MUDAR ZAHRAN

La “dulce rendición” de Irán nunca habría sido posible sin la presión sofisticada y decidida de un país, Arabia Saudita, y un hombre, el Príncipe de Arabia Saudita Mohammad Bin Salman.

Príncipe de Arabia Saudita Mohammad Bin Salman
Príncipe de Arabia Saudita Mohammad Bin Salman

AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO El 11 de enero de 2016, medios oficiales de Irán confirmaron que el estado había llenado el núcleo del reactor nuclear de Arak con hormigón. En pocas palabras: Irán ha matado su emplazamiento nuclear insignia y su programa nuclear está ahora limitado a proyectos más pequeños, papeleo, investigación y, por supuesto, vídeos de propaganda. 

Pero, ¿cómo pudo haber sucedido esto? Si bien el acuerdo nuclear entre Estados Unidos e Irán dicta que Irán debe reducir la capacidad operativa de la central nuclear de Arak, en particular, nadie podía haber creído que Irán saltara para ejecutar esta parte del trato tan rápidamente. Irán tiene fama de no renunciar a nada excepto por atractivas recompensas.

La “dulce rendición” de Irán nunca habría sido posible sin la presión sofisticada y decidida de un país, Arabia Saudita, y un hombre, el Príncipe de Arabia Saudita Mohammad Bin Salman. 

Durante años, Arabia Saudita ha estado advirtiendo a Occidente contra la creciente influencia de Irán en Oriente Medio. Lo que ayuda a Arabia Saudí aquí es que entiende la región mucho mejor que muchos gobiernos occidentales. Cuando estalló la revolución en Siria en 2011, Occidente, en particular, la trató como disturbios locales, una revolución armada o a lo sumo una guerra civil. Arabia Saudita entend con claridad, incluso entonces que Irán estaba en una misión de controlar Siria y convertirla en centro de exportación de terrorismo. 

Mientras el mundo estaba ocupado tratando de negociar el futuro de Siria tanto con el presidente sirio Bashar Assad como con Irán, Arabia Saudita no perdía el tiempodesplegó todo el apoyo adecuado para el único cuerpo de oposición secular de Siria, la Coalición Siria de Oposición (SOC).

Actualmente, no parece que haya otro partido moderado en Siria más que el SOC, y encima el mundo se dirige a Arabia Saudita para coordinar con ella en Siria como la única opción que queda. 

El esfuerzo de Arabia Saudita para limitar el poder de Irán no acabó en Siria. En un esfuerzo por defenderse, Irán trató de desestabilizar las fronteras del sur de Arabia Saudita potenciando a las milicias chiítas pro iraníes en Yemen, los huzíes. Estas milicias se habían vuelto demasiado fuertes, hasta el punto de hacerse cargo de la mayor parte de Yemen, y con el tiempo controlaron la capital, expulsando al presidente electo de Yemen. 

Sin embargo, los saudíes no sacaban nada de esto – el príncipe heredero saudí y ministro de Defensa, Bin Salman, puso en marcha una operación militar feroz para reprimir a los huzíes en Yemen. 

En Yemen, Bin Salman se centró en masivos ataques aéreos quirúrgicos de la Fuerza Aérea Real de Arabia Saudita – la segunda más fuerte en la región – evitando el envío de tropas de tierra a fin de no involucrar al ejército saudí con las fluidas y ágiles milicias huzíes. 

Desde entonces, los pilotos de combate saudíes han registrado más horas de vuelo que ningún otro en el mundo. 

Como resultado, los huzíes se han esparcido por todo Yemen – un insulto para Irán, que se había comprometido previamente a apoyar a los huzíes hasta el final. 

Los medios de comunicación de Irán incluso anunciaron que las fuerzas y armas especiales iraníes se trasladarían a Yemen para apoyar a los huzíes – nada de lo cual ha ocurrido dado que un determinado Bin Salman ordenó a sus aviones de combate imponer un embargo de buques y aviones iraníes que intenten entrar en Yemen. 

