EVELYN GORDON

Acabo de regresar de algunas semanas en Estados Unidos, donde lo único de Israel que pasa en las noticias es la violencia palestina en curso, Así que fue una sorpresa placentera llegar a casa y descubrir que el proceso de paz está de hecho progresando bastante bien. No quiero decir, por supuesto, aquel con el que está obsesionado el Occidente, el constantemente infructuoso y actualmente inexistente “proceso de paz” con los palestinos. Quiero decir el proceso mucho más importante de normalización progresiva con el resto del mundo árabe, el cual no solo mejorará la seguridad a largo plazo de Israel, sino que es probablemente esencial para cualquier progreso en el camino palestino.

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Como informó el Jerusalem Post la semana pasada, Israel se está volviendo un actor cada vez más importante en el comercio del mundo árabe con Europa. Hasta hace algunos años, la principal ruta terrestre para este comercio era a través de Siria. Pero con la guerra civil siria habiendo hecho eso imposible, una proporción creciente llega ahora por transbordador desde Turquía a Haifa, luego camiones a través de Israel a Jordania. Esta ruta es más barata que la otra alternativa principal, la cual involucre enviar desde Europa a Egipto.

El año pasado, unos 13,000 camiones usaron la ruta de Israel, más del 25% arriba del año anterior. Y el mes próximo está a punto de ser inaugurada una nueva línea naviera entre Turquía e Israel, permitiendo otros 150 camiones mensuales. El cruce fronterizo Jeque Hussein de Israel con Jordania está siendo expandido para manejar el incremento.

Todo esto, obviamente beneficia a la economía de Israel, ya que Israel recauda derechos sobre cada carga de camión. Lo más importante, sin embargo, significa que Israel – por prácticamente la primera vez desde su establecimiento en 1948 – está desempeñando un rol útil en la economía regional general en vez de ser aislada de ella en gran medida. Y cuanto más se benefician los vecinos árabes de la estabilidad de Israel, más tendrán interés en tratar de mantener esa estabilidad en vez de interrumpirla.

No menos digna de destacar fue la decisión la semana pasada por parte de un parlamentario egipcio, y personalidad mediática, de desafiar públicamente la oposición de largo tiempo de su país a la “normalización” con Israel. Aunque los dos países firmaron un tratado de paz en 1979, políticos, periodistas, figuras de la cultura y otras élites egipcias se han opuesto hace tiempo a convertir la paz fría en una relación “normal.” Por lo tanto, a pesar del intercambio de embajadores, las relaciones bilaterales han estado limitadas y mantenidas en gran medida bajo el radar durante mucho tiempo, incluso cuando la cooperación en seguridad se ha vuelto cada vez más estrecha durante los últimos años.

Pero la semana pasada, el parlamentario y magnate televisivo, Tawfik Okasha, decidió romper este tabú en la forma más pública posible: anunció en televisión en vivo, en su propio programa, que había invitado a cenar al embajador israelí Haim Koren. Incluso prometió sacarse una foto con Koren y enviarla a los medios de comunicación. Además, anunció que había emitido la invitación para un propósito sin precedentes: pedir que Israel medie entre Egipto y Etiopía en una disputa explosiva por la asignación de agua del Río Nilo, sobre el fundamento sensible de que Israel tiene buenas relaciones con ambos países.

No hace falta decir que sobrevino un escándalo. Otros dos parlamentarios exigieron prontamente la expulsión de Okasha del parlamento, y más de 100 firmaron una declaración rechazando la normalización con Israel y demandando una investigación de sus acciones. (En el mundo de los medios de comunicación, él es menos vulnerable a las repercusiones, ya que posee la estación de televisión en la cual se transmite su programa.)

Pero cuando se desafía una norma de larga data, alguien siempre tiene que ser el primero. Y a pesar de la inevitable reacción, pioneros como Okasha allanan el camino para que sigan otros.

Mientras tanto, Okasha no se ha retractado. De hecho él cenó con Koren, donde propuso distintas ideas de cómo Israel podría ayudar a Egipto en los campos de agua, agricultura y educación – todas áreas donde Israel sobresale y Egipto necesita mejorar desesperadamente.

En el clima egipcio actual, la propuesta de Okasha para la mediación israelí es un punto de no inicio obvio, y aún queda por verse si algo llegará de sus otras propuestas. Pero su voluntad de resistir al consenso a fin de tratar ya es un paso hacia adelante.

Por último, estuvo el perfil fascinante la semana pasada por parte de Associated Press de Hossam Haick, un profesor árabe israelí en el Technion – Instituto de Tecnología de Israel y un líder mundial en el campo de la nanotecnología (sí, Israel tiene profesores árabes en sus principales universidades). En el 2013, con la cooperación del Technion, Haick dio inicio a uno de los primeros cursos online en árabe del mundo, un curso de nanotecnología. Desde entonces, dijo él, se han inscrito unos 14,000 estudiantes de Siria, Yemen, Qatar y otros lados. Algunos se dieron de baja cuando descubrieron que Haick es israelí. Pero a la mayoría no le importó.

Haick dijo que ve el curso como una forma de crear puentes entre Israel y el mundo árabe. Y tiene razón; esta es una versión online de la ruta comercial entre Haifa y Jordania. Así como esa ruta permite por primera vez que la economía regional general se beneficie de Israel, el curso de Haick permite por primera vez que la región general se beneficie de las universidades de clase mundial y experiencia en alta tecnología de Israel. Y cuanto más se beneficien los vecinos de Israel de su existencia, mayor será su interés en llegar a una relación con ella en vez de destruirla.

Todo esto puede parecer como sólo algunos pasos de bebé. Pero la serie de pasos que han sido dados durante los últimos años no solo representan un cambio importante en el estancamiento absoluto de las décadas previas, sino que está sumando lentamente al progreso importante, aun cuando todavía queda un camino largo por recorrer.

Por último, este progreso es también crucial para cualquier esperanza de paz entre israelíes y palestinos. Excluyendo el surgimiento inesperado de un Anwar Sadat palestino, los palestinos necesitarán serio respaldo del mundo árabe más amplio – y probablemente presión seria también – para asumir el tipo de compromisos que conllevaría cualquier acuerdo de paz con Israel. Hasta ahora, el mundo árabe no había tenido ningún interés en aplicar tal presión. Pero si los países árabes se han convencido que la existencia y estabilidad de Israel los beneficia, finalmente tendrán un interés en presionar a los palestinos para terminar el conflicto de un siglo de antigüedad.

Fuente: Commentary

Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México