Una vida pueden ser varias y mirar al cielo no impide tener los pies bien plantados en la tierra: Jean-Louis Steinberg, fallecido a sus 93 años, vigilaba el cielo desde el Observatorio de París y lo contaba en artículos científicos. Pero también podía descifrar la violencia humana como sobreviviente del genocidio nazi.

Jean Louis SteinbergSILVIA SCHNESSEL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICONacido en París, con dos hermanos, en una familia de la que no tomó conciencia que era judía –no eran practicantes–, hasta que a sus 22 años, a raíz de una denuncia, la policía francesa le detuvo junto a sus padres y a uno de sus hermanos y los deportó. Terminaron todos en el campo de Auschwitz-Birkenau, aquel del que sólo se salía por la chimenea, como decían los judíos internados.

Jean-Louis sobrevivirá, protegido por su actividad en la resistencia interna. Y porque el tiempo corría a su favor. Los Steinberg llegaron al campo en julio de 1944; seis meses después lo liberarían los americanos. Poco antes, sin embargo, fueron trasladados a Buchenwald, en una caravana transformada en odisea y que ni su hermano ni sus padres pudieron superar.

De regreso en Francia y ya ingeniero, Steinberg, con su colega Jean-François Denisse, intenta desarrollar el estudio del universo por medio de ondas de radio, esa nueva ciencia llamada radioastronomía. Apoyados por Yves Rocard, director de la Escuela Normal Superior (y padre del luego primer ministro, Michel Rocard) crean allí un grupo de trabajo. Con éxito. En 1953 fundan la estación de radioastronomía del Observatorio de París, en Nançay, a 200 kilómetros de la capital. Y en 1965 se inaugura allí un gran radiotelescopio que aún funciona.

En la línea del centro nacional de estudios espaciales fundado en 1963, Steinberg organiza dos años más tarde el servicio de astronomía espacial del Observatorio. Tendrá una participación activa en el lanzamiento de un par de cohetes Rubis, con receptores radio y largas antenas, que en 1967 detectarían, por primera vez, la irradiación –de muy baja frecuencia– de la Vía Láctea.

Cuatro años más tarde, Steinberg colaboró con la sonda soviética que registraría, también por vez primera, detalles de ciertos tipos de emisiones solares.

Ávido lector, estimulado por las novedades incesantes de su disciplina, en 1962 se metamorfosea en periodista, como redactor jefe de los Annales d’astrophysique. Pero entre soviéticos y norteamericanos es difícil hacer visible el trabajo europeo. Con la colaboración de su colega holandés Jan Hendrik Oort, Steinberg se anticipa a la Unión Europea con la de sus revistas. En 1969 bautizan Astronomy & Astrophysics la nueva publicación, alimentada por contribuciones científicas de seis países de Europa.

Durante cinco años él será uno de los dos redactores jefe y, con el impulso inicial y la colaboración de otros países, la revista se convertirá en una de las cuatro más importantes del mundo en la especialidad.

Otra importante actividad comienza para Steinberg con la jubilación: recorrer escuelas, para que perviva la memoria de los
deportados. Con dos premisas: referirse también a otros genocidios. Y repetir, como un mantra, “los alemanes son gentes como nosotros”.

Fuente: La Vanguardia / Óscar Caballero – Reproducción autorizada con la mención: © EnlaceJudíoMéxico