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LEÓN OPALÍN PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO

Desde noviembre del 2005 las Naciones Unidas decretaron el 27 de enero como el Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto, infausto acontecimiento que no tiene parangón en la historia de la humanidad, en el cual seis millones de judíos fueron aniquilados por los nazis. Hitler tomó el antiguo antisemitismo y le añadió oscuras “teorías científicas” que proclamaron la superioridad de la “raza aria”, y con ella, de todos los alemanes sobre la “raza judía”: racismo biológico. En su libro, “Mi Lucha”, Hitler califica a los judíos como “parásitos de los que hay que desembarazarse”.

Existe consenso de que la etiología del antisemitismo está en los primeros cristianos que no admitieron que los judíos rechazaran que Jesús fuera el “Hijo de Dios”, el Mesías. Cuando el cristianismo se convirtió en la religión mayoritaria de Europa, los judíos fueron perseguidos sistemáticamente; durante la Edad Media, siglo V hasta el XV, y expulsados de las poblaciones donde residían, sin que los soberanos de las mismas olvidaran confiscar sus bienes. Los judíos fueron acusados frecuentemente de crímenes contra los cristianos; fue entonces cuando se les culpó de que en el día de la Pascua Judía (Pésaj) raptaban y sacrificaban a bebés cristianos para utilizar su sangre en esa festividad, lo que causaba la ira de los cristianos asesinando a miles de judíos, al igual fueron señalados como los que envenenaban y causaban epidemias, como la de la peste negra o peste bubónica, la pandemia más devastadora en la historia de la humanidad que afectó a Europa en el siglo XIV y que alcanzó su punto máximo entre 1346 y 1361, matando a un tercio de la población continental.

La Iglesia Católica desempeñó un papel fundamental en la sociedad medieval; esta poderosa institución estableció la Inquisición que en 1492 expulsó de España entre 50,000 y 350,000 judíos, además de que obligó a que un número indeterminado fueran obligados a convertirse al cristianismo, fueran muertos en la hoguera o en mazmorras acusados de herejía.

En este contexto, Sigmund Freud, profundiza el origen del antisemitismo entre los primeros cristianos; considera que la intolerancia de las masas hacia los judíos proviene de los celos inconscientes de los no-judíos frente a un pueblo que se llama asimismo el “hijo predilecto de Dios”, el Pueblo Elegido de Dios Padre. Igualmente, Freud propone que una de las principales causas de el antisemitismo, sería el odio reprimido de algunos pueblos al propio cristianismo: “uno no debería olvidar que todos estos pueblos que hoy se precian de odiar a los judíos, se hicieron cristianos tardíamente en la historia, a menudo forzados a ello por una sangrienta compulsión. Uno podría decir que han seguido siendo lo que sus antepasados eran, personas que rendían tributo a un politeísmo bárbaro”. A Freud le preocupó el origen y las causas del antisemitismo porque vivió en un entorno en el que los nazis explotaron el ancestral antisemitismo europeo culpando a los judíos, tanto de la usura capitalista, como del marxismo, “los dos fantasmas más odiados y temidos en el imaginario social de la Europa de los años treinta”. Freud fue víctima del antisemitismo nazi cuando las tropas de Hitler invaden Austria y ocupan Viena, obligándolo a exiliarse en Inglaterra.

En este ámbito, el término antisemita en su acepción más amplia podría referirse a un prejuicio contra los pueblos semitas, de aquí que el escritor israelí-argentino, Gustavo Perednik, proponga reemplazar este término por uno más apropiado: Judeofobia, al final del siglo XIX un renombrado médico judío diagnosticó la Judeofobia “como una aberración síquica que es hereditaria, transmitida por dos mil años y es incurable”. La Judeofobia ha emergido y se ha sostenido incluso en países sin población judía; los judíos han sido despreciados en sociedades paganas, religiosas y seculares; el antisemitismo irracional ha sabido acomodarse a las circunstancias históricas; en la actualidad se le encubre frecuentemente para deslegitimar a Israel, particularmente por los países árabes y musulmanes, y también por la izquierda extremista; en esta última corriente la lucha del pueblo judío ocupa un lugar estelar. A pesar de que en su cruzada los palestinos lancen cohetes a blancos civiles de Israel o hagan estallar en pedazos a gente inocente, la neo izquierda justifica estas acciones y describe al sionismo como un movimiento racista y fanático, agresivo, expansionista y colonial fascista.

En este marco, resulta inverosímil que uno de los principales promotores del antisemitismo sea la ONU, dominada por el mundo árabe; incluso, su Secretario General, Ban Kimoon, (BK), acusa a las Fuerzas de Defensa de Israel de Crímenes de Guerra en su ofensiva contra Hamás en la Franja de Gaza para repelar la lluvia de cohetes que esta organización lanzó contra Israel en el verano del 2014; la declaración de BK resulta una ironía, porque de acuerdo al mayor retirado del ejército de Israel, Gerchon Horowitz (GH), BK es un “criminal de guerra, en virtud de que el informe de Amnistía Internacional, publicado recientemente, confirma la acusación de Israel de que en la guerra de Gaza de 2014, Hamás disparó cohetes desde instalaciones controladas por las Naciones Unidas.  Ellos deberían de haber sabido que sus instalaciones estaban siendo utilizadas para crímenes de guerra. El argumento de BK de que no sabia lo que sucedía dentro de ellas, es irrazonable. Por lo demás, BK ha proporcionado una visión del Medio Oriente sin mencionar las atrocidades cometidas en Siria y en Irak, omitiendo al Estado Islámico. Nada ha dicho sobre la represión en Irán y en Arabia Saudita; nada de lo que sucede en Egipto, Libia o en Yemen. Ahora resulta que BK está alarmado por la promesa que Hamás hizo el pasado 30 de enero “de seguir construyendo túneles para atacar a Israel y desarrollar cohetes a fin de disparar contra el Estado de Israel”. Preocupación vana.