Aún así, la humillación de Irán en Yemen era simplemente una introducción a lo que Arabia Saudita hizo a continuación. 

No es ningún secreto que Arabia Saudí es uno de los mayores productores de petróleo del mundo y, por tanto, tiene una voz importante en los precios mundiales del petróleo. Arabia Saudita ha aumentado la producción de petróleo hasta el punto de conducir los precios del petróleo tan bajos que Irán ha comenzado a sufrir. Los saudíes pueden soportar fácilmente la disminución de los ingresos; Arabia Saudita disfruta de un catálogo de recursos naturales y minerales, además de patróleo, y encima de eso tiene un modelo económico más occidentalizado capaz de sobrevivir a una caída tan dolorosa en los ingresos. 

Por ejemplo, desde la caída de los precios del petróleo Arabia Saudita comenzó a implementar programas de bienestar social para sus ciudadanos para crear una red de seguridad que les asegura en medio de la recesión económica. Irán no podía permitirse nada de esto, ni tampoco tiene una economía liberalizada que pudiera resistir tales impactos. Además, Irán ha estado financiando dos grandes guerras civiles en Siria e Irak, y el apoyo a Hezbolá en el Líbano. 

Recientes informes de medios árabes confirman que los militantes de Hezbolá se han quejado de que su salario se redujo a la mitad, y las milicias de Assad de que la ayuda del gobierno se ha reducido

En otras palabras, Arabia Saudita ha empujado a Irán hasta el borde y lo movió de la ofensiva a la defensiva, lo que la obligó a aceptar dos humillaciones públicas, una en Yemen y la otra en casa cuando Irán literalmente enterró su joya de la corona en el cemento. 

Además, los servicios de inteligencia de Arabia Saudita iniciaron una represión implacable contra los agentes de inteligencia de Irán en la propia Arabia Saudí. 

Ha habido varios informes de detenciones y el descubrimiento de células. 

El Príncipe de la Corona Bin Salman no se detuvo allí: Arabia Saudita lleva a cabo desde hace mucho tiempo sentencias de ejecución de terroristas condenados pro-iraníes, así como otros incluidos afiliados al Estado islámico. Uno de ellos fue Sheikh Nimr al-Nimr, conocido como el “bin-Laden chiíta”. Nimr era un clérigo chiíta saudita pro-iraní que había sido condenado por planificar, financiar, incitar y ayudar a las operaciones terroristas en suelo saudí, en las que murieron varios oficiales y civiles saudíes. 

Antes de la ejecución los medios de Irán constantemente advirtieron que Arabia Saudita podría “sacudir el suelo bajo sus pies” si ejecutaba a Nimr. No obstante, Arabia Saudita llevó a cabo la ejecución, y no pasó nada, ni Irán sacudió nada en el reino, añadiendo otra humillación a la lista. 

Un diplomático árabe no saudita me dijo: “Para Irán, la ejecución de Arabia Saudita de un padrino de terroristas shiitas como al-Nimr es muy parecido a la crucifixión de Jesús para los suyos”. 

Arabia Saudita ha estado presionando al agresor iraní política, militar y financieramente, así como humillándolo públicamente. 

Es probable que Arabia Saudita nunca tenga un tratado de paz con Israel, pero es lo suficientemente prudente para controlar a Irán y limitar sus ambiciones de dominio regional. 

Arabia Saudita sigue la ley de la Sharia internamente, pero los resultados de su política exterior han estado ayudando a la moderación y cordura en nuestra atribulada región. 

Quienes atacan a Arabia Saudí deben entender: socavar a Arabia Saudita es potenciar directamente a Irán. 

El autor es un político jordano-palestino

Fuente: The Jerusalem Post Traduce y edita: Silvia Schnessel para Enlace Judío México – Reproducción autorizada con la mención: © EnlaceJudíoMéxico