“El Führer es un ardiente oponente de cualquier tortura en los animales”, decía una revista nazi del responsable de los campos de concentración para judíos.

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AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO

La estricta dieta vegetariana que seguía Hitler, divulgada por la propaganda nazi de los años 30, se empieza a poner de moda en sofisticados ambientes europeos. Dicen que el líder político nazi era seguidor de una forma de alimentarse frugal pero también se saltaba sus propias normas, como casi cualquiera que esté a dieta. Al fin y al cabo, era un hombre de excesos habida cuenta de las atrocidades contra la humanidad que acometió en pleno siglo XX.

La revista nazi ‘Nuevo Pensamiento’ arengaba así sobre el tema:

“¿Sabes que tu Führer es un vegetariano, y que él no come carne debido a su actitud general respecto a la vida y su amor por el mundo animal? ¿Sabes que tu Führer es un amigo de los animales ejemplar, e incluso como canciller, no se separó de los animales que mantuvo durante años?… El Führer es un ardiente oponente de cualquier tortura en los animales, en particular la vivisección y ha declarado que acabará con esas condiciones… cumpliendo así su papel como el salvador de los animales, de los continuos e innombrables tormentos y el dolor”.

 Los productos esenciales de los platos que comía Adolf Hitler eran arroz, fideos, pimientos, guisantes y coliflor. 15 catadoras oficiales se aseguraban de que los alimentos no estaban envenenados. Bien combinados y cocinados pueden ser deliciosos y, en cualquier caso, evitaba comerlos con carne.

Pero más que la conciencia vegetariana de la que hoy presume cada vez más gente, Hitler llegó a esta costumbre por salud ya que, desde muy joven, tuvo graves problemas estomacales que cursaban con intensas flatulencias y sudoraciones.

Ello no quitaba para que de vez en cuando Hitler se permitiera una licencia a la mesa. La cocinera Dione Lucas cuestiona que fuera vegetariano el responsable de los campos de concentración para judíos en la Alemania nazi. Ella misma le sirvió en varias ocasiones, antes de la Segunda Guerra Mundial, el que dice que era su plato favorito: paloma rellena. Un individuo de gustos siempre sorprendentes.

También le encantaba el Leberknödel, un clásico de la cocina alemana y austriaca, que se sirve en sopa o acompañado de patatas. Son básicamente albóndigas de hígado de ternera. Daba cuenta en ocasiones además de salchichas y carne de caza.

A Hitler, que no pasaría los estrictos controles de una comunidad vegana al uso, se le veía en noches de insomnio corretear por la despensa en busca de golosinas, y adoraba la tarta de manzana con nueces y pasas.

Fuente:ideal.es