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BENJAMIN WEINTHAL

Las dos potencias distanciadas dan un paso hacia adelante y dos pasos hacia atrás.

Las relaciones entre Jerusalén y Ankara recuerdan un tipo de tango torpe, alternando pasos hacia adelante con tropezones hacia atrás. Primero el progreso: El Presidente Recep Tayyip Erdoğan dijo a principios de enero, “Israel está necesitada de un país como Turquía en la región. Tenemos que admitir que nosotros también necesitamos a Israel.”

Este es precisamente el tipo de discurso que refleja el principio central del objetivo de Mustafa Kemal Atatürk: “Paz en casa y paz en el mundo.” Informes de medios de comunicación sugieren que Turquía e Israel están avanzando hacia un acuerdo para restablecer relaciones diplomáticas plenas, las que han estado congeladas desde que Israel interceptó el barco Mavi Marmara en el 2010.

La captura del barco turco, que buscaba violar el bloqueo legal de Israel de la Franja de Gaza gobernada por Hamás, desembocó en la muerte de diez turcos. El operativo del comando israelí a bordo del barco provocó un colapso de las relaciones israelíes-turcas.

El miércoles, el diario Sözcü informó que el gobierno turco está a punto de nombrar a Can Dizdar, el Director General para el Medio Oriente del Ministerio del Interior, como el nuevo embajador ante Israel. El nombramiento de Dizdar gira sobre la conclusión del paquete acuerdo del Mavi Marmara.

En un intento por comprender los pasos de tango hacia atrás, puede probar ser útil una lectura de Bernard Lewis—considerado ampliamente el más grande historiador vivo del Medio Oriente. Lewis escribió en su libro Notas sobre un Siglo: Reflexiones de un Historiador del Medio Oriente que alguien preguntó a un general turco acerca de su país uniéndose a la OTAN. El general turco respondió: “El problema real de tener a los estadounidenses como tus aliados es que nunca sabes cuándo girarán y se apuñalarán por la espalda.”

Sustituyan “Ankara” por “los estadounidenses,” y el principio se aplica a la decisión de Erdoğan de abandonar a Israel, la aliada de largo tiempo de Turquía.
Uno de los principales impedimentos para revivir las relaciones entre Turquía e Israel es el apoyo de Erdogan a Hamás, una entidad terrorista designada por Estados Unidos y la Unión Europea. Aunque el acuerdo propuesto para resolver la disputa del Mavi Marmara prevé la expulsión del país de Saleh al-Arouri, un miembro de alto rango de Hamas que está viviendo en Turquía, otros miembros de Hamas continuarían operando en Turquía. Y en diciembre, Erdoğan se reunió en Estambul con el líder de Hamas, Khaled Meshaal.

En forma preocupante, Erdoğan dijo que infundir poderes de amplio alcance dentro de la presidencia de Turquía beneficiaría a su nación, porque  “puedes verlo cuando observas la Alemania de Hitler.” Por decirlo suavemente, su comentario no fue tranquilizador para Israel. Debe ser dicho que la oficina de Erdoğan aclaró su declaración sobre el rol de una presidencia con poderes agregados: “Si se abusa del sistema, puede llevar a mal manejo resultante en desastres como en la Alemania de Hitler.”

Israel tiene razones para ser escéptica del partido AKP de Erdoğan. Después de todo, en el año 2013, el Washington Post reveló que Erdoğan divulgó a la agencia de inteligencia de Teherán las identidades de al menos diez iraníes que fueron parte de un círculo de espías israelíes. Los espías buscaban reunir información sobre el programa ilícito de armas nucleares de Irán.

En desbaratar lo que debió haber sido una operación conjunta turco-israelí clásica para descabezar el programa de bombas atómicas de Irán, Erdoğan proporcionó una importante ayuda a Irán. Apenas hace dos años, Erdoğan declaró que Teherán era su “segundo hogar.” En septiembre, Irán se unió a Rusia, Irak y Siria para formar una red de inteligencia. Uno de sus principales objetivos, según el Wall Street Journal, es Turquía.

Quizás Erdoğan ha internalizado ahora que el patriotismo extremista iraní es una amenaza importante para los intereses de seguridad de Turquía. Irán y su aliado Hezbolá han contribuido a la matanza de más de 250,000 personas en Siria. Unos 40,000 sirios enfrentan actualmente un sitio de hambre organizado por Hezbolá en Madaya.

Una relación turco-israelí reconstruida podría ayudar con la crisis de los refugiados sirios y proporcionar socorro a los heridos en la guerra civil. Turquía ha llevado a cabo una de las más grandes campañas humanitarias de este siglo, proporcionando refugio para más de dos millones de sirios. La contribución de Israel, por supuesto, empalidece en comparación con la ayuda de Turquía. No obstante, Israel ha tratado a más de 2000 sirios en su sistema médico.

El director general del Ministerio del Exterior de Israel, Dore Gold, quien ha estado reunido con el ministro del exterior turco, Feridun Sinirlioğlu, en un intento por forjar un acuerdo sobre la diplomacia restaurada, aludió en los medios de comunicación turcos a recuerdos históricos felices entre los judíos por Turquía.

El Imperio Otomano fue un refugio para los judíos, quienes, enfrentados con el antisemitismo letal en Europa, “emigraron a la tierra donde la bandera con la media luna trajo justicia y tolerancia.” El kemalismo más tarde proporcionó empleos para los académicos judíos alemanes que huían del movimiento de Hitler.
Gold destacó esta semana que Israel tiene canales de comunicación con “casi todo estado árabe.” El renacer de las relaciones con el gobierno turco suní puede contribuir ciertamente a una expansión de las relaciones con otros estados suníes.

Relaciones sólidas entre Turquía e Israel pueden ayudar también a bloquear al movimiento anti-pacífico BDS (Boicot, Sanciones, Desinversión) que toma como blanco al estado judío.

Si Erdoğan puede dar zancadas para reanimar las relaciones de su país según los lineamientos del espíritu al que hace referencia Gold, el año 2016 podría ver un tango bien bailado que beneficie a ambos países.

Fuente: The National Interest

Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México