad de hacer la paz con Israel al rechazar los “parámetros de Clinton” en 2000.

No todas las oportunidades se han perdido por completo, algunas sólo parcialmente. Podeh elaboró una inteligente herramienta de análisis para probarlo que incluye cuatro variables: La legitimidad de los líderes de ambos lados que inician la paz; su compromiso y motivación para producir el cambio; el nivel de confianza entre ellos; y la intervención constructiva de un tercero. Al leer esta fascinante obra que explica esta herramienta, me sentí como si estuviese mirando la historia, que pensé que conocía de memoria, a través de un prisma totalmente nuevo.

Un ejemplo histórico realmente me llamó la atención. Yo sabía que el 19 de junio de 1967, poco después de que terminó la Guerra de los Seis Días, el gobierno israelí decidió devolver el Sinaí a los egipcios y los Altos del Golán a los sirios, a cambio de la paz. Según recuerdo, en la Cumbre de Jartum de septiembre de 1967, la Liga Árabe respondió con tres negativas definitivas: “No habrá paz con Israel, no reconoceremos a Israel, no negociaremos con él.”

Pero, según Podeh y otros académicos, algo realmente increíble sucedió en el medio. Resulta que los árabes desconocían la propuesta de paz israelí, creada en una reunión del gobierno – ¡nunca fue entregada!

Un mensaje secreto fue enviado de Jerusalem a Washington únicamente. Según la respuesta, los egipcios y los sirios habían rechazado la iniciativa israelí. Eso fue todo. Nadie en Israel pensó en investigar si el mensaje fue discutido en El Cairo o en Damasco. El resto es historia. Podeh la llama “una invisible oportunidad perdida.”

En el futuro, quizás un académico descubrirá que en este momento los israelíes y los palestinos están perdiendo otra “oportunidad invisible” de la que no somos conscientes hoy. Sin embargo, existe una oportunidad visible: la Iniciativa de Paz Árabe propuesta en 2002 por la misma Liga Árabe que hace 35 años había respondido con tres negativas. Esta vez, Israel debe estar dispuesto a responder con un sí. La iniciativa árabe es problemática, pero es una alternativa al derramamiento de sangre, y por lo tanto debe estudiarse.

No debemos dejar pasar esta oportunidad.

Fuente: Jerusalem Press Club

Traducción: Esti Peled

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